Tensión competitiva, solipsismo culé

Hola a todos. El solipsismo es la creencia metafísica de que lo único de lo que uno puede estar seguro es de la existencia de uno mismo. Así, la supuesta realidad que te circunda podría no ser más que parte de tus estados mentales, meras emanaciones de tu mente. El término solipsismo viene del latín : [ego] solus ipse" (traducible de forma aproximada como "solamente yo existo"). Llevada al extremo, esta disciplina llevaría a concluir que todos objetos y personas que en un momento dado no están sometidas al escrutinio de nuestros sentidos no existen en ese preciso instante.

Hoy hay semifinales de Champions League, y el entorno culé sufre un ataque de solipsismo de padre y muy señor mío. Pero, ¿es un ataque o es que estos señores ya se han quedado así, en pésima digestión de años de éxito al que históricamente no estaban acostumbrados? Hoy hay semifinales de Champions League, que es una cosa que importa a millones de personas en todo el planeta y cuya existencia real atestiguan frente al televisor aficionados al fútbol de todas las latitudes y en cantidad suficiente como para llenar miles y miles y miles de Maracanás. Sin embargo, el entorno mediático culé se ha autoconvencido de que es posible que sea algo que casi no existe si él no le presta mucha atención. Una emanación prescindible del propio ser y susceptible, por tanto, de ser ninguneada en portada hasta extremos irrisorios. O no, porque la risa que nos provoca su solipsismo podría no ser más, asimismo, que una emanación del ser culé que se elimina de la ecuación a base de no prestar atención a la misma. Perdonen, pues, si nuestra risa no existe tampoco (como la Champions), pero esta carcajada -emulando al de aquel sacramento de la penitencia en el chiste- nos la acabamos.

Os damos a elegir, queridos galernautas. ¿Cuál de las dos portadas os divierte más? La elección es ardua, lo sabemos. No queremos haceros pasar un mal rato, pero nos vemos obligados a conminaros a elegir. Es una elección (otra vez) metafísica, lo que me hace pensar que habría otro portanalista más cualificado que yo para escribir esto hoy. Pero vosotros me entendéis. De igual forma que Julian Barnes aseveró que "la forma en que abrazas en la oscuridad determina la forma en que ves la historia del mundo", yo os digo ahora que la elección entre la portada de hoy de Sport o la de Mundo Deportivo determina vuestro yo intransferible, fuera del cual no existe nada realmente. Nada excepto (lo sentimos, amics) la Champions.

La portada de Sport es más graciosa cuantitativamente, digamos: la cosa minúscula de toda minusculez, el rectangulillo inferior derecho que -con los colores del City, además, pues esta gente no da puntada sin hilo- los chicos de Mascaró dedican al acontecimiento deportivo mundial de esta noche es para pegarse una pechada de reír de esas que acaban con un dolor de costillas inhumano. Me parto la caja, como dice ahora la gente de manera algo extraña, como si la risa actuara como la cabeza de nuestro entrenador sobre el esternón de Materazzi.

En cambio, la primera plana de Mundo Deportivo es un poquito menos tronchante en lo cuantitativo, en tanto en cuanto el espacio dedicado al choque europeo de hoy es, aun siendo muy residual, un punto menos ridículo. Pero la noticia (¿?) escogida para hacer sombra informativa a lo que va a pasar esta noche a partir de las 20,45 es para mear y no echar gota (expresión que tampoco entendemos muy bien, ignorantes como somos entre la correlación de los problemas prostáticos y el sentimiento de sorpresa). Bailly está en la lista. Suponemos que se refiere a la lista de EDDACCR (El Director Deportivo Antes Conocido Como Roberto, hoy por hoy Robert por efecto de la corrección política catalana que arrasa con nombres y marcas por mucho que ya hubieran hecho fortuna castellanizadas). Tal cual suele espetar nuestro colaborador Antonio Hualde cuando algo se la sopla muy mucho, no sabéis cómo nos alegra. Nos alegra lo de Bailly, pero más aún nos regocija, amigos de MD, que hayáis optado por un McGuffin de tan alarmante falta de enjundia para distraer al espectador sobre lo esencial, y lo esencial es lo que pasa en el Etihad de Manchester.

"Veo a los jugadores con la misma cara de campeones que en 2014", dice Zidane, y aunque sabemos que las Copas de Europa no se ganan con caras sino con goles no podemos evitar un somero escalofrío. Estamos ahí, queridos amigos, asomando otra vez las puntas de los pies al abismo de la leyenda con un viento familiar curtiendo nuestras mejillas con un soplido atávico. Juguemos con pasión e inteligencia, con solvencia y determinación. Juguemos como contra el Barça, contra al Villarreal, contra el Wolfsburgo. Partidos que han cimentado el camino para una trayectoria basada en la interiorización una excelencia contundente y práctica, la que quiere Zizou.

Hace bien poco, el grandioso Paco Gento nos contó que este año ganaríamos la Undécima. No puede haber profecía más autorizada y electrizante.

A por ella.