“Lo primero que hacemos por un niño es crear una historia para él. Quién es. Quién será. ¿Qué es antes de tener esa historia? Un simple animal. La historia es lo que lo hace humano”. Wilson Taylor en Unwritten vol.1 #28.
Al término de la Champions League de 2016 sólo quedó espacio para un ganador: la mística blanca. El grueso de los artículos post-partido eludieron los enfoques técnicos para centrarse en los aspectos míticos de la victoria. Por ejemplo, Manuel Jabois, desde su tribuna en El País, saludó al tema con un artículo titulado "El Madrid de las visiones", en donde refirió a anécdotas de tipo profético. Supuestamente, a media temporada, el director general José Ángel Sánchez le habría predicho a Lucas Vázquez cuál sería su papel en la final. Jabois también aludió a que Cristiano dijo haber tenido “una visión” y concluyó su artículo considerando que la frase resolvía “la relación del Madrid con la Champions”.
Otro periodista, Alejandro Farffann, tituló su crónica "Real Madrid ganó con la camiseta", recurriendo a un argumento que no es futbolístico, pero que es utilizado hasta por los profesionales del fútbol. Por ejemplo, Zinedine Zidane expresó tras la enésima remontada de la temporada 2016-17 -esa vez contra el Depor-, que él creía que la capacidad de sus jugadores para voltear resultados adversos era inherente a la camiseta. Y si bien él mismo matizó al momento señalando lo obvio, que son los jugadores y no las camisetas los que realizan las acciones, su primer instinto fue hablar de la mística.
Las referencias a la camiseta, al escudo o incluso al ADN forman parte del mismo mecanismo. En 2009 intenté desarrollar un modelo sobre el funcionamiento de esas "camisetas mágicas" del Real Madrid. En aquella época, estaba leyendo a Mircea Eliade, así que lo que hice fue aplicar el modelo conceptual de “El mito del eterno retorno” a la historia del club. Señalar la influencia del filósofo rumano Eliade es importante porque aclara que el enfoque elegido para examinar el fenómeno pertenece al estudio de las religiones y no al del storytelling.
Las técnicas narrativas o storytelling tienen como objetivo, según Christian Salmon: “domesticar a la opinión pública y adueñarse de las prácticas sociales”. En cambio la perspectiva de Eliade sobre la “experiencia de lo sagrado”, también llamada religión, supone considerar la relación con lo sagrado como algo estructural de la conciencia humana y no un simple estadio en la historia de esta conciencia. El resumen sería que para Eliade el hombre es "hombre" porque hace religiones.
“Estar en el Real Madrid es algo que es imposible de explicar a alguien que no lo haya vivido. Es grandioso y mágico. (...) Está demostrando que él no sólo nació para marcar la volea de la Novena. (...) Pero que nadie olvide que el Real Madrid siempre vuelve”. Keylor Navas.
Una lectura de la historia del Real Madrid, en clave de fenomenología de la religión a lo Eliade, permite detectar los elementos transculturales de la experiencia religiosa. En lo que atañe a las "camisetas mágicas", la propuesta de 2009 fue considerarlas un caso evidente de hierofanía: Una manifestación de lo sagrado en el mundo real. Siguiendo el modelo propuesto en el libro "El mito del eterno retorno" consideraremos al Real Madrid pentacampeón de Europa como un arquetipo celestial. Lo de otorgarle características "divinas" a ese equipo está lejos de ser una exageración, siendo más bien una constatación de cómo su enorme prestigio les hizo entrar tempranamente en el mito.
Di Stefano explicó en su biografía que durante una discusión con un periodista, ocurrida en el vestuario de San Sebastián, este le había intentado ofender preguntándole si él se consideraba a sí mismo un Dios o un semidiós. La anécdota puede parecer irrelevante, pero ilustra muy bien hasta qué punto se trataba de un caso de mito en vida. Se le trataba de divinidad hasta para desairarle [1].
Así que, retomando el modelo de Eliade, por un lado, tenemos una realidad invisible, que en el caso que nos ocupa sería el misterio de por qué aquel equipo ganaba siempre en Copa de Europa. Y de ahí se pasa a una hierofanía, que es el elemento fundacional de la experiencia de lo sagrado (religión). La hierofanía es lo sagrado manifestándose en las cosas del mundo, como por ejemplo lugares, objetos, situaciones o... camisetas.
La famosa anécdota de Amancio, según la cual Di Stefano le dijo una vez que “para llevar el escudo del Real Madrid en la camiseta, primero había que sudarla”, es un indicio de que la hierofanización se produjo mientras la Saeta rubia aún formaba parte del equipo. Amancio explica el suceso con un fervor adecuado a los episodios religiosos. A nivel personal aquel fue el momento de su "conversión", a lo San Pablo cayendo del caballo. “Entonces, comprendí lo que significaba estar en este club”, dice. La interpretación de Amancio es que el legado de Di Stefano fue la “capacidad de entrega y de lucha, de no desfallecer y de sudar la camiseta”, los mismos atributos -espíritu y fe- que Zidane atribuía a la camiseta del club después del partido contra el Deportivo de la Coruña.
El episodio de Amancio es una de esas ocasiones que nos permiten observar en vivo la transformación de un acontecimiento en mito. Algo que sirve para corroborar la teoría de Eliade y otros de que la memoria colectiva es ahistórica. Di Stefano aseguró varias veces que Amancio recordaba mal el episodio. Que lo que había sucedido era que: “los linieres antiguamente usaban pantalón largo totalmente blanco y camisa blanca y en una de estas (Amancio) se la tiró al linier, y le dije ¿Qué haces? ¿A quién se la das? ¡Se la tienes que dar a un compañero que tenga el escudo aquí! que no es lo mismo una cosa que la otra”.
La causa de que Amancio lo recordase distinto parece el producto típico de la acción corrosiva de la mitificación sobre la historicidad [2]. El acontecimiento histórico no se conserva en la memoria popular, sino que es modificado por la imaginación poética para que se acerque al modelo mítico. Sucedía con el recuerdo de los personajes históricos evocados por la poesía épica y sucede ahora con el fútbol. Por eso resulta tan revelador como paradójico que fuese el propio Di Stefano quien en la presentación del futbolista Fabio Cannavaro (2006) dijese: “Esta camiseta hay que sudarla”. Como diría Eliade, el mito era el que contaba la verdad: “la historia verdadera no era sino mentira”.
“Y esto también es mentira. Todas las historias lo son. Pero las buenas historias son mentiras compuestas de fuego y luz. Quitan el polvo que ahoga nuestros corazones y los rescata de la tumba”. El hijo de Martin Thole en Lucifer vol.1 #70
¿Y cuál sería pues el objetivo de este mecanismo de mitificación? Según Eliade el valor de la hierofanía es la resistencia al tiempo. Rompe el tiempo profano, el del día a día, abriendo un vínculo con el tiempo primordial o de los mitos. En el caso que nos ocupa la camiseta mágica permite hacer perenne el acto mítico del pentacampeonato europeo, incluso tras la retirada de los futbolistas originadores de la leyenda. La camiseta constituye una hierofanía porque posee mana, conmemora un acto mítico.
Sin embargo, hay otro elemento indispensable para hacer funcionar este mecanismo de resistencia al tiempo. El arquetipo requerirá de la repetición. Los hechos míticos se conmemorarán con rituales que serán significativos porque repiten los actos planteados por dioses o héroes. La conclusión será que cada vez que una plantilla del Real Madrid gana la máxima competición continental en realidad está realizando un ritual: “Así hicieron los dioses; así hacen los hombres”, dice el "Rig-Veda". La acción humana adquiere eficacia en la medida en que repite exactamente una acción llevada a cabo por los dioses en el tiempo de los mitos.
Una anécdota extraída de un artículo de F.E. Williams, sobre sus viajes por Nueva Guinea, nos ayudará a asimilar cuan potente es el rompimiento del tiempo concreto por acción del rito. F.E. Williams explicaba que en Nueva Guinea los relatos míticos no sólo suministraban a los nativos modelos de cómo hacer las cosas, sino que contribuía a que se produjese una personificación. Por ejemplo, cuando un capitán de barco se hacía a la mar, se vestía como el héroe mítico Aori, y por tanto personificaba a Aori; es más, un pescador le llegó a decir a F.E. Williams que cuando él iba a capturar peces se consideraba el propio Kivavia. No le imploraba su ayuda, sino que se identificaba con él.
Resulta seductor establecer un paralelismo entre esta dinámica y la tendencia a relacionar a las estrellas del Real Madrid con Alfredo Di Stefano. Manuel Jabois, tras un par de pitadas del público del Santiago Bernabéu a Cristiano Ronaldo, llamó al portugués "la réplica moderna en el Madrid de Alfredo di Stéfano". Da igual que el juego de ambos sea distinto y más aún su evolución en la madurez. De hecho, podríamos decir que, técnicamente, la etapa crepuscular de ambos jugadores es hasta antagónica; porque a Di Stefano con 32 años le vieron en Argentina y Dante Panzeri le acusó de haberse transformado en un jugador "netamente defensivo", con la idea de primero defender su arco, y en cambio nadie diría lo propio del actual Cristiano Ronaldo. Esto Manuel Jabois lo sabe, pero él tampoco estaba hablando de lo técnico sino del mito.
"Muchas gracias por creer en nosotros. Sin vuestro apoyo jamás podríamos ganar esta copa tan bonita que está aquí con nosotros. Y un orgullo... un orgullo muy grande por vestir esta camiseta... blanca... que me queda de puta madre". Cristiano Ronaldo.
Christian Salmon hablaba en “Storytelling” del "perpetuo deseo humano por la narración", y aunque él partía de esa premisa para denunciar los abusos de las técnicas de marketing, si damos por bueno su enfoque también deberíamos asumir como realidad que el ser humano necesita historias. Dos expertos en programación neurolingüística (PNL) como Joseph O'Connor e Ian McDermott escribieron en su manual: "Necesitamos historias. Son tan importantes que cada noche, mientras dormimos, nos contamos unas cuantas, aunque no siempre las recordemos".
Durante el Siglo XX hubo varias iniciativas, surgidas del psicoanálisis, que justificaron ese interés por las historias como parte del funcionamiento intrapsíquico de la humanidad. Jung, por ejemplo, consideraba que la capacidad de experimentar lo sobrenatural era un puente con lo que él llamaba la "imaginación mitopoiética". Es decir, que la función de la mitología, la religión y las artes es proporcionar los símbolos culturales que nos permite tocar el inconsciente. Y el inconsciente es importante porque ahí están los niveles creativos. La teoría de Jung propugna que los mitos nos aportan las salvaguardas que nos permiten tocar los niveles más profundos de nuestra psique, sin ser destruidos por la locura (psicosis).
El mito para Jung no es una especie de "ciencia primitiva", una forma arcaica de explicar el mundo, sino que tiene también una dimensión emocional. Por ejemplo, los mitos sobre la salida del sol no sólo aportaban un modelo explicativo sobre la naturaleza, sino que también hablaban del dolor de la gente al ver partir el astro y de su temor a la noche; y de ese modo permitían afrontar la experiencia humana de esos sucesos de la naturaleza [3]. Otro autor como Joseph Campbell también llegó a conclusiones similares en su obra seminal "El héroe de las mil caras". Campbell postula que las mitologías son sistemas simbólicos característicos de la especie humana y, al igual que Jung, señala que la sociedad occidental se ha visto perturbada por el descrédito en el que estas han caído. Y esto es porque cuando renunciamos a la capacidad de mitificar también estamos perdiendo contacto con nuestra fuerza creativa.
El fútbol no deja de ser uno de estos sistemas mitológicos colectivos, y aunque obviamente este también tiene su dimensión científica, ambas perspectivas no tienen por qué colisionar porque como hemos indicado el mito no es ciencia primitiva. El mito es la gramática de la imaginación. A través del mito el jugador no sólo imitará los aspectos técnicos que puede apreciar en el juego de otro, si no que encenderá su propia capacidad creadora. Por ejemplo, Emilio Butragueño ha explicado su admiración por Johan Cruyff, y el holandés la suya por Alfredo Di Stefano. La devoción por estos dioses del juego y por sus historias les inspiró a superarse y crear sus propias bolsas de trucos.
La camiseta mágica es un mito religioso moderno que pretende servir como guía en una época con nuevos retos. Lo que Jung llamaba "sabiduría de edades que yacen dormidas en el cerebro". Una poderosa imagen simbólica del inconsciente colectivo que permite romper el tiempo, de modo que el conocimiento de los Di Stefano, Amancio o Zidane vuelve a estar disponible para una nueva generación.
Lo importante, por tanto, son las historias. Las competiciones deportivas carecen de valor por sí mismas, lo que las dotan de magia son las historias que creemos en relación con ellas. En definitiva, no se trata de que el Real Madrid tenga relato, sino de que el Real Madrid es el relato.
[1] La anécdota que aparece en la clásica biografía "Gracias, vieja" ha sido confirmada por su co-autor, Alfredo Relaño, aunque matizada. Resulta bastante plausible sospechar que la versión que aportó Di Stefano omitía parte del contexto.
[2] Asumimos que quien lo recordaba de modo menos fiel a la realidad era Amancio y no Di Stefano. Mis disculpas para Amancio Amaro si esta especulación resultase ser errónea.
[3] Para más información recomiendo leer "Teorías de la personalidad" de Susan Clonninger.
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Interesante artículo. Aunque discrepo en parte. No creo que debamos referirnos a elementos religiosos o pseudoreligiosos. Yo creo más bien que estamos ante lo que en teoría de las organizaciones se denomina "cultura empresarial", entendido (si no recuerdo mal de mis tiempos de estudiante de empresariales) como aquel conjunto de actitudes y formas de actuación que definen un modelo de comportamiento dentro de la organización y que acaba conformando a la propia organización.
En este caso, un comportamiento sería el representado en la frase "Hasta el final, vamos Real" que, de hablarnos de un comportamiento (los jugadores nunca se pueden rendir, con independencia que ganen o pierdan), evoluciona hasta convertirse en un símbolo de la afición.
Bueno, yo me limito a presentar los elementos religiosos o míticos porque ya estaban ahí. Otra cuestión es si uno prefiere explicar este relato utilizando la terminología de las organizaciones empresariales. Me parece perfectamente lícito, claro. De hecho en el artículo aclaro que el "enfoque elegido para examinar el fenómeno pertenece al estudio de las religiones y no al del storytelling". Se deduce que veo perfectamente plausible usar otro enfoque.
Un saludo
Le iba a responder, pero veo que ya el autor se encargó de ello, perfectamente... Y creo que sí, es mas o menos lo que él le dice. Son diferentes enfoques, y el éxito o no de cada uno de los enfoques es que cumplan su cometido, de saber cuándo utilizar cuál enfoque. A pesar de que permiten el mismo objetivo, en los despachos, usted hablará en cifras principalmente. Cuando a los jugadores haga falta un plus extra de motivación, es cuando se gritará: hasta el final, vamos real. No somos seres 100% racionales, queramos o no. El corazón (dicho coloquialmente, claro; sabemos que todo parte del cerebro) se engaña fácilmente. Tenemos que ser capaces de engañarlo de forma tal que redunde en nuestro éxito; en el caso de los jugadores, que sea beneficioso para ellos en el terreno de juego (es el eslabón más importante, que no el único, para los jugadres). De ahí la necesidad de mitos, historias, ejemplos, arengas... Todo forma parte de la motivación. Y la historia, intenta que dicha motivación se matice, y perdure (esa era la esencia del artículo, no?).
Saludos.
Lo simpático es que mientras el fútbol hablaba de ser dirigido como una empresa las empresas se fijaban justo en lo que había de diferente en el fútbol respecto a ellas. De ahí iniciativas como el Make a Team de Corbalan y Valdano. Bernabéu decía que el fútbol era algo raro. Ni deporte ni empresa.
Un saludo
Qué maravilla de artículo. Lo he leído un poco apresuradamente, y lo releeré más tarde, ya con calma; tampoco he podido mirar la mayoría de los muchos enlaces que incluye. Las referencias al "storytelling" me parecen particularmente relevantes. Yo conocía, sobre todo, las teorías del "framing" o "encuadre", que se centran en analizar cómo, en la comunicación pública, se puede crear una especie de "marco" para los acontecimientos, de forma que éste ya va orientando la manera en que el público recibirá la información (y, lo que es más importante, cómo reaccionará ante ella). En síntesis, se trata de seleccionar una parte de la realidad, omitiendo el resto; definir un problema; identificar un culpable; definir la situación en términos morales (lo que facilita la respuesta emocional del receptor); y ofrecer una solución.
De todos modos, una cosa son el "storytelling" y los "encuadres", y otra, los mitos. Mientras que, probablemente, no podemos prescindir de los primeros (como no podemos prescindir de las metáforas, ni siquiera para pensar), sobre los mitos, en cambio, tengo un punto de vista radical y, seguramente, ingenuo: pienso que para que la humanidad sea realmente libre, una de las condiciones es que consiga desprenderse de todo pensamiento mítico (y para lo cual, en primer lugar, la sociedad en la que viva deberá ser una que no necesite de mitos para legitimarse).
Similarmente, creo que un buen periodismo no debe emplear técnicas de "storytelling": la realidad es demasiado compleja y contradictoria como para que sea el periodista (y no el lector) quien, haciendo uso de su posición de poder, imponga un sentido, una narración, a su público. El trienio de Mourinho en el Madrid ofrece un excelente ejemplo de construcción narrativa, de "buenos contra malos", que significó a la vez un abuso sin precedentes del poder del periodismo como "relator", y una degradación, también sin precedentes, de la calidad profesional y hasta ética de los productos periodísticos. En este sentido, yo siempre vi los artículos de Jabois, como el que se enlaza, como una especie de burla, de venganza tardía, hacia el mejor tejedor de relatos del periodismo deportivo español: Diego Torres.
Sobre el Madrid: me resulta divertido cómo se resiste el Madrid a ser analizado racionalmente. O, para ser más precisos, cómo se resisten algunos periodistas a analizarlo racionalmente. "¿Por qué gana el Madrid?", se preguntan siempre. Parecen asumir que no puede hacerlo "desde el juego", pues no tiene "modelo" alguno. Presos de su propio relato, en el que es el Barcelona el que monopoliza el "buen juego", los periodistas acaban decantándose o bien por la mística, o bien por el dinero. Es decir: oscurantismo y materialismo ramplón (y tramposo: ¿o es el Madrid el único club rico, siquiera de España?).
El Madrid, lo que tiene es una historia repleta de triunfos europeos; eso es lo que le ha dado fama. La mística puede ayudar un poco a los jugadores del Madrid, e intimidar a los contrarios, si ambos creen en ella; pero tiene que estar respaldada por un fútbol competitivo. Sin éste, la mística no puede mantenerse; ni se habría creado en primer lugar.
Que tal DeSqueran. Permiteme que te comente sólo la última parte de lo que dices. Las críticas que eliminan cualquier mérito deportivo-técnico del Real Madrid, su entrenador o sus jugadores, para argumentar que el éxito es producto exclusivo de la suerte o un supuesto contubernio arbitral no dejan de ser un "relato". Qué es lo mismo que se critica cuando alguien utiliza conceptos como "grandeza" o "mística".
Un saludo
Sí, yo no había mencionado la suerte o los árbitros, pero por supuesto que pueden utilizarse como parte de una narrativa que explique por qué gana el Madrid. La suerte me parece menos creíble (¿de verdad puede un club ganar 13 Copas de Europa sólo con suerte?); los arbitrajes, en cambio, sí me parecen verosímiles, pero sólo dentro de un relato más amplio que sitúe al Madrid en una posición permanente de dominio político-institucional, y que explique por qué otros clubes nunca podrían ocupar esa misma posición.
Interesantísimo artículo que abre una perspectiva poco explorada del imaginario del fútbol. Se me ocurre que puede ser el puntapié inicial de otra serie de abordajes, desde la mitografía -¿imaginas una 'Malla Blanca' inspirada en 'La Rama Dorada' o más palmariamente una 'Diosa Blanca' parafraseando el texto lunar de Graves?-.
Por supuesto. Ahí está la Cibeles como Diosa Blanca. En su día ya le comenté a Marta del Riego, coautora del libro La Biblia Blanca, que yo creía que el judeo-cristianismo casaba peor que otras mitologías con el Real Madrid. El madridismo me parece más pagano.
Un saludo
¿Y no será que todo esto trasciende el mito y se sustenta, en verdad, con lo divino? ¿No será que el Madrid es, como una vez dijo Ramos, el equipo de "Dios"? Todo mito tiene su parte falsa, pero también tiene su parte "verdadera". Y esa verdad, aunque dependa de una creencia o "evidencia" previa -el creer que Dios existe- creo que ha acabado siendo, por sí misma, la constatación de la existencia divina. Vamos, que el Real Madrid ha acabado siendo, para mí, una prueba más de la existencia de Dios.
http://www.marca.com/blogs/tribuna-y-tribuneros/2019/04/25/zidane-y-los-plenos-poderes.html