Los tres minutos iniciales fueron jugados por el campeón europeo, no en vano con el mismo equipo que terminó bailando a la Juventus. Luego la trama se fue diluyendo, mientras hasta cinco ocasiones claras se escapaban, las más injustas con un tiro al palo de Benzema y un cabezazo picado de Varane. Llegado el descanso pensé que quizá había sido demasiado perdonar, y costaría disponer de algo parecido en la segunda parte, aunque hubo en realidad tantas o más, porque con el aguacero llegó un derrumbe físico del Bilbao. A primera vista lo menos probable era un empate a cero, pero hacia el minuto 80 ni siquiera el retroceso general del anfitrión hacía presagiar otra cosa, pues bastaba poner a muchos para que al ataque se enredase por el centro, mientras los pases de flanco seguían siendo de alguna manera lanzamientos a la olla.
Qué duro se paga en un fútbol tan poderoso físicamente como el de la elite actual tornarse previsible, y qué imposible evitarlo cuando los pases no son medidos y al primer toque. Siendo humana cierta proporción de error –digamos cuatro o seis fallos por tipo de lance-, cuesta poco reconstruir la jugada desde aquí y desde allá; pero cuando ese umbral se cruza algo llama a repetir lo automático con un pelín menos de frescura, y llegan los cambios de banda cansinos, los envíos en profundidad desenfocados, los remates sin el plus de confianza necesario. Dada la colosal fuerza muscular exigida de sus practicantes, gana quien añada a sus habilidades el cuanto invisible de la sorpresa, que admite ensayarse preparando jugadas, y fluye espontáneamente del talento, pero rara vez sobrevive a la falta de acierto.
Esto es fútbol, musitaba Casemiro cuando le recordaban que era el segundo partido sin ver puerta, refiriéndose quizá a lo veleidoso de la excelencia. De anoche cabe recordar la exhibición de Modric, que templa y manda en tantos lugares -aunque tampoco acertase en última instancia-, dos tiros malos de Kroos desde donde suele enchufarlas, y una ocasión de Cristiano fallada por pura ansiedad. Carvajal necesita más rodaje, Benzema sigue dejando a Mayoral las sobras de un plato solo picoteado, y el árbitro no aplicó la ley de la ventaja en dos ocasiones: una cuando parecía gol seguro, y otra cuando Marcelo se quedaba con la pelota en el área pequeña.
A Cristiano le agradeceré para siempre un remate de cabeza que no entró, porque parece imposible saltar mejor, y la cámara lenta permite saborear a fondo su arte.
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Fueron tantas cosas juntas que vaya usted a saber cual fue la peor. No cayó el gol por X o por Y, el Athletic tuvo varias dentro de nuestra área (por la mala puntería y Keylor nos salvamos), Mateu más de lo mismo (roja a Ramos, y Raúl García de rositas; ese mano a mano de Cris y Karim que frusta para sacar una amarilla... uuffff), Isco que no es el mismo (es entendible que baje su rendimiento puesto que un robot no es) y Zizou, ayyy Zizou, cómo van a cojer confianza los suplentes si tú no confías en ellos, mijito ponte las pilas, está bueno ya de cambios en el minuto 80 (y pa colmo solo dos, en la mayoría de los partidos). Un saludo del tamaño del mar !!! HASTA EL FINAL... VAMOS, REAL !!!