Evidentemente, le habrían atizado de lo lindo a Steven Gerrard por no decir ni papa de español. A los ingleses les cuesta lo suyo aprender el idioma de Cervantes y los españoles, no particularmente diestros con la lengua de Shakespeare, no les perdonaremos nada hasta que devuelvan el peñón. Y si juega en el Real Madrid, ni con esas. Estaba condenado desde ese punto de vista. Lo que pasa es que Gerrard hablaba fútbol como nadie. Todavía hoy me resulta frustrante no haberle visto con la camiseta blanca más que unos efímeros e insatisfactorios segundos. Ocurrió en el partido de Leyendas disputado hace cuatro años en Anfield, cuando se la enfundó al término del encuentro tras cambiársela con Seedorf. Qué bien le quedaba.
Qué combinación tan poderosa y ganadora pudimos atisbar durante unos instantes, la de Gerrard y el Real Madrid. Steven Gerrard es el paradigma del centrocampista ‘box to box’. Una figura que, aunque no ha sido habitual en el Madrid, siempre funcionará en el club de Chamartín. Hablamos de un equipo que, de forma natural, se va al ataque con todo lo que tiene, buscando el gol de forma impetuosa, para bajar desesperadamente a defender, casi con urgencia y mientras suenan todas las alarmas, cuando debe impedir que se lo metan a él. Y en ese contexto, jugadores con mucho recorrido, fuerza e inteligencia para atacar y defender, siempre serán valiosos activos. Ningún otro futbolista encarna el concepto ‘box to box’ como Gerrard. Un ‘6’ cuando el Liverpool no tenía el balón y un ‘10’ cuando lo tenía. Organizaba, molestaba, defendía el área y robaba en fase defensiva, pero se proyectaba hacia adelante con energía, coraje, talento y un disparo terrorífico que le han hecho ser, todavía hoy, el quinto máximo goleador de la historia del Liverpool. Salvando las distancias, porque aún está escribiendo el prólogo de su historia en el fútbol, Fede Valverde es un futbolista muy similar. Por zancada, llegada, recorrido, personalidad, empuje y disparo. Se parecen incluso anatómicamente. Quizá sea el Gerrard que el destino ha terminado deparándole al Madrid. Ya veremos. Hacía mucha falta Gerrard en 2005, que es la primera vez en la que el Madrid le tentó. Llegó a tener el sí del jugador, que luego se arrepintió y terminó frenando la operación. Con un Zidane encarando su última temporada, físicamente lejos de sus mejores días, el centro del campo del Madrid lo completaban habitualmente Gravesen y Pablo García. Resulta evidente que el equipo habría dado un salto enorme con la presencia de Gerrard, que venía de ganar la final de la Champions más increíble de la historia, esa en la que el Milan se fue al descanso con 3-0 de ventaja sobre el Liverpool. Steven hizo el primero en la segunda parte y ya sabemos todos cómo terminó la historia. Eso terminó de convencer a Florentino de que era el jugador que el proyecto necesitaba. Y no estaba equivocado.
No sólo ya por lo meramente futbolístico. En el Madrid se ponderan cualidades de los jugadores más allá de lo que hagan en el terreno de juego, pues están íntimamente relacionadas con el rendimiento en el club deportivo que genera una mayor presión de todos los que hay en el mundo. Gerrard representó durante toda su carrera todo lo que engloba la filosofía Real Madrid: profesional, humilde, trabajador, positivo, tenaz, competitivo, leal y con una vida ordenada. En Liverpool, logró a los 23 años convertirse en el capitán más joven de la historia del club, un gran aval de su personalidad.
Salvando las distancias, porque aún está escribiendo el prólogo de su historia en el fútbol, Fede Valverde es un futbolista muy similar.
Lo volvió a intentar Florentino ya en su segunda etapa. Fue en el año 2010. En La 2008/09, el Liverpool había barrido en la Champions por 4-0 al Madrid, la famosa noche del “chorreo” en Anfield. Mientras los jugadores se iban a vestuarios, Raúl le preguntó: “¿Te vienes?”. La maquinaria estaba en marcha. Y la primera pieza del engranaje la había movido un entrenador portugués: “José Mourinho vino por mí en el año 2010. Cuando miro para atrás, pienso: ‘Imagina jugar para el Real Madrid durante un año o dos, imagina jugar para Mourinho en la Champions League con el Real Madrid’, una experiencia increíble”, le dijo Steve a Jamie Carragher en el podcast de su ex compañero del Liverpool. Pero la entidad red nunca quiso escuchar ofertas por él y Gerrard no quiso pedir el transfer request, como le animaron a hacer desde el club blanco para acometer su fichaje.
“Es muy halagador que me hayan relacionado con el Real Madrid. Tuve un par de opciones en mi carrera de ir allí, pero resistí la tentación por la relación que tengo con el club de mi ciudad natal. No sé si algún día me arrepentiré”, manifestó Gerrard en la rueda de prensa previa a su último enfrentamiento con el Madrid, en octubre de 2014. Aunque sus últimos pasos futbolísticos los dio en Los Angeles Galaxy (tener al Liverpool como rival nunca fue una posibilidad para él), se trata del arquetipo de “One Club Man”, por mucho que a los madridistas nos habría encantado cambiar esa etiqueta.
Su exitosa carrera será recordada. Le faltó una Premier, un Mundial, alguna Copa de Europa más y jugar en el Real Madrid. Las dos últimas iban ligadas. Habría estado en la final de Lisboa, un año antes de su retirada. Y quizá habrían conquistado él y el Madrid alguna más de haber recalado en aquel equipo de Mou, que tan cerca se quedó. Pero no se dio. Dice un proverbio eslavo que cada piedra pesa en su sitio. De haber fichado por el Madrid, de haber exigido ese transfer request al Liverpool, poniendo a su club entre la espada y la pared, no habría sido Steven Gerrard. Habría sido otra persona menos admirable, y por tanto menos digna de jugar en el Madrid. Y esa es la paradoja.
Fotografías: Imago
Índice de El que nunca llegó:
Capítulo 1: Futre, el que nunca llegó
Capítulo 2: Dominique Rocheteau, el que nunca llegó
Capítulo 3: Joaquín, el que nunca llegó
Capítulo 4: Oscar Schmidt, el que nunca llegó
Capítulo 5: George Best, el que nunca llegó
Capítulo 6: Totti, el que nunca llegó
Capítulo 7: Patrick Vieira, el que nunca llegó
Capítulo 8: Pelé, el que nunca llegó
Capítulo 9: Clemente, el que nunca llegó
Capítulo 10: Maradona, el que nunca llegó
Capítulo 11: Pau Gasol, el que nunca llegó
Capítulo 12: Julen Guerrero, el que nunca llegó
Capítulo 14: Diego Tristán, el que nunca llegó
Capítulo 15: Messi, el que nunca llegó
Yo echo de menos a Boby Charlton
Q bueno era el hechicero del Anfield Road
Ya me pusieron a Totti y a Steve G. Como me pongan a Zlatan, monto un altar en casa con el logotipo de La Galerna...