Buenos días. Fin del stream. Lo que no puede ser no puede ser, y además es de todo punto imposible.
No es que el Mundial le venga grande a España, Marca. Es que se hincharon las expectativas al alimón con las que supuestamente habían de generar las nuevas estrellas (¿?) del Barça, sin reparar en que eran esas mismas estrellas (¿?) las que estaban hinchadas. Luis Enrique entró en el cotarro de los intereses de una firma de representación con mano en el ámbito blaugrana, que por lo demás es el del propio Luis Enrique. Así llegaron pseudocracks culés manejados por amigos de Lucho, pseudocracks aún no salidos del cascarón pero seleccionados con prisas para aumentar alegremente su cotización (es inevitable pensarlo) y favorecer de este modo a dicha agencia, al propio Barça y no se sabe de qué modo al propio Lucho, que es (paradójicamente) un magnífico entrenador pero un seleccionador no sólo pésimo: es un seleccionador cuyos criterios están bajo sospecha no por haber fracasado miserablemente como lo ha hecho, sino que ya venía bajo sospecha de casa. A Eric García ya no hubo cómo sostenerlo de manera decorosa y perdió su titularidad, pero ahí aguantaron el sobreexcitado Gavi y el sobravaloradísimo Pedri, futbolistas que no tienen la culpa de haber sido artificialmente elevados al pedestal que no les corresponde, y a los que de corazón deseamos -porque son jóvenes y tienen cierta calidad- que sean capaces de descender del mismo de la forma más decorosa posible y sin descalabros morales irreparables. Junto a ellos, para terminar de edificar las sospechas, ni más ni menos que el yerno del propio Luis Enrique.
Brutal.
Entretanto, en Madrid, y a pesar de la denuncia de unos pocos, a los que se nos tildaba de antipatriotas por no apoyar a la selección, se quedaban tipos con todo el callo del mundo en competiciones de tanto voltaje como la Champions, léase Nacho Fernández y Lucas Vázquez, ese que en Milán daba vueltas al balón en la cúspide del índice antes de lanzar un penalti incandescente, mostrando el cuajo que ninguno de los elegidos para lanzar ante Marruecos, tras 120 minutos de frustrante 0-0, fue capaz de poner en el césped para transformar al menos uno de los lanzamientos. Y se quedaron también en España Canales y Iago Aspas y Borja Iglesias, como se quedó en Liverpool Thiago Alcántara. Ninguno entraba en los planes del inefable Lucho. No tuvieron la suerte de caer en su networking.
el sobreexcitado Gavi y el sobravaloradísimo Pedri, futbolistas que no tienen la culpa de haber sido artificialmente elevados al pedestal que no les corresponde, y a los que de corazón deseamos -porque son jóvenes y tienen cierta calidad- que sean capaces de descender del mismo de la forma más decorosa posible y sin descalabros morales irreparables.
No solo es evidente que Luis Enrique ha fracasado, sino que habrá que analizar si no se ha tratado de un fracaso doloso. Pese a ello, en un triunfalismo insultante, el asturiano declaraba que estaba muy contento del trabajo realizado. Enhorabuena pues, y lo mismo para jugadores jóvenes que se manifestaban encantados de haberse conocido al término del partido, de manera pasmosa. No dejaron entrever ni un ápice de autocrítica, ni mucho menos un apunte de rabia. ¿Qué fue de aquello de quedarse sin dormir tras una derrota sonora? No descartamos que aquí haya algo generacional: un meme genial, sobre la fotos de Xavi-Iniesta y Gavi-Pedri, nos recordaba que hemos pasado de la generación del tiki-taka a la del tik tok.
No solo es evidente que Luis Enrique ha fracasado, sino que habrá que analizar si no se ha tratado de un fracaso doloso
Decíamos que no fueron capaces de marcar un solo gol en 120 minutos de juego ni en uno solo de los penaltis, y la cosa trae reminiscencias de un pasado culé que recordarán los más viejos del lugar. Tanto quiso Luis Enrique que su selección se pareciera con calzador a su amado Barça que la retrotrajo al 7 de mayo de 1986, cuando los azulgrana remataron 120 minutos sin goles, ante un equipo rumano, con un pleno de errores desde los once metros. Tanto quiso Lucho hacer una roja a imagen y semejanza de lo culé que le transmitió sus traumas.
Steaua de Marrakech.
Claro, As, claro que sanseacabó. Un gran papel en un Mundial de selecciones (incluso en este mundial en minúsculas tan éticamente repugnante) equivale para clubes a un gran papel en la Champions. Pues bien: España se presentaba con una escuadra de Europa League, en el mejor de los casos. Así no se llega lejos en un mundial. Es de cajón, aunque nadie quisiera verlo. Thiago Alcántara jugaba una final de Champions hace poco más de seis meses, mientras Pedri y Gavi llevan dos años seguidos siendo expulsados a las primeras de cambio de esa competición y relegados a la Europa League, de la que luego también son expulsados.
Qué enormemente significativa es la foto recogida por Mundo Deportivo para ilustrar el batacazo. Ni ascendiendo a Marte habrían dado con una vista más aérea. Desde las alturas, la responsabilidad se diluye. Recuerda a la escena de la noria de El Tercer Hombre, con Orson Welles y Joseph Cotten teorizando en el nihilismo acerca de las pobres vidas de aquellas miniaturas allá abajo. ¿Dónde están ahora los primeros planos de Pedri o de Gavi, juguetes rotos (esperemos por su bien que no) de la infame propaganda culé, comprada (cuidado) por casi todos, no solo por la prensa cataculé? ¿Dónde están ahora los primeros planos de Lucho? Y sobre todo ¿dónde está ahora Laporta? ¿No aseguraba Jan que el éxito (pero qué éxito) de la selección española había que atribuirlo en gran medida a Xavi? ¿No habrá entonces que achacar también en parte al ilustre Hernández esta sonrojante hecatombe?
Sport sí tiene, por lo menos, el detalle de personalizar, en la foto, en la figura del técnico, pero se muestra incapaz de salir de sus dogmas posesivos para explicar el costalazo: “La selección dominó totalmente, lo intentó todo, pero le faltó gol”. Ojalá sigan para siempre presos en el Barça de sus apriorismos tikitakescos, pero sería igualmente de agradecer que no trasladaran a la selección sus obsesiones de iluminados. Algunos tenemos cariño al equipo nacional español, y anhelamos aquellos tiempos en que los seleccionadores no sólo ganaban, sino que no se tomaban el lujo de despreciar al principal equipo de la península.
Pasad un buen día.
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