Silencio

Se ha acostumbrado el madridismo a no poder quejarse cuando los arbitrajes perjudican al Real Madrid o benefician al Barcelona. Nos han dicho que eso no lo puede hacer un grande, que hay que callar, acompañar de silencio las malas decisiones de los Undianos de turno. Ver, oír y callar. Más bien ver y callar. Sigan, que ustedes son el Real Madrid y no tienen derecho a quejarse. Y en esas estamos, a cuatro puntos del alirón, pero sin poder alzar la voz porque nos lo prohibieron vete tú a saber por qué.

Sería bueno que alguien pudiera llevar nuestras preocupaciones a algún altavoz mediático con cierto alcance. Quedan dos partidos y siguen pasando cosas que amenazan con dinamitar el final de temporada. Este fin de semana, sin ir más lejos, Undiano Mallenco hizo un arbitraje sibilino en el Santiago Bernabéu y a González González se le olvidaron las tarjetas rojas en el vestuario del estadio de Gran Canaria. Nadie ha dicho nada porque el Real Madrid terminó ganando. O, más bien, nadie ha dicho nada porque el silencio gobierna todo este castillo desde hace mucho tiempo.

En el Real Madrid-Sevilla hubo un penalti sobre Cristiano Ronaldo que no señalaron y una amarilla a Nacho Fernández -la quinta, por lo que no podrá jugar en Vigo- que si ya era escandalosa en directo, más todavía cuando ves el acta de Undiano Mallenco. El árbitro tuvo los bemoles de argumentar que la tarjeta vino por "discutir con un adversario". No fue una falta y tampoco una protesta, fue una discusión con un jugador del Sevilla. Es grave, pero es que ni siquiera es verdad. A lo que Undiano llama discusión, nosotros lo llamamos empujón a Nacho y nada más. Pues amarilla para el canterano del Real Madrid. Con Carvajal lesionado y Pepe saliendo de lesión, la baja de Nacho se antoja delicada, pero lo sibilino suena demasiado bien.

Si mal estuvo lo del Real Madrid-Sevilla, peor fue lo del Las Palmas-Barcelona. Al culé de Quique Setién no le dolerá porque su equipo no se jugaba nada y a él sólo le preocupaba disfrutar de Messi. Sin embargo, el Barça quiso ganar el partido por la vía rápida: el árbitro. En el minuto cinco, Digne derribó a Jesé cuando este se quedaba mano a mano con el portero. Roja directa y a vestuarios. Pues no. Amarilla y gracias. De milagro no le pitó falta a Jesé. Los de Luis Enrique tenían que haber jugado ochenta y cinco minutos en inferioridad numérica, pero nos habría quedado una última jornada demasiado sosa. ¿Han visto alguna reseña sobre esa acción en las portadas? Nosotros no.

Lo que tampoco habéis visto reflejado es que Digne, minutos después de esa falta, agredió a Viera con el codo. Dos tarjetas rojas directas en menos de media hora. Una sola amarilla. Es un escándalo mayúsculo que ya ni se comenta porque el Barcelona juega con alfombra roja y todo el mundo lo sabe. Sin embargo, no por habitual deja de ser alarmante. Da mucha pena -y rabia- que los favores arbitrales a un cuartofinalista de la Champions League lleguen siempre acompañados del silencio. Ganar esta Liga sería un auténtico milagro. Ojalá nos dejen.