Las mejores firmas madridistas del planeta

Anoche de madrugada el diario As hacía una pregunta que me pareció graciosa en su cuenta de Twitter. Pensarán que hacía yo mirando de madrugada la cuenta de Twitter del diario As. No tendría ningún problema en responder si lo supiera. Supongo que tiene que ver con el paso del tiempo. Uno a veces recuerda cómo era o qué hacía, y ve a una persona distinta que nunca haría las cosas que hace. Pero aquí estamos. Entonces tenía, por ejemplo, un pelo lustrosísimo como para ponerme delante de un ventilador como ponen siempre, o ponían, a Paulina Rubio en los videoclips.

Y en las madrugadas leía y veía películas antiguas hasta que me quedaba dormido y me arrastraba a la cama con mi pelo admirable y luego soñaba que iba a escribir esas novelas y protagonizar esas películas. No crean que estoy del todo perdido. No me va a dar tiempo a leer todos los libros, ni a ver todas las películas antiguas. Quizá por eso es como si ya hubiera desistido un poco, medio satisfecho, a veces, angustiado otras, por mi escaso bagaje.

Aún sigo leyendo y viendo películas, pero ya sólo cuando me dejan. Antes nadie tenía que dejarme, lo cual era estupendo, pero también puede llegar ser estupendo que no te dejen. Por ejemplo, si quien no te deja es una niña que te pide que te quedes al lado de su cama por la noche y le cuentes cosas. Yo le cuento cosas de los libros que he leído y de las películas que he visto. Y con las lucecitas nocturnas que hacen sombras por la habitación se ven sus ojos brillar; y cuando ella al fin se duerme, entonces me alegro de haberle podido contar unas pocas cosas, justo antes de acabar ¡ay!, ojeando de madrugada el As.

“¿A quién le darías un Balón de Oro honorífico?”, decían en la pregunta graciosa, tras lo que aparecían las fotos de Xavi, Casillas, Iniesta y Buffon. Así, de primeras, negué con la cabeza y enarqué las cejas, no porque no lo merezcan, ni mucho menos, los cuatro candidatos propuestos, sino más bien por las ausencias escandalosas, lo cual da idea de la parcialidad de la cuestión que no se podía imaginar, por favor, en un medio tan serio como As.

Es posible que si no hubiera existido Messi, Xavi e Iniesta tendrían hoy, cada uno de ellos, un Balón de Oro. Aunque también es posible que, de no haber existido Messi, tampoco hubiera existido la posibilidad para Xavi e Iniesta de ganar un Balón de Oro. Yo voy a decir que el Balón de Oro del año del Mundial de España debió haber sido para el albaceteño, pero fue para Messi. ¿Buffon? Seguro que algún año mereció ganar, no sabría decir exactamente cuándo, ni tampoco me interesa mucho saberlo, como Casillas.

Se me ocurren unas cuantas de esas ausencias escandalosas que hacen de la pregunta de As una pregunta de As. Se me ocurre Maradona, por ejemplo. Y Puskas. Yo casi no sé quién es Mathias Sammer, pero ganó el Balón de Oro y Puskas no. Se me ocurre Bergkamp. Y Henry. Y Steven Gerrard. Del Piero o Totti. Se me ocurren más, como Schuster, pero sobre todos ellos se me ocurren Butragueño y Raúl. Ninguno de los dos, ni de los anteriores, aparece entre los elegidos de madrugada por As. Y creo que eso es lo que lo hace gracioso. Butragueño debió haber ganado el Balón de Oro de 1986. Del mismo modo que el ganador de 2001 debió ser Raúl. Ni Xavi, ni Iniesta, ni Casillas, entre los españoles, tuvieron tan cerca el premio como Butragueño y Raúl.

¿Qué es lo que lleva a un periódico de fútbol, mayormente, y de Madrid, a ignorar (vamos a suponer, sólo a suponer que Butragueño quedara un poco antiguo en el contexto) a Raúl en una pregunta cómo esta? Que Raúl no aparezca entre esos pretendientes, por espontáneo y ligero que sea el impulso, lo dice casi todo del organizador y del omitido, incluso de los inocentes postulantes.

Raúl podría haber sido el Jordan del último baile del Madrid (que le pregunten a los galácticos quién era el jefe) y eso no ha debido de gustar nunca a los hacedores corrientes del relato, pues Raúl (como Butragueño: tan especial, tan encantador) siempre fue capaz de darle un giro brusco sin permiso a la trama previamente escrita, a la que sí se amoldaron y por ella discurrieron, cómodos (con todo el derecho), Xavi, Iniesta y Casillas, para conseguir, entre otras cosas, que un diario como As los considere aspirantes a lo que cualquier madrugada se les ocurra considerar.

Mi Real Madrid favorito

El Real Madrid de La Quinta del Buitre

 

No sé si se acuerdan de los jerseys Privata. Eran unos jerseys lanudos y pesados que se llevaban grandes y de todos los colores. Yo siempre asocié los Privata con la Quinta del Buitre y con las películas de Hombres G, que fueron los Buitres del pop. Por entonces, la Quinta ya eran los jugadores más famosos de España, Pardeza se había marchado a Zaragoza para siempre, y yo sólo tenía ojos para Butragueño.

Cinco o seis años antes yo me sentaba en el Bernabéu al lado de mi padre, con el objetivo principal de ver a Juanito. Recuerdo el tejado y la lluvia fina. El frío, el cielo gris y el olor a puro. De pronto en los marcadores apareció el nombre de Butragueño. El Buitre había marcado con el Castilla en algún lugar ignoto y lo anunciaban en el Bernabéu como un acontecimiento maravilloso, tal era el estado semi depresivo del Madrid.

El Buitre había marcado con el Castilla en algún lugar ignoto y lo anunciaban en el Bernabéu como un acontecimiento maravilloso

Me acuerdo de que apareció escrito en letra roja ochentera y punteada de marcador: B U T R A G U E Ñ O; y recuerdo sentir un escalofrío de emoción. Y recuerdo comprobar con estupor que no era el único, pues un murmullo como de agua hirviendo recorrió de forma sorpresiva las gradas de Chamartín.

Butragueño estaba dentro de nosotros sin que lo supiéramos, aunque lo sabíamos. Aquella reacción popular fue un hito para mí. Oí por primera vez latir mi corazón madridista y butragueñista como si me lo hubiera sacado y lo mostrara orgulloso y sanguinolento como trofeo. Butragueño era la gran esperanza blanca. Y yo era blanco y bullía y apretaba los dientes enfervorecido por dentro.

El Madrid venía como de años de posguerra y aquel niño (uno como yo, pero mayor) estaba llamado a cambiarlo todo desde ahí mismo, precisamente desde ese corazón mío y desde el de todos los demás. Y además no estaba solo. Resultó que eran una suerte de pandilla de todos los colores, como los jerseys Privata.

Butragueño era un niño como nosotros del colegio Calasancio. Un chico de Madrid que iba a ser la estrella del Real Madrid. Yo creo que todos los chicos de Madrid y del Madrid lo llevamos en fervorosas y metafóricas volandas hasta esas alturas. Butragueño nos representaba. Butragueño éramos nosotros y Butragueño era el hijo de nuestros padres orgullosos y el nieto de nuestros abuelos orgullosos que habían visto seis Copas de Europa y reconocían a una generación con hechuras para una séptima. Butragueño era un consenso madridista, la transición gloriosa y única y brillante. Y lo empujamos con ese corazón para que nos salvara y nos salvó.

Vaya si nos salvó. Cuántos domingos melancólicos por la noche pasé yo antes de irme a la cama viendo el verdadero Estudio Estadio para escrutar con deleite lo que había hecho Butragueño, mi ídolo. Y cuántas veces pasé por la perfumería Butragueño de la calle Narváez, al lado de mi colegio, con la infantil esperanza de verlo. Yo miraba los ojos azules de su padre tras el mostrador, que estaban siempre húmedos, y pensaba que era por la emoción que no podía dejar de sentir. Una emoción incluso más grande que la mía.

A mí antes de él me gustaban, y entonces me seguían gustando, Juanito y Santillana. Yo recuerdo jugar a ser Juanito y Santillana hasta que apareció el Buitre. Yo me puse a jugar a fútbol (entonces jugaba a fútbol todos los días con una fantasía inolvidable: jugaba con la mente, pero mucho más arriba que mis pies) como él. Todos jugábamos como él: haciendo la paradita con las piernas abiertas y dejando los brazos muertos de orangután, antes de arrancar de pronto y sentirnos por instantes Butragueños y felices para siempre.

Todos jugábamos como él: haciendo la paradita con las piernas abiertas y dejando los brazos muertos de orangután, antes de arrancar de pronto y sentirnos por instantes Butragueños y felices para siempre.

No parecía que Butragueño pudiera acabarse nunca y así pasaron los años triunfales, ¡qué época!, preciosos, y yo aprendí a mirar a los lados de Butragueño y descubrí a los otros. Sobre todo, a Míchel, pero sin apartarme nunca de Butragueño. Butragueño fue el futbolista español más famoso de Europa después de mucho tiempo. Butragueño fue un renacer, una apertura, como una entrada en la OTAN futbolística.

Emilio Butragueño se hizo universal tras su exhibición con España en Méjico ante Bélgica. Parecía asombrosamente posible que aquel chico llevara por fin al Madrid a levantar otra Copa de Europa. Esos trofeos de la UEFA... el Anderlecht... En fin. Pudo ser y al final no fue, pero para mí no significó una decepción porque Butragueño era un triunfo íntimo y total e inacabable. Butragueño no venía de una favela, venía de dónde yo.

Gracias a él todos habíamos sido jugadores del Madrid. Habíamos sido las estrellas del Madrid. Millonarios con el Madrid, internacionales. Butragueño éramos nosotros escuchando a los Simple Minds o una casete que me grabó mi prima mayor. Mi prima que llevaba el pelo de punta y se vestía con monos y llevaba hombreras. En esa casete me grabó el Joshua Tree y, como sobraba cinta, también grabó Take On Me, de A-ha, Voyage, Voyage, y Why Can’t I Be You? y Just Like Heaven, de The Cure.

Gracias a él todos habíamos sido jugadores del Madrid. Habíamos sido las estrellas del Madrid. Millonarios con el Madrid, internacionales. Butragueño éramos nosotros escuchando a los Simple Minds

Es así como recuerdo yo aquella época de la Quinta: Just like Heaven. No recuerdo, y no me importan, los resultados. Recuerdo las sensaciones. Cómo era yo entonces, un Butragueño moreno lleno de ilusión y de miedo, cómo abría los ojos y me corría la sangre al verlo a él al final, siempre culminando la travesura colectiva de la pandilla mítica.

Mi Real Madrid favorito

1-El Real Madrid de Capello

2-El Real Madrid de Di Stéfano (años 50)

3-El Real Madrid de Mourinho

4-El Real Madrid de Zamora

5-El Real Madrid de la Quinta del Buitre

6-El Real Madrid de los Galácticos

7-El Real Madrid de Miljanić

8-El Real Madrid de la Quinta del Ferrari

9-El Real Madrid de la posguerra (años 40)

10-El Real Madrid de los García

11-El Real Madrid de Valdano

12-El Real Madrid Ye-yé

13-El Real Madrid primigenio (1902-1924)

14-El Real Madrid del "4 de 5"

 

 

En pocas semanas se disputará el Mundial de Rusia de 2018 y el Real Madrid volverá a estar muy bien representado en varias selecciones de todo el planeta. Salvo lesión, serán 15 los futbolistas blancos que acudan al torneo en un dato que significa un récord hasta la fecha.

La primera vez que algún jugador merengue representó al Real Madrid en la Copa del Mundo fue en Italia 1934 tras no ir ninguno a Uruguay en 1930. El seleccionador español Amadeo García convocó a cinco jugadores para la cita en el país transalpino: Ricardo Zamora, Ciriaco Errasti, Jacinto Quincoces, Luis Regueiro e Hilario Marrero.

El Madrid ganó semanas antes la Copa y entre 1932 y 1933 reinó en el panorama nacional con la Liga. Por ello cuatro jugadores fueron básicos en sus esquemas y el único que no tuvo minutos fue Hilario. ‘El Divino’ jugó ante Brasil y el primer partido contra Italia en la llamada Batalla de Florencia. Sin embargo, una lesión le impidió actuar en el desempate. Lo mismo le ocurrió al zaguero eibarrés Ciriaco. Luis Regueiro por su parte se perdió el debut ante los sudamericanos pero jugó y a gran nivel contra la ‘azzurra’, marcando además un gol en el primer choque. Por último Quincoces, que fue elegido tras el Mundial como el mejor defensa del mundo, es el único que participó en los tres partidos del equipo nacional español en el Mundial.

La ausencia de merengues en el Mundial de Francia 1938 hizo que hasta el periodo posterior a la II Guerra Mundial no se viera de nuevo a un madridista en el torneo más prestigioso del fútbol. Y el único que viajó a Brasil 1950 fue Luis Molowny, pese a que Miguel Muñoz fue reclamado por parte de la afición en el país. Guillermo Eizaguirre confió en el joven interior canario pero, debido a la gran competencia en su puesto, sólo disputó 90 minutos. Indiscutible en la clasificación ante Portugal, ‘El Mangas’ vio cumplido su sueño de jugar un Mundial en el primer partido de la segunda fase ante Uruguay. El duelo se celebró en Pacaembú y España rayó a gran nivel contra las charrúas que días más tarde darían la sorpresa en el mítico ‘Maracanazo’ frente a la anfitriona Brasil.

Hasta 1958 hubo que esperar para que un extranjero blanco vistiese la camiseta de su país en una edición mundialista. Y era uno de los mejores jugadores del mundo: Raymond Kopa.

El francés, que se alzaría ese año con el Balón de Oro, completó un Mundial de Suecia extraordinario. La estrella gala del equipo que dirigía Albert Batteux comandó a su selección a un tercer puesto histórico hasta ese momento. ‘El pequeño Napoleón’ participó en los seis partidos de los ‘bleus’, marcó tres dianas (ante Paraguay y Escocia en la liguilla y Alemania Occidental en la lucha por la tercera plaza) y asistió en varias ocasiones a su compañero Fontaine, al que ayudó a lograr el trofeo de mejor realizador del Mundial.

Cuatro años después, España regresó a un Mundial tras doce años de ausencia. En la lista confeccionada por Pablo Hernández Coronado y el entrenador Helenio Herrera, figuraron siete madridistas, de los cuales la mayoría habían formado parte del glorioso cuadro blanco que gobernó la Europa futbolística desde 1956 a 1960. Ese curso el Real Madrid también se presentó en la final de la Copa de Europa pero por primera vez perdió ante un Benfica guiado por Eusebio. El arquero Araquistáin, los defensas Santamaría y Pachín y los atacantes Del Sol, Puskas, Di Stéfano y Gento fueron los elegidos para un Mundial en el que la selección tenía puestas muchas esperanzas.

Sin embargo, rápido se torcieron las cosas para ‘La Saeta Rubia’ que se lesionó días antes y no pudo dejar su huella jamás en un Mundial. Además Araquistáin llegó como suplente de Carmelo, pero tuvo su oportunidad ante Brasil en el tercer partido de la fase inicial. En cuanto a los defensas, Santamaría fue fijo para Herrera y Pachín entró en escena tras caer en el debut la selección contra Checoslovaquia. ‘Siete Pulmones’ Del Sol disputó los dos primeros encuentros y fue suplente contra la verde-amarela en el duelo decisivo, y tanto Puskas como Gento formaron parte del ataque en los 270 minutos disponibles en el torneo. El magiar no tuvo un papel muy destacado al contrario que ‘La Galerna del Cantábrico’, que deslumbró sobre todo contra México con una jugada extraordinaria a poco del final para servir a Peiró el gol con el que se derrotó a los aztecas.

En 1966, de nuevo la selección española fue la única en la que figuraron jugadores del Real Madrid para el Mundial de Inglaterra. José Villalonga, extécnico madridista y campeón dos veces de la Copa de Europa, contó con Antonio Betancort, Manuel Sanchís Martínez, Zoco, Pirri, Luis del Sol, Amancio y Gento. El arquero canario no tuvo ninguna opción con Iríbar en el marco, pero el resto fueron parte de la columna vertebral del equipo nacional. Sanchís (logró un gol célebre y magnífico ante Suiza) y Zoco jugaron los tres partidos de España y, en el último contra la RFA, el navarro lo hizo como capitán. Los otros cuatro merengues actuaron en dos partidos, Pirri y Luis del Sol en la derrota ante Argentina (el ceutí consiguió un tanto) y la victoria contra Suiza. Amancio, por su parte, salió ante los suizos (a los que anotó una diana) y ante los teutones, mientras que el capitán de la selección Gento participó en el estreno contra la albiceleste y también ante los centroeuropeos, para ser relegado al banquillo frente a Alemania Occidental.

Uno de los Mundiales más notables de la historia, el de México en 1970, se completó sin presencia madridista, y cuatro años más tarde únicamente Netzer se enfundaba la zamarra blanca. El cerebro rubio, un gran mediocampista que en 1972 deslumbró a todo el viejo continente en la Eurocopa, apenas tuvo participación en la Copa del Mundo con sede en su país. La base del equipo era la del Bayern y el seleccionador Schon le dio un papel testimonial con sólo 22 minutos en el duelo ante la RDA. Días más tarde, Netzer sería el primer campeón del mundo que pertenecía al Real Madrid, pero lo vio todo sentado en la banqueta.

Tras dos Mundiales ausente, España volvió en Argentina 1978, y Ladislao Kubala incluyó en su lista a cinco madridistas: Miguel Ángel, San José, Pirri, Santillana y Juanito. ‘El Gato’ tenía toda la confianza del seleccionador en la portería, y completó un Mundial fantástico con paradas fenomenales, aunque no pudo impedir la caída a las primeras de cambio. San José, especialista defensivo, también jugó los tres partidos, y a Santillana y Juanito les tuvo en cuenta Kubala después de perder en el estreno contra Austria. Mientras que Pirri, el capitán, empezó a buen nivel contra los austriacos pero luego dejó de contar en el choque contra Brasil del famoso fallo de Cardeñosa, y únicamente salió a jugar la segunda parte ante Suecia donde se confirmó la eliminación de España.

La gran esperanza de organizar un Mundial en casa, en 1982, se tornó en fracaso tras apenas unos días de competición. España dio una imagen muy pobre pese a que Santamaría llamó a Camacho, Juanito, Santillana, Gallego y Miguel Ángel y fue apeada en la segunda ronda. Arconada llevaba ya un tiempo como titularísimo en la portería, y eso dejó sin oportunidades a Miguel Ángel, que contaba con 34 años. Gallego, uno de los jóvenes, aprendió lo que era un Mundial y debutó en una gran cita internacional con 12 minutos en la inesperada derrota ante Irlanda del Norte. Por su parte, Santillana mantenía una gran pugna por el puesto de delantero con Quini o Satrústegui, y su bagaje fueron los dos partidos de la segunda fase en el Santiago Bernabéu ante Alemania Occidental, donde se perdió, y contra Inglaterra con la que se firmaron tablas. Los otros dos miembros blancos, Juanito y Camacho, sí eran fijos para el seleccionador, y el de Cieza actuó en los cuatro partidos del campeonato, mientras que el malagueño marcó de penalti en la repetición contra Yugoslavia y jugó en todos los partidos menos en la despedida contra los ‘pross’.

La participación madridista no se quedó esta vez en los hispanos sino que también otro alemán, al igual que en 1974, militaba en el cuadro de Chamartín en la época: Uli Stielike. El versátil futbolista era pieza clave de una selección de Alemania Occidental que sólo fue detenida por Italia en la gran final. ‘El Pánzer’ jugó en la derrota ante Argelia del debut y también en los dos siguientes partidos de su selección en la primera fase, en los que se alzaron con la victoria (Chile y Austria, este último en el famoso ‘que se besen’ de El Molinón). Luego los germanos, con el jugador con bigote en sus filas, igualaron con Inglaterra y se impusieron a España para plantarse en semifinales ante Francia en un partido antológico. El choque concluyó empate a tres tras una prórroga y Stielike falló su penalti (lo detuvo Ettori), aunque posteriormente su compañero Schumacher le sacó del apuro tras los errores de Six y Bossis. En su casa, en el Santiago Bernabéu, Stielike -al igual que con la Copa de Europa de un año antes- no pudo sacarse la espina y tampoco se proclamó campeón del mundo.

En México 1986, la nómina de jugadores del Real Madrid que aparecieron en el Mundial ascendió a nueve. Siete de ellos por parte de la selección española que dirigía Miguel Muñoz (Camacho, Maceda, Gordillo, Chendo, Gallego, Michel y Butragueño), el mexicano Hugo Sánchez y el argentino Jorge Valdano.

El rendimiento de España fue muy bueno, y únicamente los penaltis ante Bélgica cortaron las alas a un equipo que podría haber llegado más lejos en el torneo. Todos los madridistas tuvieron su oportunidad y mientras para unos -como Butragueño o Michel- su recuerdo es sensacional, para otros como Maceda es triste ya que una lesión en el primer encuentro ante Brasil le retiró prácticamente del fútbol. Butragueño se encumbró como un futbolista de talla mundial con cinco goles, uno ante Irlanda del Norte y un póker frente a Dinamarca en Querétaro.

Míchel también deslumbró pese a que su precioso gol fantasma ante Brasil fue ignorado por el trencilla australiano Bambridge. Camacho, el capitán de la selección, disputó todos los minutos posibles y Gallego se hizo con una posición del once en octavos y cuartos tras el tercer partido de la liguilla ante Argelia. Gordillo tuvo sus minutos en el duelo ante los norirlandeses, y Chendo (debido a las bajas) cumplió jugando contra los ‘Diablos Rojos’ en Puebla.

Los otros dos merengues del Mundial también alcanzaron la parte importante del campeonato. Hugo Sánchez, con la anfitriona, entró con fuerza en competición y marcó en su debut en la victoria ante Bélgica. Luego el nueve no marcaría más tantos, pero disputó la contienda ante los paraguayos y el choque de octavos con triunfo contra Bulgaria, y la dolorosa derrota en cuartos por penaltis ante la RFA. Por su parte Valdano jamás olvidará esa Copa del Mundo en la que se coronó campeón gracias al talento que tenía a su lado, un diez llamado Maradona. Valdano fue uno de los escuderos de ‘El Pelusa’, y con cuatro dianas descolló en suelo azteca. Anotó dos goles fundamentales en el estreno ante Corea del Sur, y también abrió la senda de la victoria en el tercer partido de la liguilla contra Bulgaria. Continuó siendo fijo en las rondas finales hasta que llegó la final contra Alemania Occidental, donde marcó el 2-0. Minutos después los germanos empatarían, pero una diana de Burruchaga otorgó el título a la albiceleste. Valdano entraba así en el club de los campeones del mundo merengues hasta la fecha junto a Netzer, con la salvedad de ser el primero en obtenerlo sobre el césped, ya que el alemán no llegó a jugar como ha sido dicho.

(Continuará).

El Real Madrid acumulaba dos campañas de sequía total de títulos hasta que en la temporada 1984-1985 volvió a colocar dos nuevos entorchados en la sala de trofeos de la entidad. Ese curso tomó las riendas del banquillo Amancio aunque no terminaría todo el año futbolístico siendo sustituido por el ‘apagafuegos’ Molowny. Además se incorporaría al equipo Jorge Valdano que integraría una formidable delantera junto a Butragueño y Santillana.

El ariete cántabro era el veterano y junto a él estaban una joven promesa de la cantera que llevaba diez meses en la primera plantilla y un futbolista argentino fichado del Real Zaragoza. El ‘Buitre’ empezaba ya a dar muestras de su fantasía, astucia, desborde en espacios reducidos, olfato de gol, sangre fría, inteligencia y una pausa en el área rival que desesperaba a los zagueros. Por su parte el sudamericano fue un jugador hábil, escurridizo, magnífico en la definición y con espacios y eficiente de cara al marco contrario.

En el Campeonato de Liga las cosas no funcionaron y el conjunto blanco centró sus esfuerzos en la competición continental, la Copa de la UEFA. El trío se estrenó en la vuelta de los dieciseisavos de final contra el Rijeka yugoslavo. En la ida se había caído por 3-1 y tocaba remontar. Butragueño no fue titular pero los goles llegaron cuando saltó al césped. Juanito marcó el primero y en dos minutos Santillana y luego Valdano culminaron el 3-0 con el que se accedió a octavos. Allí el Anderlecht doblegó con contundencia a los merengues en Bruselas y en la vuelta de nuevo debía realizarse una gesta. Y se logró. Los tres delanteros titulares en esta ocasión jugaron a un nivel excelso y colaboraron con cinco de los seis goles del Real Madrid. Butragueño hizo un ‘hat-trick’ y Valdano un doblete en el día que nació el miedo escénico del Bernabéu.

Por distintas circunstancias no volvieron a coincidir hasta la final pero en el partido de ida contra el Videoton húngaro resultaron decisivos otra vez. Santillana y Valdano anotaron una vez cada uno y con otro gol de Míchel sentenciaron el título europeo aquel año pese a caer en la vuelta en el coliseo merengue por la mínima. Para redondear la campaña se levantó la Copa de la Liga aunque en esta competición Molowny optó por dar minutos a algunos jugadores menos habituales y el tridente no concurrió a la vez en el terreno de juego.

Aquel verano de 1985 acababa de acceder a la presidencia Ramón Mendoza y entre sus fichajes hubo un mexicano del Atlético de Madrid de nombre Hugo Sánchez. El azteca junto a Butragueño formaría uno de los mejores dúos atacantes de la historia del fútbol español. En el siguiente lustro el Real Madrid conquistaría cinco Ligas, una Copa de la UEFA, una Copa del Rey y tres Supercopas de España y en buena parte se debió a estos dos prolíficos anotadores.

El azteca firmado del viejo rival de la ciudad tras un traspaso puente con la UNAM fue un ariete formidable. Un artillero rematador como pocos en la historia del balompié mundial. El área era su parcela natural y si el balón le llegaba la efectividad para introducir el balón en la portería era altísima. Era un futbolista zurdo y también descollaba en los tiros libres. Su compenetración con Butragueño fue extraordinaria y se entendían a las mil maravillas casi sin mirarse. Consiguieron más de 200 goles en esos años aunque la espina clavada que se les quedó para siempre fue no poder obtener la tan ansiada Copa de Europa.

La Liga regresó a Chamartín después de cinco temporadas y se logró arrollando a sus rivales. Hugo y Butragueño marcaron 32 de los 83 tantos del equipo y además el mexicano fue el ‘Pichichi’ de la competición. Dejaron grandes partidos para la hemeroteca como ante el Athletic con un doblete del azteca, el Sevilla con los dos tantos del canterano, un 5-1 a Las Palmas con ambos interviniendo en cuatro dianas o el 3-1 al Barcelona en casa que sentenció prácticamente la Liga. Pero su gran papel no se redujo al Campeonato Nacional sino que en la UEFA volvieron a deleitar con brillantes encuentros. Frente al AEK de Atenas ayudaron a pasar en la vuelta con dos goles pero fue el choque contra el Inter de Milán donde dieron lo mejor de si mismos. Después de perder 3-1 en el Giuseppe Meazza hacía falta otra remontada heroica y con un 5-1 en Madrid doblete de Hugo incluido se obtuvo. Días más tarde la final quedó encarrilada en el Bernabéu al ganar al Colonia por el mismo resultado que contra los ‘nerazzurri’ y excelente labor de los atacantes.

En los dos cursos posteriores con el neerlandés Beenhaker al mando de las operaciones llegaron otras dos Ligas. La dupla resultó incontenible para los rivales y Hugo aumentó su palmarés individual con otros dos premios de mejor artillero del torneo. Seis dianas al Betis en el Villamarín, tres al Mallorca, tres al Logroñés, cuatro al Cádiz en el Carranza, tres al Sevilla, tres al Sabadell u otros tres al Atleti en el Manzanares tuvieron como denominador común a los dos delanteros marcando y causando grandes dolores de cabeza a los defensas contrarios.

En la temporada 88-89 al título de Liga se añadieron esta vez el de la Copa del Rey y la Supercopa de España para obtener tres trofeos en el mismo curso desde 1957. La Supercopa se ganó al Barça por un global de 3-2 y con Hugo mojando en la ida en casa y Butragueño anotando un tanto clave en el Camp Nou. En la Liga se empezó al ralentí pero cuando se puso la velocidad de crucero el equipo fue inabordable. La gran pareja hispano-mexicana se lució en campos como Sarriá, La Condomina o La Romareda además de en el Bernabéu y los blancos aventajaron en cinco puntos al F.C. Barcelona. Por su parte en el torneo del KO fueron básicos a partir de las semis contra el Atlético de Madrid. En el Vicente Calderón se venció por 0-2 con una diana del ‘Buitre’ y en la vuelta otra diana del siete otorgó el pase a la final. Allí el Valladolid fue la víctima aunque el héroe esa tarde fue Gordillo al anotar después de una combinación entre el madrileño y el mexicano.

El último año victorioso de la ‘Quinta’ se produjo en la temporada 89-90. Había un nuevo inquilino en la parcela técnica, el galés Toshack, que llevó al plantel blanco a una Liga de récord con 107 goles marcados, 38 de ellos (todos al primer toque) de Hugo Sánchez que se volvió a llevar el Trofeo ‘Pichichi’. El azteca maravilló en choques como ante el Valencia, el Zaragoza, el Tenerife, el Barça, el Cádiz o Logroñés y Castellón (firmando sendos hat-trick) bien secundado por el siete que se unió a su fiesta goleadora. Los capitalinos sumaron 63 puntos y sacaron nueve a su más inmediato perseguidor el Valencia. El triunfo liguero permitió disputar la Supercopa de la campaña siguiente en lo que sería la despedida en forma de trofeo para el fenomenal dúo ofensivo madridista. Se dio un auténtico repaso al F.C. Barcelona al doblegarle en su feudo y avasallarle en el Bernabéu por 4-1 con dos goles de Hugo, uno del ‘Buitre’ y otro mítico de Aragón desde 40 metros.

A mediados de los 90 y tras cuatro años de ausencia la Liga regresó a Chamartín. Valdano que había dejado a los blancos sin dos Ligas en Tenerife le devolvió una como técnico merengue. Nadie pensaría en la pretemporada blanca que dos hombres vitales para esa conquista fueron los delanteros Ivan Zamorano y Raúl González. El primero no contaba para el entrenador argentino y el segundo empezó la campaña en el Real Madrid C. El chileno firmado del Sevilla en 1992 tenía en su remate de cabeza, su poderoso salto, su olfato de gol, su fuerza física y su gran coraje sus virtudes más destacables. Mientras que el segundo que se convertiría en leyenda de la entidad fue un futbolista excelso, no era sobresaliente en muchas cosas pero era un notable en todas. Listísimo, oportunista, ambicioso, indetectable dentro del área, un depredador del gol que sabía lo que había que hacer en cada parte del terreno de juego. Obstinado siempre en mejorar, fue un competidor nato.

La pareja no coincidiría sobre el césped hasta el debut de Raúl en aquella tarde célebre en La Romareda donde hizo todo bien menos marcar. Una semana más tarde sí lo logró en el derbi contra el Atleti en un choque en el que también anotó Zamorano en dos oportunidades para el definitivo 4-2. A partir de entonces el frente de ataque fue incuestionable para Valdano que vio cómo sus chicos le dieron la razón con triunfos ante el Valencia en Mestalla, el Real Oviedo o el Valladolid con un doblete del chileno. Comenzaba el año 1995 y el día 7 de enero visitaba el Bernabéu el campeón de Liga, el F.C. Barcelona. 90 minutos después quedó claro que había un cambio de ciclo en el fútbol español tras un legendario 5-0 con triplete de Zamorano y buena actuación de Raúl. Ese triunfo dio alas al equipo que puso la directa hacia el título. El de San Cristóbal de Los Ángeles se doctoró con goles contra el Celta, Sevilla o Zaragoza y el ariete sudamericano que fue ‘Pichichi’ con 28 dianas aseguró el alirón contra el Depor con un gol de volea ante Liaño a cinco minutos de la conclusión del duelo.

La conquista de la 7ª Copa de Europa permanecerá siempre en la memoria de los aficionados blancos por todo lo que supuso, mientras que muchos llevaban décadas esperando volver a contemplar al Madrid reinar en Europa, para otros significó ver por primera vez al equipo de sus amores levantando la ‘Orejona’. Y ese curso de 1997-1998 con el técnico Jupp Heynckes en el banco tuvo a tres hombres en la línea del ataque: Raúl que jugó tirado a la izquierda para dejar hueco al montenegrino Pedja Mijatovic y al ariete Fernando Morientes.

Mijatovic -traído con mucho ruido del Valencia por la cláusula de 1.426 millones de pesetas- fue un futbolista de gran calidad técnica, visión, velocidad, remate, buen dominio de las dos piernas y magnifico lanzador de faltas. Por su parte, el cacereño firmado del Zaragoza era un nueve de rachas, un delantero cuya mejor arma era el juego aéreo pero que también dominaba los dos pies, era un notable rematador, se movía con inteligencia, realizaba buenos desmarques y poseía lucha y fuerza.

En la Liga pronto el conjunto capitalino quedó descolgado pese a notables actuaciones de los delanteros en varios duelos como ante el Sporting con dianas de Raúl y Morientes, el Tenerife con otro tanto del extremeño y uno del balcánico, el Compostela en San Lázaro con doblete del nueve y un gol del número ocho o el Real Valladolid y el Real Mallorca en casa. La Copa tampoco trajo aspectos positivos después de una dura eliminación frente al Alavés y fue en la Champions League donde se centró toda la atención.

El trío apareció en el debut de la competición con una brillante victoria contra el Rosenborg y regresó en la vuelta de los cuartos de final. Esperaba un Bayer Leverkusen que se marchó del Bernabéu con tres tantos a la espalda, el segundo de ellos obra del ‘Moro’. El entrenador teutón volvió a confiar en ellos para la recordada ida de semis frente al Dortmund y no le decepcionaron. Los atacantes realizaron un estupendo partido y el Madrid ganó por 2-0 abriendo el camino del triunfo Morientes. Su gran confirmación para figurar entre las mejores vanguardias merengues llegó el 20 de mayo de 1998 en Amsterdam. El trío integró una alineación histórica y uno de ellos, Pedja Mijatovic, con su famoso gol batiendo a Peruzzi dio al club madrileño la más ansiada de sus Copas de Europa.

La salida de Mijatovic a la Fiore en 1999 reubicó de nuevo a Raúl a la posición de segundo punta para constituir un fenomenal tándem con Morientes que duraría tres campañas y llenaría aún más las vitrinas de la sala de trofeos. Dos Champions, una Liga y una Supercopa de España fueron el premio para una pareja que además también se hizo elemental en la selección española por lo bien que se entendían.

En otra campaña movida en el seno merengue, con cambio de entrenador incluido, la desconexión de Liga hizo que se apostara todo de nuevo a la competición fetiche de la entidad de Chamartín. Llegó Anelka, un delantero francés para competir con Morientes, pero su nula adaptación hizo que el cacereño continuase en su puesto o en todo caso y cuando entró Del Bosque como técnico jugasen los tres en determinados encuentros. La pareja Raúl-Morientes despegó tras un choque contra el Oporto en la liguilla de Champions en la que los locales vencieron por 3-1 con un tanto del ‘Moro’. A continuación también desarbolaron al Olympiakos y en la segunda fase le tocó el turno al Dinamo en Kiev con dos goles fundamentales suyos y al Rosenborg en el Bernabéu. El sorteo deparó a los merengues el formidable Manchester United en cuartos pero en Old Trafford en un partido memorable el Madrid venció por 2-3 en un encuentro antológico de Raúl que contó con su socio a su lado. En semifinales el técnico salmantino ya introdujo la variante de Anelka al lado de los dos españoles que se vengaron del Bayern Munich en la ida con un 2-0 magnífico que abrió el camino a la final. En ese duelo por el título el adversario fue un gran Valencia que no pudo detener el poderío atacante blanco que se llevó el choque y el título en París por 3-0, con goles de Morientes, McManaman y otro del eterno siete madridista.

Al año siguiente la consecución de la Liga fue muy importante tras cuatro años sin conseguirlo. Morientes tuvo problema con las lesiones y Guti sorprendió por su capacidad para adaptarse con éxito a la posición de nueve. Aun así, Raúl que acabó como ‘Pichichi’ con 24 goles y el ‘Moro’ coincidieron en muchos partidos y resultaron elementales su compenetración y su simbiosis en el césped para superar entre otros al Celta, el Oviedo, la Real con un doblete de Morientes y un gol de Raúl, el Real Zaragoza o el Numancia en casa y el Villarreal, el Espanyol, el Alavés o el Osasuna en un partido básico para el título lejos de la capital.

Su último curso exitoso fue el de 2001-2002 en el que cayó la 9ª Copa de Europa y la Supercopa de España para el Real Madrid. En la Supercopa se aliaron a la perfección para imponerse al Zaragoza con un encuentro de vuelta sensacional de Raúl que firmó un ‘hat-trick’ ante su público. Mientras que en la Champions su alianza se hizo esperar hasta la segunda liguilla de la competición. En esa fase cumplieron con nota ante el Sparta de Praga en la capital checa con dos goles de Morientes o en la victoria en Madrid contra el Panathinaikos. En cuartos salieron de inicio en otro duelo célebre ante el Bayern al que se remontó en el templo merengue y posteriormente formaron en la final en Glasgow contra otro equipo teutón, el Bayer Leverkusen. Raúl y su pillería dieron la ventaja a los blancos y Lucio empató poco después. Justo antes del descanso Zidane anotó un gol de época y aunque Morientes tuvo varias oportunidades no logró superar a Butt. Aún así y con sufrimiento se ganó por 2-1 y otra ‘Orejona’ reservó su plaza en la sala de trofeos.

En verano Florentino Pérez fichó el último día de mercado a Ronaldo Nazario que venía de ganar el Mundial con Brasil. El aterrizaje del brasileño desplazó a Morientes del once y Raúl encontró a un nuevo colega en el ataque. Ambos convivieron cuatro años y medio juntos pero la mejor etapa duró un curso y medio en el que ampliaron su palmarés con una Liga, una Intercontinental y una Supercopa de España.

Las lesiones hicieron mella en Ronaldo pero aún tenía una arrancada imparable. A eso había que sumar su calidad técnica, su remate con la derecha y la izquierda, su habilidad innata, su fría y eficaz definición y un majestuoso uno contra uno ante los porteros rivales. Raúl entendió perfectamente el estilo de juego del carioca y con sus asistencias y pases al hueco le dio la oportunidad de marcar numerosos tantos. Concretamente en la Liga 2002-2003 sumaron entre los dos 39 dianas de las 86 que alcanzó el plantel. Sus primeros grandes triunfos fueron ante el Sevilla y una semana después en Mallorca con doblete de los dos. Luego el Valencia en un partido fantástico en el Bernabéu, el Celta en Balaídos, el Real Betis o el Alavés con un triplete de Ronnie fueron sus siguientes víctimas. En la recta final del Campeonato brillaron también contra el Depor o el Valencia en Mestalla con dos dianas del brasileño hasta que llegó el derbi. En el Calderón aplastaron a los colchoneros por 0-4 con sendos dobletes y el Madrid alcanzó la cima de la clasificación. Una semana después se cantó el alirón con otros dos goles de Ronaldo y uno de Roberto Carlos y se logró la 29ª Liga.

Además se obtuvo la Intercontinental contra el Olimpia donde uno de los goles lo anotó Ronaldo y a comienzos de la campaña 2003-2004 en la que el carioca fue mejor artillero del Campeonato Nacional con 24 dianas, se doblegó al Mallorca en la Supercopa merced a una gran actuación de la pareja que fueron los autores de dos de los tres goles del equipo. En sus siguientes años en los que concurrieron de forma habitual en las alineaciones no se alzó ningún título más pero si dejaron actuaciones excelentes y muy recordadas como ante el Valladolid al que Raúl le hizo tres tantos en un 7-2, un derbi frente al Atleti en el que marcaron ambos (Ronaldo a los 20 segundos), la victoria en el Camp Nou tras 20 años sin conseguirse, otro partido ante los colchoneros que finalizó 0-3 en el Manzanares, un 4-2 en el Bernabéu contra el Barça con los dos anotando o choques europeos en los que el Olympique de Marsella, la Roma o la Juventus hincaron la rodilla en Madrid.

Raúl finalizó su famosa lista de camaradas en el ataque blanco con el neerlandés Ruud Van Nistelrooy. Después de la ‘era galáctica’ el antiguo artillero del Manchester United se enroló en las filas madridistas tras abonar el club de Concha Espina 15m€ por su traspaso. Castigado por una grave lesión de rodilla Van Nistelrooy aún guardaba características fantásticas como su esplendorosa capacidad de rematar, su instinto de ‘killer’, su inteligencia, su colocación y su manejo exquisito de ambas piernas.

Con ellos se ganaron dos Ligas, una que parecía imposible con Capello al frente y un año después con el teutón Schuster a la cabeza del vestuario blanco. La primera gran noche de estos dos delanteros gigantescos fue en el Bernabéu contra el F.C. Barcelona, un día en el que el Real Madrid impuso su ley en casa por 2-0 con sendos goles del español y el neerlandés. Poco después el ‘orange’ le hizo cuatro a Osasuna y un gol del eterno siete les dio el triunfo contra el Valencia en Mestalla. La diferencia con el Barça fue menguando y en ello fue protagonista Van Nistelrooy con sobresalientes actuaciones ante los che o el Sevilla en el Bernabéu y el Athletic y el Real Zaragoza en San Mamés y La Romareda respectivamente. En el mítico alirón contra el Mallorca fueron los titulares del once aunque una inoportuna lesión dejó al de Oss fuera de concurso a la media hora. Eso sí, acabó siendo el ‘Pichichi’ esa campaña con 25 goles.

En el curso venidero Schuster basó su sistema de ataque en esta gran pareja que sumó 34 dianas entre los dos. El Villarreal fue el primer equipo de la temporada en ser vacunado con un 0-5 en El Madrigal donde mojaron ambos. El Depor en el estadio de La Castellana o el Valencia también sucumbieron a su poder anotador en apenas dos semanas donde Van Nistelrooy firmó tres goles y Raúl dos. Fuera de casa fueron especialmente efectivos en los triunfos contra el Athletic, el Levante o el Atlético de Madrid antes de que una sinovitis le obligase a pasar por el quirófano y le apartase dos meses de los terrenos de juego. Volvió con la Liga en el bolsillo aunque pudo finalizar el año futbolístico marcando en Zaragoza y un doblete frente al Levante en el Bernabéu.

La última fabulosa delantera se formó en 2013 y aún sigue dando noches de gloria a los aficionados blancos. Está formada por Cristiano Ronaldo, máximo goleador histórico, Karim Benzema y el galés Gareth Bale. El tridente conocido como la BBC es uno de los ejes ofensivos más demoledores que existen y en sus ya cuatro campañas juntos han dejado numerosas víctimas a su paso y más de 325 tantos. Dos Copas de Europa contra el Atlético de Madrid, una Copa del Rey, dos Mundialitos y dos Supercopas de Europa son los títulos que han logrado en ese tiempo donde además han asaltado feudos como el Camp Nou, el Vicente Calderón, el Allianz Arena, el Ali Sami Yen, el Arena AufSchalke o el Arena de Lviv además de fantásticas victorias en Chamartín ante el Sevilla, el Athletic Club, el Liverpool, el Borussia Dortmund o Wolfsburgo y goleadas de otra época frente al Granada (anotaron ocho de los nueve goles), el Depor en Riazor o el Rayo Vallecano (firmaron nueve de los diez tantos).

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