Sexo tántrico

Una locura, un desenfreno, un maravilloso delirio, queridos galernautas. El equipo que no juega a nada está (otra vez) en la final de la Copa de Europa. El equipo sin modelo, ni estilo. El club del fax estropeado, el del acabose copero, el del defenestrado Rafa Benítez, el del herniado, el atleta y el cono. Esto es lo que viene siendo un sindiós en toda regla, la salida del sol por el oeste, aunque a fuerza de repetirse semejante caos, vamos a tener que pensar que las leyes de la naturaleza son juguetonas y arbitrarias, y que el volver de las aguas a su cauce no es cosa de orden y proporción, sino de desmesura y azar. Lo sentimos por el insigne Einstein, pero bien parece que el Madrid se empeña en demostrar que Dios sí juega a los dados, como Florentino a las bolas calientes y Bale al golf. Algo huele mal en Dinamarca, y frente a tanto vocero de la supuesta higiene, a nosotros nos encanta el olor del napalm por la mañana.

No dudamos de que sexo es vida, tal y como reza el anuncio que tan convenientemente nos regala Marca en su portada, pero ya se sabe que no solo de pan vive el hombre y que el orgasmo es alcanzable por vías tal vez menos físicas, pero no menos intensas. Estar en Milán es una de esas vías, que lo estemos gracias a un latigazo afortunado de Bale es un preliminar de enjundia, y que hayamos logrado el pase a la final en una temporada como esta ya es casi tántrico. En consecuencia, no hay problemas de erección a la vista, ni tampoco de eyaculación precoz, ya que por supuesto media el Atlético de Madrid para que sea completo el goce.

Sabemos que el reto será difícil, no solo por las calidades futbolísticas del equipo del Cholo, no solo por sus "virtudes" digamos anexas que algunos llaman cancheras haciendo uso de su ya ancestral doble vara de medir, sino también por aquello del runrún. Es cierto que no juega en Milán el runrún, pero sí lo hará antes, sí lo hace desde hoy mismo. Ya conocen el cuento de sobra: el meritorio equipo del pueblo se merece ya una Champions para que podamos seguir creyendo en la justicia, para que David -cholista de toda la vida- vuelva a derrotar a Goliat, cargado con el peso de sus millones y su azarosa trayectoria. Contra este relato ciertamente pueril también juega el Madrid desde hoy hasta el mismo día de la final. Y lo hará incluso después, sobre todo si se le ocurre ganar la Undécima y confirmar la opresión de la aristocracia sobre las clases populares. Miren, si no, cómo allana ese camino la portada de As.

Si ayer el Atlético era un equipo de leyenda, hoy la decimocuarta final de Copa de Europa del Madrid y la posibilidad de ganar su undécima orejona se traduce en un "¡Viva Madrid!". Con un par, claro que sí. Vayamos de la mano a comprar lotería a Doña Manolita, pasemos por San Ginés a comer churros, preparemos la verbena de La Paloma y hagámonos fotos todos juntos ante el oso y el madroño. De Madrid al cielo, galernautas. Las mocitas madrileñas ya no son del Madrid, sino chulapas sin más colores que los de la comunidad. ¡Qué belleza ecuménica!

Es virtuoso el chotis al que nos invita la portada de As, pero no crean que ello resta mérito alguno al logro del Madrid, qué va. Lean si no nos creen: "Un solitario gol de Bale, con rebote en Fernando, mete a los blancos en su decimocuarta final". Aséptico titular, sin duda. No hay asomo de valoración en él. Ninguna toma de partido. Para aquellos incrédulos que consideren que su confección implica escasa alegría por el bien del madridismo, recuerden que siempre cabía escribir algo así: "Un churro del fichaje más caro, convertido en gol en propia puerta, mete al Madrid de forma vergonzante en otra final europea". Bailemos, galernautas, que Relaño invita al cocido.

En línea similar viene la portada de Mundo Deportivo, haciendo hincapié en el gol "de rebote" que propició Gareth Bale. Vuelven a unirse por línea no demasiado fina el As y la prensa deportiva catalana, en lo que supone un hermanamiento que ríanse ustedes de la alianza de civilizaciones (amics per sempre). Pocas cosas unen más que no desearle bien a alguien, y más si ese alguien es el Madrid, ya saben, caótica y antipática herramienta de opresión.

Tenemos que pensar, sin embargo, que tanto destacar el rebote del gol de Bale es solo un caso -muy simple, por cierto- de transferencia. El rebote lo tiene Mundo Deportivo y el entorno culé en general. ¿Cómo es posible que el mundo no haya premiado a los valors? ¿Cómo puede ser que el mal obtenga recompensa y la belleza tenga que ver la final por televisión? ¿Es esto fútbol o una variante ilegítima? Oímos clamar a Xavi Hernández a lo lejos, incomprendido, pero lleno el pecho de razones, convencido de su virtud cual Simón del desierto.

Podría parecer que el agua y el aceite se funden en esta histórica portada de Sport, pero no se equivoquen. Lo que se une es el antimadridismo, que no conoce más razones que la de desear el mal del equipo blanco. Fuera caretas, adiós a la primacía innegociable del estilo, guardemos en el cajón todo nuestro cuento de hadas porque llega la hora de la verdad, y la única verdad con mayúsculas es que no queremos que el Madrid gane la Undécima. Si para eso tenemos que abrazar por un día la causa cholista, es decir, todo aquello de lo que renegamos día sí y día también, pues lo hacemos y punto. Podría decirse que no tenemos vergüenza, pero la mayor de las vergüenzas sería que el Madrid siguiera aumentando su distancia con nosotros en cuanto a títulos. Así que si el diario As sale con un "¡Viva Madrid!", Sport nos suelta un "¡Vivan las cadenas!" y se queda tan pancho.

No crean que esta portada es propia de cierta indudable pequeñez, no crean que demuestra para los restos el espíritu reaccionario de quien necesita más el mal ajeno que el bien propio, no crean que dan más pena que risa, no crean.

Crean mejor en esto, queridos galernautas. No dejen de creer.