Takefusa Kubo y la cultura del sol naciente

Tras trabajar más de veinte años en multinacionales japonesas, puedo afirmar que conozco algo del carácter japonés y de su idiosincrasia. Trabajando con ellos te das cuenta que, para ellos, su faceta profesional, al menos durante los horarios laborales, es lo más importante de sus vidas. Bromas, las justas, por no decir ninguna. Dedicación, esfuerzo y seriedad ante todo. Una filosofía en donde prima sobre todo la puntualidad, el método organizativo y un enorme respeto tanto a los superiores como al resto de compañeros de trabajo.

Takefusa Kubo es el primer jugador japonés que ha jugado partidos -por ahora amistosos- con el primer equipo del Real Madrid. Su fichaje ha sido la noticia más positiva de la temporada hasta hoy, primero por haber tenido Juny Calafat y su equipo la habilidad de ficharlo -ante la atónita e incrédula pasividad de su antiguo club formador, el FC Barcelona-, y segundo, y más importante, por la eclosión que han supuesto para el madridismo sus derroches de calidad en los escasísimos minutos en los que lo hemos visto jugar o entrenar.

Hasta dónde llegará Take, como parece ser que le gusta que le llamen, por ahora sólo lo sabe el cuerpo técnico del club. Aparte de su juventud, 18 años recién cumplidos, hay una serie de inconvenientes administrativos debidos a los cupos de extra comunitarios, como bien se explicó en estas páginas hace unos días.

kubo es el primer japonés en disputar minutos
con el primer equipo del real madrid

Muchos pensamos que su edad no debería ser un insalvable obstáculo para poder jugar. Todos conocemos ejemplos pasados notables como Ronaldo Nazario, Messi o Raúl, a los que nadie puso barreras para debutar y triunfar bien jovencitos. Lo que a mí no me cabe ninguna duda es que Kubo, como buen hijo del país nipón, va a esforzarse al máximo para poder hacerse un hueco en la primera plantilla.

Lo primero que se aprende en la educación japonesa es el respeto: respeto a los padres, a los abuelos, a los maestros, además de a las tradiciones. Eso supone que, ya desde niños, la humildad se impregna en todo carácter japonés. En la cultura empresarial, esto es exactamente algo calcado. Lo que se ve en las películas no es más que el reflejo de la vida real: un jefe merece respeto sólo por el hecho de serlo, luego poco a poco por supuesto ha de ganárselo día a día con sus subordinados. En ese sentido, nuestra cultura occidental ha ido perdiendo valores que eran habituales hace 30, 40 o 50 años por estas latitudes.

Se nota que Take Kubo es disciplinado y respetuoso con sus entrenadores y con sus compañeros más veteranos desde el primer momento, por sus gestos de asentimiento, por su prudente silencio y por las declaraciones que ha hecho hasta el momento. Lo que él trata es demostrar sobre el terreno de juego, y con un juez imparcial -como es el esférico- de por medio, sus cualidades innatas y sus automatismos adquiridos y cada vez más eficaces y más valiosos para el colectivo y para mejorar a sus compañeros y facilitarles su trabajo.

Las horas de trabajo en empresas japonesas y con colegas de Japón son realmente horas de trabajo: se empieza a las 8:00, no hay apenas pausas para tomar cafés o comentar la actualidad política o deportiva, la hora de comer se emplea para comer y si acaso dar un pequeño paseo para oxigenar el cerebro, y por la tarde, hasta las 17:00, la actividad laboral suele ser constante. Ya he dicho que hay pocas pausas y menos aún bromas durante ese horario. Ello no quiere decir que sean inhumanos o estén robotizados, ni mucho menos: es muy habitual, tras el final de la jornada laboral, salir con ellos a cenar y allí es cuando muestran su otra faceta, cuando hablan de su familia y de sus vidas, y allí ya hay espacio para risas y chascarrillos, es el momento de verles disfrutar e incluso para verles soltar carcajadas entre sushi y tempura, entre sake y cerveza Asahi.

Otro rasgo muy característico de ellos es su fidelidad hacia la empresa para la que trabajan. No es nada raro que uno empiece en una compañía y se jubile en ella cuarenta años después. Sin duda, Kubo estará muy agradecido al Real Madrid por haberle dado la oportunidad de dar el gran salto a Europa tras su paso por La Masía y su buen hacer en el FC Tokio. Su fidelidad está garantizada siempre y cuando por parte del club haya un trato correcto en contrapartida. Lo demás dependerá en mayor medida del joven Kubo, del que sin duda podemos esperar un esfuerzo ilimitado, un afán por mejorar cada día, aprendiendo a diario de sus maestros y de los veteranos y amueblando poco a poco una cabeza que, desde fuera, parece ya saber muy bien lograr lo que se propone.Esperemos que el éxito por haberlo traído al Real Madrid vaya acompañado en las próximas semanas con una buena toma de decisiones para él de cara a su futuro más cercano.

Los mimbres están ahí. Las cualidades balompédicas son innegables y las están pudiendo comprobar todos los espectadores, aunque haya sido con cuentagotas. El carácter indomable y las ganas de superación, sus ganas de luchar por sus objetivos y por superarse, además del amor por lograr un trabajo impecablemente hecho, van sin duda a ayudar a que Takefusa Kubo llegue, ni más ni menos, hasta donde se lo proponga: por lo pronto, tras un mes en Madrid, es la verdadera sorpresa. Nadie hubiera imaginado hace unas semanas que este desconocido iba a dar tanto -y tan positivamente- que hablar.