El tiempo está loco

Suele decirse que el fútbol siempre da otra oportunidad, y tal vez ahí resida buena parte del encanto de este juego en el que una derrota puede ser vista como el prólogo de la próxima victoria, más aún si es el Madrid quien juega. No es poca cosa esta promesa, sobre todo si tenemos en cuenta que suele cumplirse con frecuencia.

Lo mediático que acompaña al fútbol (que lo amplifica y lo cercena a la vez), se adapta con increíble facilidad a este no parar de posibles prometidos, aunque la última de las derrotas haya sido reflejada como el fin de una era, como un abismático punto y aparte, como el acabose de cada día. Da igual. En el fondo, sabe la prensa que en esto del fútbol no hay más que puntos y seguidos, aunque se empeñen en tratar como estado absoluto e irremediable una derrota del Madrid, un gesto de su entrenador, un partido sin marcar de Cristiano, un cambio de James, una sola cosa desgajada de su contexto. Lo negativo puntual parece vender y crear expectación, mientras que la verdad va transcurriendo a medio y largo plazo, al ritmo en que quieren trabajar (y casi no les dejan) los jugadores, los entrenadores y los presidentes.

Hoy toca reconocer ese medio y largo plazo, o lo que es lo mismo, hoy toca hacer borrón y cuenta nueva de algunas portadas bien recientes como solo la prensa deportiva sabe hacer, desdiciéndose sin el menor de los rubores de lo que se afirmaba con vehemencia y espíritu entre burlón y melodramático. Suele decirse que no hay nada más viejo que el periódico de ayer, pero hay muchos casos en los que esto no es achacable al vértigo de la actualidad, sino al procecer irresponsable de cierta prensa, que dicta sentencias firmes cuando en realidad quedan mucho recursos por interponer (les sonará el ejemplo).

Así pues, pese a que nuestros amigos de la prensa no han cesado de decirnos que el Madrid se consume en un magma caótico de desgobierno y mal juego, hoy nos dice As que no solo vuelve la BBC -también ella usualmente vista como fuente del caos primigenio-, sino también la esperanza. Manda huevos, queridos galernautas. Por si esto fuera poco, Marca nos muestra a un "Cristiano en su salsa" ante su visita al estadio del Villarreal, cuando hace diez minutos el portugués parecía estar casi al borde de la retirada al no marcar ya ni al arcoiris y al deambular sin rumbo por un campo que era de minas y no de césped.

No nos negarán que tiene mérito la cosa. Quién pudiera olvidar las propias fechorías tan pronto como suele hacerlo nuestra prensa deportiva. Pudiera resultar envidiable la ligereza de vivir con el atrevimiento de cerrar ligas en noviembre para abrirlas en diciembre, aunque en realidad acaben en mayo o en junio. Sin embargo, confesamos que no queremos para nosotros tal atrevimiento, y ello aunque sepamos de sobra cómo, incluso sin querer, muchos aficionados madridistas interiorizan estos plazos de la prensa. Es tal el bombardeo mediático, que no hacer caso a sus tiempos y maneras resulta un esfuerzo de resistencia al que, modestamente, creemos contribuir desde esta sección.

Y todo porque el Barcelona ha empatado en casa contra el Deportivo. Todo porque el líder tan sólido y ejemplar de hace diez minutos ahora parece frágil y batible, a tiro de piedra del Atlético y del Madrid; sobre todo del Madrid, digan lo que digan las matemáticas. Nos alegramos de tener la posibilidad de acercarnos al máximo rival y que con ello siga la partida, pero ya hubiéramos querido que nuestras expectativas no hubieran sido tomadas como desatinado idealismo -madridismo happy lo llaman algunos- hace apenas esos diez minutos que venimos nombrando.

Pero tengamos calma, porque la prensa deportiva no aprenderá la lección, aunque solo sea porque es ella quien la dicta a su antojo, alterando todo lo posible los datos de la realidad para que esta solo avance al ritmo de las revoluciones, las contrarrevoluciones y los estados de excepción. Nada (o muy poco) hay en ella de lento y templado desarrollo, nada de brasas que cocinan a fuego lento, sino solo incendio y tempestad, sobre todo si lo que arde y vuela por los aires es la Casa Blanca.

Tampoco aprenderá Piqué, a quien sin quererlo Mundo Deportivo dedica una portada claramente (insospechadamente para ellos) de reproche. "Otra empanada", reza su titular, y puede que se refiera al pinchazo del equipo blaugrana, pero en realidad -por el libre arte de la interpretación y la asociación de ideas- la portada sirve como denuncia de la enésima niñatada de Gerard, un defensa central tan bueno como malas son sus artes en ya demasiadas ocasiones. Estamos seguros de que él se lo pasa muy bien consigo mismo, pero cantaba Aute que "más que rabia dan tristeza" y a nosotros ahora solo nos queda ir a buscar en el diccionario la definición de profesional por si algo se nos hubiera escapado. Ni nos rozas, amic, ni nos rozas.