Suspensión de gilipollez

Buenos días. Parón de selecciones: páramo yermo y solitario donde se achicharran los saltamontes bajo un sol de justicia. Este en concreto tiene de bueno que ya sabemos que ni Modric, ni Marcelo, ni Casemiro se van a lesionar jugando con sus equipos nacionales. Tampoco se lesionará Benzema, que se ha quedado en Madrid buscándose a sí mismo mientras Deschamps se pliega abiertamente las decisiones políticas del Primer Ministro francés, a la sazón culé confeso y convicto. Y ya os hemos contado todo lo que de interesante trae el día de hoy.

¿Todo?

No.

En realidad es sí. Todo. Pero no vamos a cerrar aquí la sección. Al fin y al cabo, vosotros nos pagáis (?) para que la desagreguemos.

Marca alerta sobre el peligro del transcendental partido de España ante Italia, esta noche, en la fase clasificatoria para el Mundial, y hace muy bien en avisar porque se trata del choque más peliagudo y frente a la misma selección que dejó fuera de la Eurocopa a la escuadra entonces entrenada por Del Bosque. Lopetegui, que merece el beneficio de la duda, ha convocado a seis madridistas para intentar pasar la prueba, aunque no nos cansaremos de repetir que la prueba que a nosotros realmente nos importa es ver regresar a los seis sanos y salvos (lo mismo claro, es válido para el resto de madridistas que juegan con sus países, desperdigados por el mundo, y esto incluye por supuesto a James, cuya aberrante situación -lesionado para el Madrid, apto para los cafeteros- es magistralmente diseccionada por Ramón Álvarez de Mon aquí).

Lo que más llama la atención de la portada de Marca es lo de Piqué, quien deja caer maliciosamente que él siempre juega igual de bien, pero que últimamente se le pondera más porque está "calladito". Discrepamos, si se nos permite.

A Piqué siempre se le ponderan -incluso aquí lo hemos hecho- sus enormes dotes futbolísticas. Si es mejor para Piqué el estar "calladito" no es para que la prensa le trate bien a resultas de esa nueva política, dado que la prensa (ya decimos) le otorga patente de corso para decir lo que quiera precisamente porque juega en la sacrosanta Roja, salvoconducto perfecto para la pleitesía incondicional de la opinión pública, o al menos de la publicada. El salvoconducto, como sabemos, es válido incluso para aquellos que juegan en la misma selección a la que dedican taimadas peinetas mientras suena el himno, a la manera de un pasaporte diplomático que eximiera de rendir cuentas en aduana. "Esta frontera la cruzo yo sin dar explicaciones de lo que llevo en la maleta porque para eso soy el embajador de Moldavia, país en el cual aprovecho para ..."

No, querido Gerard. la prensa no habla mejor de tu estado de forma porque estés más calladito. La prensa habla bien de ti siempre, lo que no es razón para que no consideres seriamente la posibilidad de mantener esta línea última (digamos, los últimos cuatro días) de discreción. Pero no porque por ello te vayan a valorar en más justa medida tu calidad con el balón, sino porque esa política de dejar de decir gilipolleces podría traducirse, de facto, en el manejo por nuestra parte de una hipótesis de suspensión de gilipollez.

La suspensión de gilipollez es un trastorno positivo de la personalidad (profusamente estudiada por psiquiatras y antropólogos) consistente en el cese de la gilipollez intrínseca a una persona durante una fase concreta de su vida, o en ocasiones solo durante la realización de un trabajo o tarea específica con un límite temporal. Algunos antropólogos, por ejemplo, sugieren que John Carlin pudo haber gozado un brote de suspensión de gilipollez mientras escribía Playing the enemy (El Factor humano), el colosal libro sobre Mandela y la reconciliación sudafricana que daría pie a la película Invictus, del maestro Eastwood. Una vez finalizó la redacción de dicho libro, Carlin volvió a escribir artículos frivolizando sobre el padre difunto de Cristiano Ronaldo o culpando a James de posibles (ya reales) escollos en el camino de su país hacia la paz.

¿Estará travesando Piqué uno de esos benignos procesos de suspensión? Aun en la eventualidad de que así fuese, no nos extrañaría que la cabra o el cabrito terminaran por volver a la senda que les conduce a la montaña, acaso a no mucho tardar.

Mientras el tiempo nos saca de dudas, recreaos en el resto de portadas del día. De verdad que quien no sea capaz de recrearse con ellas es que está cansado de la vida.

Un fuerte abrazo.