Será este vino, australiano, uva Shiraz. Será mi padre, que no ha podido verlo pero sí porque yo se lo he ido contando mirando al cielo. Serán mis amigos, unos aquí, otros allá, algunos en París, como Ilsa, como Rick, como Thibout Courtois. Será que no era posible, que las estadísticas no lo contemplaban, que los presupuestos aún menos, que el nuevo orden mundial del fútbol sonreía con altivez, que la máxima institución europea de este deporte miraba para otro lado, siniestra. Será y seguirá siendo lo que tenga que ser mientras un equipo de fútbol enseña a quien quiera saberlo que esto de vivir se hace queriendo, insistiendo, apurando los minutos y los segundos de cada lance, sin más añoranzas de pasado que las que obligan a hacer futuro, en presente continuo. No hay más tiempo que ese. Se subvierte toda cronología. Se hace jugando.
Decía San Agustín que no se sabía lo que era el tiempo cuando se lo preguntaba uno, y que se sabía perfectamente cuando no se lo preguntaba. Pero cesen todas las preguntas. Es tiempo de certezas. Las que ofrece un equipo empeñado en que la historia se vuelva a erigir hoy desde cero, porque cada vez es la única vez, porque solo los necios viven en la melancolía o en el anhelo y solo los tristes creen que el pasado quedó atrás, clausurado, museo, polilla, blanco y negro. La alegría, en cambio, sabe que ese pasado no es menos que una ofrenda actualizada cada vez que esto comienza, cada vez que el Real Madrid levanta una Copa de Europa porque Paco Gento vuelve a levantar una Copa de Europa, la catorce, su catorce, nuestra catorce. Entonces se detiene el reloj, ese bastardo invento de hombres grises. Entonces luce el milagro y el único acontecimiento que merece tal nombre: el de estar hechos de memoria de futuro, el de poder llevarlo a cabo con una camiseta blanca y un balón.
Será y seguirá siendo lo que tenga que ser mientras un equipo de fútbol enseña a quien quiera saberlo que esto de vivir se hace queriendo, insistiendo, apurando los minutos y los segundos de cada lance, sin más añoranzas de pasado que las que obligan a hacer futuro, en presente continuo
Lejos de mí quien reduzca esto a estadísticas, flechas, tácticas, bloques bajos y demás miopías. Lejos quien piense que esto va (solo) de fútbol. Lejos quien pretenda medir el tiempo en minutos y segundos. Lejos quien no conozca la intensidad contenida en un instante, en otro instante, en este instante. No se escribe nada en progreso. No se avanza ni se retrocede. Ahora es cuando podemos hacer posible —cuando hemos hecho otra vez posible— que todo vuelva a suceder a la vez, comprimido justo a la izquierda del pecho, inconcebiblemente en un número 14 que vuelve a ser el uno y el dos y el tres, hasta el trece, casi ayer, de nuevo hoy. La razón, inventora de relojes, retrocede y no basta. Su tic-tac ni nos roza. Se retira y apenas la necesitamos para leer, con Cortázar, que “allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa”. El Real Madrid corre y llega antes y comprende. Es lo único que hemos venido a hacer aquí. Es tan simple que emociona. Es tan grande que no cabe la derrota. Tenemos todo el tiempo del mundo.
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Muy bonito artículo.
El corazón en un puño. Fantástico.
Lo mejor es haber eliminado a equipos de mucho presupuesto y que miran por encima del hombro
Fenomenal artículo yo no lo hubiera hecho mejor por eso lo has escrito tu que sí que sabes
Lección de vida éste artículo. Muchas gracias.
El Real Madrid es la mejor escuela de vida en estos tiempos de postverdad.El Madrid es la imagen de su presidente.Somos muy afortunados,es dificil disfrutar en estos tiempos, las ensenanzas y la emocion de VERDAD y autenticidad que transmite el Real Madrid.
El Madrid es muy longo, hay qué recordar su espíritu