Te amo B. Te amo porque solo tú me entregaste tus votos. Te amo con esa incontinencia que desborda nuestro secreto y se convierte en cuchicheo de muchos. Te amo aunque pese a ello sigamos ocultándolo como si nadie lo supiese aún. Te amo aunque no siempre te quise igual. Tanto no.
Recuerdo con simpatía nuestros primeros escarceos en Tenerife allá por los noventa. Venías de seducir a aquel mozo de Teruel con el que habías compartido adolescencia pero que finalmente te dio calabazas. Y de inmediato viniste a mí. Con descaro, pero con la sinceridad de quien necesitaba imperiosamente saciar su libido. Y yo la calmé, un año y otro. Éramos jóvenes, ¿recuerdas?
Del aroma de aquellos días isleños todavía conservo aquel broche de oro y brillantes que me regalaste. Te confieso que en aquel momento me pareció un gesto demasiado formal, exento del ardor que nos atraía como dos llamas en un incendio. Por eso guardé el detalle contrariado, convencido de que entre nosotros aún no había nada serio, sino simplemente un desenfreno carnal.
Pero el furbo tiene estas cosas y con los años llegó el arrebato. Jamás y cuando digo jamás es nunca, podré olvidar aquella velada de noviembre de 2004, en Las Rozas, cuando nuestras miradas se cruzaron, ante el abismo de la derrota más cruenta y sí, por fin, me hiciste tuyo. En la víspera, repartiste misivas entre los presentes y empeñaste parte de tu buen crédito para claudicar los juicios y así conseguir coronarme como reina de la noche. Nunca podré saldar semejante deuda.
Cómo olvidar aquellas noches junto a ti, riéndonos por aquellos amigos y familiares que aún sostenían ingenuos que yo estaba sujeto a un compromiso Real y que los rumores de nuestra relación no constituían más que infundios de una caverna. Cómo no recordarte dando cuerda a esos dimes y diretes mientras luego, retozando ambos en tu alcoba del hotel me explicabas, divertido, que casi todo el mundo seguía creyéndome con aquel otro del traje blanco.
Pero yo no podía ser de nadie más que tuyo B. Y las veces en que tenía que mostrarme en público junto a ti, haciéndote entrega de un trofeo, me sentía Julie Andrews dando vueltas en mitad de tu pradera, mientras un coro de chicos me rodeaba como a un árbitro cantándome Do, Re, Mi. Sabes que ni por el bien de nuestra coartada acepté desfilar, cuando llegó su turno, por la hierba de aquellos que mal te querían.
Porque a partir de entonces os quise con locura, os quise porque fuiste varios pero todos y cada uno siempre B. Te quise cuando fuiste aquel bon vivant de puro en boca y botella de champán en mano. Te quise cuando fuiste el amante recatado al que no sabía cómo complacer: ¿Qué más quieres que te dé?, te suplicaba. Te quise cuando tornaste en ese vendedor de crece pelo que afirmaba comprar duros a cuatro pesetas. Te quise hasta cuando te engañé.
“No es lo que parece”, atiné a balbucear cuando abriste la puerta y vislumbraste mi presunta traición. Fue un 14 de Febrero, en tu misma casa, con una gente de Vigo. Pero efectivamente aquel punto fatídico no era lo que parecía. Tan solo fue un beso robado, un ósculo sin sustancia, un desliz fortuito. Porque dos labios que se sellan sin pasión no son desleales sino simplemente torpes. ¡Cómo iba a hacerte yo algo así!
Y créeme que pagué con creces tu aflicción, porque nada duele más a un ser que ama que percibir el dolor de la persona a la que quiere. Pero eso estoy aquí hoy, otra vez día de San Valentín, para refrendar, el testimonio de mi arrepentimiento: Trescientos sesenta y cinco días de entrega disciplinada. Doce meses sin una pena máxima. Un año de fidelidad sin mácula. Una vuelta completa al sol perdonándotelo todo.
Porque tú lo vales. Porque yo te quiero. Porque en mayo vuelve a elegirse a la reina de la noche.
Siempre tuyo.
Ángel María.
Simplemente excelso, señor Kollins. Me quito el sombrero. Además, se disfruta más en una segunda o tercera lectura, en la que se captan todos los matices que en una primera lectura se escapan.
Lo ha puesto perfecto. La cuestión aquí es... Hay alguna posibilidad por remota que sea de acabar con la historia de amor (22 de mayo próximas elecciones).. O va a ser hasta que la muerte separe a los corruptos amantes?
Si alguien sabe que opciones hay, comenten. Este tipo va para mas de 30 años en el cargo.
Ese amor tiene poco de furtivo. Ha sido captado por tantos paparazzi que muchos creemos que los documentos gráficos son posados y no robados.
Ahora en serio, las alternativas son más de lo mismo. Hasta el punto de que su gran rival es uno que llevaba 30 años con él.
Aquí la única forma de jugar a este juego es la que explicaba Sean Connery a Kevin Costner en Los Intocables: "si él saca un cuchillo, tú sacas una pistola". Basicamente, que tenga tanto o más miedo a perjudicarte del que tiene a beneficiarte.
Imposible decirlo mejor en un día como el de hoy.
¿Estamos ante los últimos coletazos de una relación tan fructífera o no?
22 de mayo...