Sinatra era madridista

Buenas tardes. El ejército desarmado de Cataluña ha llevado tan lejos sus ansias expansionistas que se ha plantado en Nueva York con sus tropas esteladas desfilando por la Quinta Avenida y Bartoméu haciéndose selfies en Greenwich Village con esa cara de personaje de Woody Allen que se calza. Sobre Bartoméu podría el gran cineasta haber dirigido uno de esos falsos documentales tipo Zelig (o, mejor, tipo Toma el dinero y corre) en los que los presuntos padres de Josep María -en realidad dos actores camuflados tras sendas napiabigotegafas de Groucho- explican cómo ya en su infancia el niño decía que le había costado 19 centavos el paquete de cookies que en realidad había sido adquirido sisando aquí y allá hasta completar los 150 dólares de borroso origen y aún más dudoso destino que su propia hermana declaraba haber hallado en sus bolsillos.

-No sabíamos qué hacer con el niño. Supusimos que sólo nos restaba resignarnos a él. La realidad no es el mejor lugar posible, pero dime en qué otra parte encuentras un bistec y once sergirrobertos.

El desconcierto nos abruma ante esta portada de Mundo Deportivo, acerca de la cual no entendemos nada, es cierto, pero tampoco la curiosidad nos pincha con suficiente inquina como para empollarnos el interior del periódico de Godó, grande de España, en busca de datos más precisos. ¿No debería la portada ser capaz de sintetizar esta movida de modo que nos sea medianamente inteligible? Parece que al Empire State le pusieron unas luces blaugranas durante un rato, probablemente para sorpresa de miles de newyorkers que se preguntarían con alguna perplejidad a santo de qué el edificio más emblemático de la Gran Manzana aparecía cubierto con los colores de la bandera de Haití.

Todo tiene una explicación (?): saludar el "desembarco" del club en Nueva York. ¿Cómo, por cuánto tiempo y hasta por qué ha desembarcado -¿desembarcado?- el club catalán en Nueva York y parece que más concretamente en Manhattan?, se preguntarán anhelantes nuestros lectores. La respuesta parece ser "la celebración de los diez años de relación entre el Barça y Unicef". Acabáramos. Estábamos tan abrumados por tanta falsedad vertida respecto a una relación paralela del Barça con el ominoso régimen de Catar que se nos había olvidado que el Barça es en realidad de los niños. Que canten los niños, que alcen la voz y que Perales amplifique la abnegada entrega del FCB a la solución de los desvelos de la infancia del planeta. Asimismo, que se callen ya los adultos que llevan demasiado tiempo desafinando con operetas burdas de evasión fiscal y morreos a tutiplén con regímenes fundamentalistas.

En cuanto a la segunda de nuestras preguntas ("hasta cuándo", es decir, hasta qué momento de la semana o del mes o del trimestre va a permanecer el desembarco (?) culé en la ciudad que nunca duerme), no es cosa que deba inquietarnos en demasía. Suponemos que volverán a tiempo para disputar la próxima jornada liguera, y si por casualidad se les retrasara el vuelo no tememos consecuencias negativas de relevancia. Si no pasó nada cuando llegaron tarde a jugar contra Osasuna, viniendo en autobús desde Barcelona, no vemos por qué no debería ser tratada con aún mayor indulgencia una eventual demora de su vuelo desde el JFK.

Pero entonces, seguimos preguntándonos, y os pedimos disculpéis nuestra perplejidad, ¿han desembarcado -¡desembarcado!- allí en pleno, queremos decir, están todos allí: los 11 sergirrobertos, los utilleros, la señora de la limpieza y la totalidad de la directiva? Imaginamos que por ejemplo Busquets, que estaba concentrado con la selección, no habrá ido, y menos mal. Quizá convenga hacer caso a Mecano y concluir que acaso no haya marcha en Nueva York, pero lo que sí hay a cambio por allí es mucho, pero que muchísimo morro. Mejor que el único Sergi de la plantilla que no es sergirroberto se haya ahorrado tan pésimo trago.

Ya advertimos ayer que uno de los iconos más ligados a la ciudad de Manhattan, y más concretamente al propio Empire State, era King Kong, y ya advertimos de su madridismo. Francamente, no se nos ocurre ni un solo símbolo quintaesencialmente neoyorquino que pueda encajar con la idea del barcelonismo. Es lo que tiene la muy respetable idea de posicionarte como el club de fútbol defensor de una causa exclusivamente localista: cuando sales por el mundo, a la gente le cuesta identificarse contigo, cosa que se le hace más fácil a aquellas entidades que apuestan por la universalidad. Pongamos otro icono neoyorquino como el hombre que mejor cantó el eterno himno de la urbe. Nosotros a Sinatra nos lo imaginamos departiendo y riendo estruendosamente con Cristiano y Bale, todos con tuxedo, en medio de burbujas de champán y rubias despampanantes. Messi y Neymar nunca hubieran sido incluidos en el rat pack, por razones que produce incluso rubor explicar aquí.

También la música de Sinatra es puro madridismo, y si no escuchad este canto de superación ante la adversidad que en lugar de 3 debería durar 93 minutos.

That´s life.

That´s what all the people say.

You´re riding high in April.

Shut down in May.

But I know I´m gonna change that tune

when I´m back on top,

back on top in June.

El June al que se refiere Blue Eyes es por supuesto June 3rd., aunque el lugar destinado a cumplir su profecía no sea en este caso Nueva York, sino la mucho más modesta pero noble y brava capital galesa.

Nada, nada semejante podrá jamás escribirse ni cantarse sobre el Barça, por más que los colores de la bandera de Haití engalanen el Empire State.

Pasadlo bien.