Se acabaron las zarandajas. Hace unos meses que comenzó La Galerna en un final de temporada que nos habría sumido en abismos de desesperación si no contásemos con una fe inquebrantable en que el bien (el blanco) triunfa al final. Hemos vadeado un verano y una pretemporada a golpe de genialidad portanalítica y de columnistas (y quintacolumnistas del rincón del Anti) derrochando talento y sintaxis. ¡Qué diferencia con los veranos que había que transitar de reojo en reojo a la prensa deportiva del bar! El mejor regalo de La Galerna este verano ha sido el darnos a diario una lectura recta, frontal, decidida.
Todo esto ha estado muy bien, insisto, pero hoy comienza la adultez de esta página con la inauguración de la Liga del Madrid en El Molinón. Es una lástima porque tengo especial afecto al Sporting, quizá porque cuenta entre sus aficionados a mi estimado José Luis Garci, que por otra parte es un colchonero de manual, pero no tenemos más remedio que endosar un 0-3 a domicilio. Y sí, es exactamente 0-3 el resultado que hay que obtener esta tarde. Contundente, cimentado, pero contenido. Contención, hermanos. Si pudieran ser ocho goles, que no lo sean. Un día son ocho goles en El Molinón y dos jornadas más adelante se empata con el Levante. No. Siempre que se nos escapa una liga por tres o cuatro puntos me acuerdo de aquel partido que perdimos por modorra, aquel equipo chico que nos hizo un gol y colocó el autobús y nadie tuvo la gallardía o la fortuna de volcarlo, un empate en ese campo que unos años es de Primera y otros no… La contención en la victoria es un seguro del hambre. Quedémonos con un poco de hambre. Mateo, mete tu gol la semana que viene, que nos hará falta.
¿Y qué haremos nosotros esta temporada? ¿No hay algo de miedo escénico? ¿Algo de señorita atribulada por su puesta de largo? Menos mal que alguien nos coge por las solapas. Hoy la Iglesia nos ofrece una lectura maravillosa del libro de Josué que reúne a las tribus con una demanda y un compromiso: “Escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor”. Yo veo así a nuestro editor Josué hoy (Josué es la forma hebrea del cristiano Jesús): “Haced lo que queráis, libertad absoluta, pero en esta casa se va a servir al Real Madrid”.
Y me gustaría que os unierais conmigo en esta temporada que comienza en una respuesta similar a la que dieron los reunidos con Josué: “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; Él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!”
También nosotros serviremos al Madrid: ¡Es nuestro equipo!
El portanalista tendrá que estar finísimo y cortante en su tarea; los columnistas más técnicos tendrán que notar diligentemente el rendimiento en el campo y sus causas; los cronistas serán precisos; los historiadores, oportunos; los relatistas, penetrantes; el director, firme y franco; los comentaristas, atentos; el humilde capellán, al servicio de todos vosotros.
¡Hala Madrid!
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