Sobre la servidumbre voluntaria

Y esto no para. El Madrid vuelve a jugar esta tarde en Liga y sobre todo para ganar la Liga. No es ningún secreto que el madridismo quiere ya otra Liga, lo que por supuesto no quiere decir que el madridismo quiera este año solo otra Liga, pero sí que ve la necesidad de que las aguas vuelvan a su cauce también en la competición doméstica, valga el manoseado eufemismo.

Qué cosa bonita eso de la competición doméstica, ¿no? Acaso la competición de alfombra y pantuflas, la de bajar a comprar la barra de pan y en realidad aprovechar para tomar un cortado -o una caña- mientras se lee por encima la prensa y tal vez se compra uno un cupón de la ONCE, la competición de sofá y mantita, la de (por favor) no perder puntos a la postre decisivos en plazas a priori accesibles, la de fajarse y bajar a la arena a horas poco lustrosas más acá del oropel de las 20:45 de un miércoles europeo con su himno y todo... En definitiva, aquello que hace no mucho se llamaba la Liga de Primera División y hoy ya ni sabemos bien del todo cómo se llama. A por ella hoy también contra el Sporting, esta vez no de Portugal, sino de Gijón.

Zidane es el protagonista de las portadas deportivas madrileñas, el mismo que hace no demasiado era una mala solución de urgencia, apenas un parche -léase capricho- de Florentino, una persona tal vez cabal y elegante, pero sin la experiencia necesaria para sentarse en el banquillo blanco, un remiendo, una prueba más de la falta de planificación que aqueja al Madrid desde su fundación, en fin, una cosa loca ante la que los muchachos de la prensa salivaban sin pudor.

Pero resulta que el Madrid de Zidane no pierde, resulta que casi siempre gana, resulta que tras conseguir la undécima Copa de Europa su equipo no ha caído en la indolencia o la desorganización, resulta que habla poco para que se le entienda mucho, que da constantes muestras de saber estar donde está. Y todo ello con calma, como quien simplemente disfruta de su labor sin saber qué es eso de la presión de la que tanto hablan quienes interesadamente la crean. Hasta Relaño en su editorial le suelta hoy un elogio a Zidane (¡).

Menos mal que la cosa vuelve a la normalidad cuando leemos allí que la baja de Bale "permitirá ver durante bastantes partidos un equipo libre de las servidumbres que provoca la BBC". Aventuremos una posible traducción simultánea:

Tienen ustedes a tres de los mejores jugadores de ataque del mundo, pero sepan que en el fondo eso es una condena, una esclavitud, un no parar de penar, un destierro, una servidumbre. No le pregunten a ningún entrenador del planeta si quisiera contar con esos tres jugadores, porque se persignará con rapidez para evitar el mal fario. Vade retro. No se les ocurra mirar las cifras goleadoras del acrónimo, tampoco sus asistencias, ni siquiera eso más intangible de la preocupación que sus nombres en el once titular puede provocar en defensas rivales. Eso son minucias al lado de la servidumbre que supone tener a esos delanteros en las filas propias. En resumen, puede que ustedes no lo vean, porque son del Madrid y los del Madrid saben poco de fútbol, pero es mejor tener a Bale, Benzema y Cristiano como rivales que como aliados, sobre todo a Bale, claro está, que corre mucho y tal, pero lo de jugar al fútbol ya tal. ¿Y Cristiano? Ja. Muchos goles, sí, pero los entendidos de esto -Dios bendiga a Ángel Cappa- sabemos que esto no va de goles, qué vulgaridad, qué servidumbre. Florentino dimisión.

Además, ninguno de esos jugadores que tienen al Madrid en galeras es español, lo que supone un defecto añadido para cierta prensa deportiva. En cambio, Isco no solo es muy bueno (fuera ironía aquí), sino que también es español, lo que a ojos de algunos le otorga un plus de calidad que a nuestro juicio es injustificado. Isco es buenísimo sea de Málaga, de Tegucigalpa o del mismo centro de Tokio, si es que Tokio tiene centro, y no sabemos si queremos vivir en un mundo en el que haya que aclarar de vez en cuando este punto.

Pena que no proceda Isco de la Masía, porque así sería completa la portada de Mundo Deportivo, sería plena y feliz, más o menos como aquellos que aún siguen con la matraca de que jugadores como él (¿recuerdan que también Özil?) son más propios del estilo Barça que de cualquier otro estilo. Ay, el estilo, queridos galernautas. Nosotros no sabemos bien lo que es tal cosa (venga aquí un bostezo infinito), tal vez porque ya ha quedado dicho que no sabemos nada de fútbol, sino de servidumbres.

Acaso el estilo sea él y solo él, Messi y solo Messi, a quien Sport dedica todas sus portadas y aún algunas más que tal vez dejen impresas en un cajón por el mero deleite de abrirlo un día para verlas todas tan juntitas y alcanzar el nirvana.

Toca ir renovando al argentino, que este mes aún no lo han hecho y eso está muy feo, pero ya puestos a la tarea, Bartomeu cogerá el toro por los cuernos y le propondrá un contrato de por vida. Messi con cuarenta años gambeteando por banda, Messi con cincuenta de mediocentro algo estático pero preciso en el pase, Messi con sesenta de portero, Messi con setenta años sentado en el banderín esperando que haya un córner para lanzarlo, Messi con ochenta años pidiendo su más que merecida renovación... Eso no son servidumbres, sino bendiciones.