Levantad la frente, fruncid el ceño y ungid vuestros cuádriceps con el óleo reservado a los mejores combates. Ahí fuera aúlla una piara de bestias, regocijada ante la perspectiva de que volváis a doblar la rodilla. No doblaréis la rodilla. En todo caso, os la doblarán, y habrán de quebrar para ello un hueso que se les antojará indestructible, una rótula de mármol frente a la asechanza canalla de la lanza vil.
Ya se percibe en lontananza el rumor ignominioso de las tropas malignas avanzando. Dejad que vuestros tímpanos lo registren como un aliciente, como el silbido de una amante insaciable casi: disponed los sentidos prestos para el encuentro. La amante (el fragor del enemigo) es en efecto insaciable en su afán por veros morder el polvo, pero no es menor la magnitud de vuestra hambre. El enemigo que os derrotó en la última batalla no es el enemigo de hoy. No es él, pero es el mismo. Toda la canalla se funde en una misma masa informe y pútrida que reclama el filo de vuestras hachas como el cuerpo de una ramera solícita implorase vuestra masculinidad. Creen que conocen, pero no conocen la dimensión de vuestra furia, que aún no ha escalado hasta su cúspide. No saben que andan cerca de experimentarla en todo su alcance.
Lustrad la espada, ajustad el calzado, inflad el pecho, soltad el aire con la violencia de un cetáceo. Empuñad vuestras armas y, profiriendo un estertor inhumano que estremecería el alma más artera, batíos con fiereza por vuestro honor y el de los guerreros que os precedieron. Ellos os perdonarían la derrota, pero nunca el deshonor.
Hala Madrid.
Semejante arenga no merece ser anonima
Lo mismo digo
Excelente.
"Ellos os perdonarían la derrota, pero nunca el deshonor."
Espléndido final.
Muy buena épica, que aquí pega más que la lírica por nuestro amor a unos colores
Lo entiendo, me lo bebo hasta la última gota y lo alabo... ¿Pero están las nuevas generaciones preparadas para este tipo de aldabonazos?
¡Hala Madrid!