¿Cómo suenan las cabezas del Madrid?

Vi a Marcelo en Munich darle a la pelota varias veces con la cabeza y me pregunté cómo sonaría aquello in situ. Yo me imagino que el balón en la cabeza de Marcelo sonaría igual que la batería de Regine Chassagne, de Arcade Fire, que ayer fue en Madrid más Marcelo (tienen el mismo pelo) que él mismo jugando con lentejuelas.

Tiene que ser tremendo ese sonido, parecido al de la cabeza de Cristiano, más blando, como la diferencia entre el ruido de una pelota de tenis al botar en pista de cemento o en pista de tierra. Lo de Cristiano debe de ser como si una columna jónica cobrase vida y se separara de su techo y acudiera a rematar con su pelo de mármol. Apenas sonaría como apenas suena.

La pelota no se oye en el penacho de Cristiano (es asesina silenciosa), al contrario de lo que sucede con la de Ramos y sus cascabeles. Es como si Sergio llevara siempre engalanados los parietales y al actuar se oyera ruido de mulillas e inicio de sevillana como los que oímos en Lisboa. Su compañero de defensa, Varane, tiene una cabeza punzante y no pincha el balón porque debe de darse magnesia de taco con el que hace algunas carambolas.

Yo creo que la cabeza de Benzema suena a Lykke Li o a Santigold. Algo que se oye mucho en Francia. Esa cabeza sigue ríos y suena a música de baile. De discoteca de verano en Biarritz, que es casi lo contrario a cómo creo que suena la cabeza de Carvajal, una cabeza de recluta sin casco, una cabeza en el barro que se da golpes en la frente con el cargador.

Todos estos sonidos deben de confundir a los rivales. Es como una polifonía de botellas medio llenas. Una percusión melódica que ha trastornado hoy a los muniquistas. Eso es lo que les pasa. Es el sonido de las cabezas de los madridistas al golpear el balón. Es como la melodía de Encuentros en la tercera fase.

Tratan de descubrir el significado de esos sonidos sin demasiado éxito. Es lo que le pasa a todo el mundo. ¿Cómo reaccionar ante ese concierto caprichoso? ¿Cómo pueden esos rivales mantener la compostura oyendo de pronto cómo Modric, cuando la toca de cabeza, es como si abriese las puertas de Babilonia, tras lo que puede aparecer Ronaldo interpretando el estallido de Zaratustra?

Todo esto al final cabrea (sobre todo si se mezcla con flamenquito y otros sonidos autóctonos menos serios, casi jocosos) incluso a un señor mayor y respetable y eternamente madridista (quiera o no quiera) como Heynckes, que se mete en el banquillo como un Fernán Gómez teutón al que no le han reservado habitación en agosto en Mallorca. Si esto le pasa a un caballero elegante imagínense lo que sentirán los otros.

Pienso, por ejemplo, en Guardiola y en sus acólitos toda la vida retumbándoles los oídos con el gong de la testa de Bale y su cabello de luchador de sumo; o en Jémez y esos pabellones suyos hechos para escuchar toda su existencia la sinfonía de cabeza del Madrid mientras éste avanza peligrosamente hacia la tercera Copa de Europa consecutiva, y me entran escalofríos de miedo y, sobre todo, de gusto.