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SuperNegreira en la Hora Cero

SuperNegreira en la Hora Cero

Escrito por: Germán Urrutia16 mayo, 2024
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José Plaza vuelve a ser motivo de debate treinta y cuatro años después de su salida de la Real Federación Española de Fútbol. Tras el reportaje «El bulo de la historia madridista del CTA» que publicó Alberto Cosín en La Galerna, el portal FútbolGate ha revisado la figura de Plaza, al que ha denominado como «el hombre que salvó al Barça». Para los españoles que compartían almohada con un transistor en los ochenta, José Plaza está vinculado al líder indiscutible de la radio deportiva de aquella época, José María García. El poder de «Supergarcía» no se limitó al deporte, ámbito en el que era capaz de influir sobre directivos, árbitros, jugadores y entrenadores de todos los signos. Los ataques de García a Pablo Porta, desde el perro Óscar al «Pablo, Pablito, Pablete», resonaban en todos los bares de un país que vivía sus primeros desencantos democráticos. El cambio de Porta por Roca no calmó a García, que tomó parte en las elecciones federativas de 1988 para apoyar a Ángel María Villar. El exfutbolista (cuya acción más sonada fue un puñetazo a Johan Cruyff) siguió un camino similar al de Luis Rubiales décadas después, desde el recién nacido movimiento sindical a formar parte de la Junta Directiva de su predecesor.

José Plaza

El arbitraje fue uno de los pilares de los programas de José María García con la sección «La Otra Liga», en la que hacía de la polémica su máxima, pero se olvidaba de criticar a Villar en el resto de temas, al mismo tiempo que el resto de emisoras pedían la cabeza del seleccionador Javier Clemente. «Don Jacinto de Sosa», exclamaba el locutor para solicitar la opinión de su comentarista arbitral más destacado. La elección de De Sosa no fue casual, ya que a ambos les unía una relación de más de una década de batallas personales contra José Plaza. El dirigente del entonces Comité Nacional de Árbitros (posterior Comité Técnico Arbitral) entró en la lista negra de García a raíz de que difundiese el procesamiento del periodista en 1979, a causa de una denuncia por injurias del árbitro Merino González, que tardó cuatro años en ser archivada. De Sosa adoptó el papel de eterno opositor de Plaza con la fundación de la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol (ANAFE) en 1981, junto a otros trencillas como Enríquez Negreira o García de Loza.

El colegiado castellano fue derrotado por Plaza en las urnas, pero no en pleitos como el que revocó su descenso a Segunda División. De Sosa cambió el silbato por el periodismo, carrera de la que era profesor en la Universidad Complutense de Madrid, así como colaboró con el diario Pueblo, en el cual empezó García antes de ser apodado «Butanito» por Jorge Griffa. La reivindicativa postura de De Sosa le granjeó el apoyo de aquellos que se sentían perjudicados por Plaza, como Anastasio Mayoral Cedenilla, quien fue descendido de categoría en 1985. Mayoral Cedenilla denunció que habían intentado sobornarlo para favorecer al Fútbol Club Barcelona ante el Lleida en un partido de Copa del Rey. El Consejo Superior de Deportes miró para otro lado, y se limitó a devolver a Mayoral Cedenilla a Primera División, aunque Plaza determinó que no podía recuperar su puesto al no superar las pruebas físicas. Mayoral Cedenilla recibió los ánimos de su compañero del Colegio Castellano Jacinto de Sosa.

La elección de De Sosa no fue casual, ya que le unía a garcía una relación de más de una década de batallas personales contra José Plaza. de Sosa adoptó el papel de eterno opositor de Plaza con la fundación de la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol (ANAFE) en 1981, junto a otros trencillas como Enríquez Negreira o García de Loza

Plaza continuó al frente del CNA junto al personaje más desconocido de la historia del arbitraje español: Vicente Acebedo. Nacido en Vigo en 1917, Acebedo probó suerte como futbolista en Málaga, antes de ser encarcelado durante tres años por haber combatido a favor del bando republicano en la Guerra Civil. Como secretario del Manchego de Ciudad Real, Acebedo fundó la revista El Árbitro, en la que cuestionaba las reglas del fútbol. Su entrada en la Federación se produjo a finales de los sesenta con el aval de José Plaza, para representar a España en convenciones internacionales, además de designarlo responsable formativo. Su incesante labor en la sombra le valió el apodo de «Richelieu», pero todavía tuvo tiempo para dedicarse a otra de sus pasiones, como vicepresidente de la Federación Española de Natación. En su faceta más personal, Acebedo nunca ocultó su afición por el Celta de Vigo, así como su amistad con el presidente del Tribunal Constitucional Manuel García Pelayo, quien protagonizó otra de las polémicas más sonadas de mediados de los ochenta, cuando se marchó a Venezuela tras validar con su voto la expropiación de Rumasa.

García de Loza

El gallego Raúl García de Loza fue el árbitro que más espacio copó en las páginas deportivas. Sus explosivas declaraciones avivaron las sanciones que le impuso Plaza por sus criticadas actuaciones. El antiguo empleado de Telefónica se unió a las reivindicaciones de De Sosa. La llegada de Ángel María Villar a la Federación desencadenó cambios en la Federación, como el de Núñez por Gaspart en la directiva. El vasco se obsesionó con controlar el estamento arbitral (que llegó a plantearse unirse a La Liga), e intentó por todos los modos acabar con José Plaza. Con España pendiente de la Selección de Luis Suárez en Italia, el verano de 1990 no fue de playa y descanso para las personas más influyentes del arbitraje español.

Otro de los predilectos de Acebedo era José María Enríquez Negreira. Jacinto de Sosa buscó el apoyo de Acebedo y Enríquez Negreira para reactivar la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol

José Plaza presentó su dimisión, a solicitud de Villar, tras varios roces con Victoriano Sánchez Arminio. La voz de José María García perdió su característica energía cuando se decretó su ingreso en prisión, que solo evitó la concesión de un indulto por parte del Gobierno de Felipe González. Una de las pocas personas que se atrevió a avalar la condena al periodista fue la de Plaza, que dijo: «García es una persona que habla demasiado y en términos, casi siempre, insultantes. Mantengo mi firme creencia en la correcta actuación de la justicia». Villar tanteó a Acebedo para que presidiese el CNA por su autoridad sobre los colegiados, fundamentada en las jornadas que realizaba en Santander, las cuales continuó su amigo Sánchez Arminio. Otro de los predilectos de Acebedo era José María Enríquez Negreira (siempre preocupado por la cuestión económica), con quien negoció en 1988 al objeto de mejorar los ingresos de los árbitros. Acebedo pasó de Richelieu a Alfonso Guerra para los periodistas.

Negreira

En medio del caos, Jacinto de Sosa buscó el apoyo de Acebedo y Enríquez Negreira para reactivar la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol. El árbitro reconvertido en periodista asesoró a Jesús Gil, quien pretendía una reforma integral de los «hombres de negro». Su continua presencia en prensa le costó a De Sosa la antipatía de Villar. José Plaza señaló a José María García como el instigador de su forzada dimisión. «Este eterno perdedor se ha convertido en lugarteniente del hombre que se ha hecho multimillonario por meterse con la gente», declaró Plaza, quien dijo que García era la mano que movía a De Sosa. Arrepentido de su dimisión, Plaza postuló su regreso, pero la Junta Electoral de la Real Federación Española de Fútbol rechazó su candidatura. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid se declaró incompetente para anular la decisión de la Junta Electoral, y Plaza se retiró del fútbol. Enemigos irreconciliables durante más una década, De Sosa y Plaza se unieron para plantar cara a Villar. En el verano de 1991, Pedro Sánchez Sanz ganó las elecciones del Comité. Que Sánchez Sanz fuese su primo no frenó las críticas de Plaza por su sucesión.

Villar repitió su estrategia, al insistir a Sánchez Sanz para que presentase su dimisión, y confió en Vicente Acebedo con la intención de que Sánchez Arminio accediese a la presidencia. La toma del Comité por parte de Villar cambió la trayectoria de varios árbitros, especialmente la de García de Loza, que de no presentarse a las pruebas físicas en 1990 (tampoco lo hizo su amigo Enríquez Negreira), ascendió a internacional. García de Loza fue el encargado de dirigir el Tenerife-Real Madrid que decidió La Liga 1991/1992. Los chicharreros se impusieron con acciones tan polémicas como el gol anulado a Luis Milla o la expulsión de Villarroya. El Barça de Núñez (confidente de García) celebró su segunda liga de la era Cruyff.

García de Loza se convirtió en la cara visible de la Asociación Nacional de Árbitros de Fútbol, que convocó una huelga en marzo de 1993. El lucense llegó a clamar por la vuelta de «don José». El parón arbitral saltó a programas generalistas como La Noche de Hermida, que contó con el siguiente plantel de invitados para tratar el asunto el 24 de marzo de 1993: José María García, Alfonso Ussía, Cristina Almeida, Fernando Sánchez Dragó, Augusto César Lendoiro, Antonio Baró, Rafael Cortés Elvira, Raúl García de Loza, Javier Arenas, José Luis Garci y Juan José Armas Marcelo. Vicente Acebedo recibió el encargo de Villar de mediar para que la Federación, representada por Sánchez Arminio, Urizar Azpitarte y Enríquez Negreira, llegase a un acuerdo con García de Loza, con el que «Richelieu» guardaba una buena relación.  Esta actuación le valió a Acebedo para regresar de forma oficial a la Federación, en la que, entre otras cosas, inició una renovación del reglamento. Villar nombró a Acebedo su asesor personal, que operó junto a Gerardo González, secretario general de la institución.

Sánchez Arminio, a diferencia de José Plaza, mantuvo una buena relación con José María García. José María Enríquez Negreira asistió en 1994 al programa de García para defender la postura de la Federación en un debate sobre el estamento arbitral. «Don Anastasio Mayoral» y «Don Raúl García de Loza» se incorporaron al plantel de comentaristas de «Supergarcía». El organigrama instaurado en 1993 perduró hasta la detención de Ángel María Villar en 2017. La Real Federación Española de Fútbol rindió un homenaje a Vicente Acebedo, que fue entrevistado por AS antes de fallecer en 2008. «Comprar un árbitro resultaría inútil», declaró el vigués en 2001, año en el que se inicia la investigación de los pagos del Fútbol Club Barcelona a Enríquez Negreira. Si Acebedo fue el hombre en la sombra del Comité, «Richelieu» contó con el apoyo particular de su cuñado Alfredo Florez. Ángel María Villar concedió una importante responsabilidad a Florez, que fue el encargado de estudiar y proponer las posibles sanciones federativas.

La memoria selectiva de García omite ahora de forma cuidadosa que su guardia arbitral, comandada por Jacinto de Sosa, señaló que el Fútbol Club Barcelona era el equipo más beneficiado por las decisiones arbitrales. Puede que los recuerdos de José María García sean los de «otra Liga».

En 2008, Sánchez Arminio instauró el Trofeo Vicente Acebedo, para premiar a los mejores árbitros y asistentes. Varios «pupilos» de Enríquez Negreira han sido los ganadores. José María García abandonó abruptamente las ondas en 2002, pero aprovecha cada entrevista para proteger a sus amigos y cargar contra sus enemigos (grupo que monopoliza Florentino Pérez). Al ser cuestionado por el «caso Negreira», García quiso restarle importancia al asunto, a la par que culpaba al Real Madrid: «Ese caso te da cuenta de lo poco que trabajan los periodistas. O de lo poco que les interesa esta cosa. No es tan extraordinario como parece. Lo único extraordinario es que unos torpes hayan dejado eso por escrito. ¡Si eso lleva pasando 50 años! ¡Si el primero que hizo eso fue el Real Madrid! Los árbitros se compran y se venden, pero es igual que todas las profesiones; yo me pregunto qué es más grave, si comprar a un árbitro o comprar a un periodista».

García sigue hablando de correveidiles, abrazafarolas y lametraserillos, así como fantasea con dos exclusivas que se llevará a la tumba por el bien del país. El dueño del deporte español ahora es presentado como una especie de deidad en los «remembers» que le han dedicado recientemente. Al ciudadano que fue identificado con el apellido que más españoles portan no le agrada hablar de su amigo Ángel María Villar, pero no tiene problemas en rememorar su cacería contra Pablo Porta. La memoria selectiva de García omite de forma cuidadosa que su guardia arbitral, comandada por Jacinto de Sosa, señaló que el Fútbol Club Barcelona era el equipo más beneficiado por las decisiones arbitrales. Puede que los recuerdos de José María García sean los de «otra Liga».

 

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Intentando que nadie nos robe el balón, como Fernando Redondo en Dortmund.

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2 comentarios en: SuperNegreira en la Hora Cero

  1. Siempre me pareció García un tipo tóxico, muchos periodistas le admiran porque les gustaría ganar lo que ganó él y tener el poder que tenía pero eso no es bueno para ser un buen periodista.
    Al final de su carrera profesional no pudo domar a un recién llegado Florentino Pérez y supongo que le sentó muy mal que de la morena diera la exclusiva del fichaje de Figo y no paró de quejarse de la operación "ciudad deportiva" aunque nunca dió ninguna prueba de que fuera ilegal, eran unas quejas de ultra del patético o del robalona de barra de bar.

  2. Garcia a quedado para ir a los entierros de los famosos, para dirigirlos ya que no llega para llevar el ataúd, y a continuación hacer varias entrevistas para atacar a D. FLORENTINO

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🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91

¡Felicidades!

Lamine Yamal es muy joven.

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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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