—Lou, un café solo, por favor.
—¿Quieres comer algo, Trevor?
—¿Tienes peras?
—Vaya, parece grave. Trevor, recuerda, fracasar no es una opción.
—Lo sé, fracasar es un lugar habitual, por eso estoy aquí, Lou.
—Maldito cínico, ni hundido cierras el pico.
—Estoy cansado, sin ánimo, acudí al doctor Roberts, me recomendó hidratarme y la ingesta de peras para revertir el agotamiento.
—No sé si me tomas el pelo o es cierto, de todos modos, tengo un trabajillo para ti.
Lou, además de mi amigo, mi barman y mi confesor, tenía contactos y conseguía faenas remuneradas. Siempre eran trabajos honestos, tal vez con algún fleco fuera de la ley... En realidad, eran del todo ilegales, pero ahorraba mucho papeleo y no me hacía depender de ninguna persona. Lo bueno de no tener jefe es que nunca te felicita nadie.
En esta ocasión, me proporcionó una acreditación de prensa para acudir a cubrir la conferencia en el auditorio del condado del padre Carmichael sobre la proliferación de centrocampistas del Real Madrid a 1 atmósfera y 20º centígrados. Era la excusa para acceder, esperar al cóctel posterior, emborrachar al director del auditorio y sonsacarle información, lo cual no hubiera diferido mucho de otro jueves cualquiera si no fuese porque el sujeto era el peón de Gianni McCarthy, líder de una de las bandas enemigas del colega de Lou.
El padre Carmichael comenzó atribuyéndose, en parte, el mérito de la conversión del Real Madrid de un equipo sin transición a uno con más centrocampistas que vicepresidencias del Gobierno. Explicó que sus rezos y su liturgia del 26 de diciembre ayudaron a la aparición mariana de centrocampistas excelsos, como Fede Valverde; a la resurrección de centrocampistas finados, como Isco; al avistamiento de centrocampistas OVNI, como James o al fenómeno lazárico de Kroos,o Modric que se levantaron y anduvieron como años atrás y con un aumento de sus dones de toque interior y exterior. Todo ello bajo el mando de Casemiro, uno y trino. Carmichael explicó que Zidane había obrado el milagro de la multiplicación de las victorias y los centrocampistas para alimentar la ilusión de millones de aficionados madridistas de todo el mundo. Como es habitual, terminó alzando su copa de vino. En dos ocasiones: una desde el córner y otra con el exterior.
Cuando concluyó, comencé a buscar al pelele de McCarthy. Fue pan comido, conseguí toda la información y ni siquiera estaba un poco borracho, de modo que volví al cóctel para solucionar aquel despropósito y me apreté uno de cada dos combinados que pasaban por mi radio de acción. Mientras apuraba el último, sentí que Charlotte se aproximaba por detrás con su caminar indiscutible que retumbaba honestidad.
Mujer de rasgos duros, circunspecta como un fagot y con los labios de un oboe, estaba dotada de un talento musical innato; agarraba la batuta y cabalgaba a ritmo de Wagner como una valkiria. Ahora es una de las tres mejores directoras de orquesta de la cristiandad y yo aún sigo obsesionado con su pelo viciado, aunque ella sigue sin perdonar mi desaparición de hace 25 años.
—¿No te atreves a hablarme sobrio, Trevor?
—El doctor insiste en que me hidrate, querida.
—Veo que sigues teniendo más talento que bemoles.
—Los bemoles siempre fueron asunto tuyo. Pero, aunque no lo creas, mi estampida hizo más por tu carrera que mi compañía.
—No solo te atribuyes el mérito, sino que te jactas de saber cuáles eran mis aspiraciones.
—Me jacto de sacrificar mi vida para que pudieses realizar la tuya. ¿Es que aún no te has dado cuenta?
—Vente a casa, cínico.
La chica con el pelo viciado no guardaba resentimiento en la nevera.
Genial, como siempre.
HALA MADRID!!!!!
Me estoy haciendo fan incondicional del padre Carmichael.