Zidane, trata de arrancarlo

El análisis de las portadas de los periódicos deportivos de hoy

Buenos días por decir algo. El Real Madrid perdió en Ucrania de manera lastimosa y mira cara a cara el horizonte denigrarte de la Europa League, o bien el casi preferible de la última plaza del grupo. La noche acabó con un apunte de alivio al vencer el Inter al Borussia, lo que de manera sorpresiva (en este momento tenemos la sensación de que no nos merecemos nada) nos deja la puerta abierta a la clasificación si ganamos al propio Borussia en la última jornada del grupo.

Es una opción que abrazaremos cuando llegue el momento, pero ahora mismo estamos tan descorazonados por el nivel del equipo y la situación en la que se encuentra que las matemáticas no nos ofrecen ningún confort. Esperaremos pacientemente el momento en que nuestros corazones estén abiertos a ello.

Pues sí. Quién te he visto y quién te ve, Real Madrid. Es una frase hecha que, analizada con cierta profundidad, no deja de tener su miga. Es curioso que una frase usada para subrayar un cambio negativo en el objeto observado se centre en los observadores. Es como si nos dijera que los que hemos cambiado (se entiende que para mal) fuéramos nosotros. A lo mejor es verdad también. Pero las miras ahora están puestas en el desastre que se vio ayer, con un Varane que arrastró al equipo al desastre con otro fallo clamoroso (lamentable su estado de concentración desde las pifias de Manchester) pero a quien no puede culparse de todo. Nuestra escuadra se mostró desnuda y torpe en un segundo tiempo totalmente condenable, sin mostrar juego ni capacidad de reacción. ¿Os acordáis de cuando el Madrid iba perdiendo y teníamos fe en que podía remontar? Ya la hemos perdido. Nos la han hecho perder.

¿Y quién es el responsable? Todo el mundo mira en la misma dirección, allá donde miran todos los ojos cuando se pierde, incluso cuando el cargo lo ejerza una leyenda, un mito incomparable, el hombre que protagonizó primero y comandó después las gestas más imperecederas.

Sí, amigos. Parece una fantasía engendrada por la pandemia, pero el puesto de Zidane pende de un hilo. Nos consta que no es una elucubración de As. Hay consenso en los medios y no van desencaminados. Un mal resultado en Sevilla, y no digamos una eliminación en fase de grupos de Champions, le pondría a los pies de los caballos. En particular, la eliminación en nuestra competición fetiche a una altura tan temprana supondría un golpe a nuestro prestigio solo comparable al mandoble financiero que traería consigo, en el peor momento posible además.

Toda esta cadena de acontecimientos (eliminación en fase de grupos, cese de Zidane, ¿¡Europa League!?) nos resulta una perspectiva tan dantesca que solo podemos clamar a Zidane, con toda la desesperación de Luis Molla en aquella hora fatal de Carlos Sainz, que por favor trate de arrancarlo, que le queremos demasiado como para soportar verle caer.

Y los que faltaban. Faltaba el regocijo impío de las aves de rapiña que sufren con la desgracia ajena más que con el triunfo propio. Pero reparad, pobres almas, que de momento la hecatombe del enemigo es solamente hipotética. Reparad en que es pronto para frotarse las manos, babeando de emoción. El
Real Madrid (y este equipo en hora bajas sigue siendo el Real Madrid, y dispone de argumentos para salir del bache aunque no los muestre y por profundo que el bache sea) no se rinde mientras haya vida. El hombre que hay al frente del equipo está sujeto, como todos, a la exigencia de responsabilidades. Nos parece normal. Pero no descarten sus enemigos una reacción a la altura de su grandeza, que es ingente. La suya y, sobre todo, la del escudo que representa.

Pasad un buen día.