Hace una semana Sergio Ramos completaba un partido muy dañino para su propio equipo. Tras verse desbordado por Tana en el primer gol de Las Palmas, cometió un penalti tan imprudente como evitable que puso a los amarillos por delante. Sin ser el único responsable, sí participó significativamente en la pérdida de dos puntos para el transcurrir liguero.
Lo cierto es que aquel no fue un partido totalmente impropio de Sergio Ramos. No es infrecuente verle cometer errores de bulto a lo largo del año durante partidos random. Normalmente estos errores son atribuidos a ciertos excesos de confianza de un jugador con tanto potencial. Resulta significativo el dato de los goles recibidos por el Madrid con él en el campo que sin él. Ramos no es garante de diligencia.
Sólo una semana después su contribución ha resultado decisiva para la clasificación del Madrid a cuartos. Si antes asegurábamos que no son infrecuentes sus errores en “partidos tontos”, desde luego debemos afirmar que sus apariciones triunfales en los momentos más trascendentales dan para tesis futbolera por lo frondoso de su contenido. Decía el periodista Oier Fano que Sergio Ramos ha marcado veintiún goles desde su aparición en Lisboa. La importancia de este dato no es cuantitativa – que también - sino cualitativa ya que dieciocho de esos veintiún goles llegaron con su equipo perdiendo o empatando. Es decir, los goles de Ramos suelen alterar el signo del partido, y lo amplio de la muestra descarta la posibilidad de que se trate de una mera casualidad.
Sergio es ese estudiante inteligente que acostumbra a descuidarse durante los parciales cateando de forma irresponsable, pero que cuando llegan los finales y contra toda lógica acaba con matrícula después de haber pasado la última noche en vela empollando. El camero ya ha escapado a la lógica de su estado de forma en cada momento, su contribución cuando el Sol más calienta deja en ridículo cualquier análisis coyuntural. Es pura metafísica cuya única certidumbre consiste en presuponer que llegada la Copa de Europa Sergio lo volverá a hacer. Ramos es pura Copa de Europa.
¿Y cómo negar que Sergio también es puro Real Madrid? El mimetismo entre ambos resulta sólo comprensible desde una perspectiva cuántica. Me comentaba ayer mi amigo Kollins que está muy bien lo de “hasta el final, pero a ver si alguna es desde el principio”; el Madrid en los últimos años está siendo eso. Con independencia de vivir en la época Messi, lo cierto es que la fiabilidad del Madrid en la Copa de Europa supera con creces la que ofrece en la Liga. No es proporcional la forma que tiene el equipo de afrontar un partido liguero en comparación con una eliminatoria de Champions. Y en las propias eliminatorias, ciertos momentos de desconexión nos recuerdan a nuestro estudiante descuidado que sólo reacciona cuando se aproxima el suspenso definitivo.
No es descabellado pensar que la actual idiosincrasia del Real viene muy marcada por la de un capitán con una personalidad e influencia desbordantes. Ramos y el Madrid son perfectos ejemplos de supervivencia a sí mismos, a sus pecados veniales del día a día, sabedores, ambos, de que el día del juicio final lograrán la absolución de aquellos que darán por bueno cada sufrimiento diario por el adictivo éxtasis final que casi siempre llega.
A un defensa se le puede aplicar aquella frase que supuestamente Di Stefano le dijo a un portero, algo así como "no le pido que pare los balones que vayan dentro, basta con que no meta los que van fuera ".
Sergio Ramos, que ha protagonizado goles antológicos que quedarán en nuestro recuerdo mientras vivamos, es un defensa que con más frecuencia de la deseable "mete para dentro los que van fuera".
Afortunadamente el portero era Manzanedo, cuando entrenaba al Valencia.
Lo de Messi y las ligas, si no nos hubieran quitado tanto.......