Si Manolo Lama dijera que Ramos “se cagó un poco”, hubiera sonado regular incluso dicho por ese paradigma, ese ídolo de la vulgaridad. En alguien más refinado tampoco hubiera sonado muy bien a pesar de las comillas. Un cursi seguro que hubiera (alguno lo habrá hecho) transformado la literalidad por algún sinónimo más correcto y ridículo para el caso como por ejemplo: “Se defecó un poco”. Pero en Zidane todo suena bien. El “se cagó un poco” de Zizú tiene el acento de la notaire Valeria Bruni-Tedeschi intentando convencer a Russell Crowe en su despacho de la Provenza de que no venda el Chateau de su tío mientras aquel le mira los tobillos hermosamente tatuados a través de la mesa de cristal. Ese “cagó” lleva la “g” inevitable francesa que todo lo embellece, y esa “ó” en realidad se pronuncia “ú”, o la palabra se escribe “cageau”, que con el “un poco” (“un poqueau”) suena de maravilla como para que lo comente o lo reproduzca cualquiera con su español impropio y basto para lo que nos ocupa.
Y qué discreción la de Ramos teniendo en cuenta su habitual aparatosidad. Ramos debió de salir de puntillas del terreno de juego pues nadie lo advirtió. Yo lo imagino yendo de jugador en jugador, como de árbol en árbol, igual que si llevara sólo una toalla de manos por toda indumentaria como el Paul Newman de El premio volviendo de noche a su hotel de Estocolmo. Ramos debió de sentir la urgencia conminándole de pronto, apremiándole, y tomó el olivo de forma imperceptible, invisible mejor, mimetizándose con el paisaje, ocultándose, como subiéndose los cuellos de la gabardina; como tapándose con un periódico en un café eibarrés mientras se escuchan los sonidos del xilófono de la pantera rosa, para escabullirse finalmente en la acogedora y salvadora intimidad del váter. Tiene que ser una experiencia religiosa salir de extranjis de un estadio abarrotado y luego volver a él ligero y limpio y libre y triunfador. Qué ovación se perdió. Volviendo así tienen que venirte ganas de defender hasta a los que calientan en la banda, más allá de la evacuación exprés, que también tiene su punto. Todo en esta pequeña historia tiene su punto, incluso el calzoncillo de Ramos al decir de Zidane, a quien ni la escatología es capaz de conmover.
Uffffffffffffffffffff, por Dios Marito, pero que biennnnnn....... Es una gozada que de leerla el propio Ramos se echará a reír con sorna.
Divertidísimo y a la par elegante, como una flor marrón.
Sobre Manolo Lama y el idioma francés, que aparecen en su artículo, guardo en mi memoria una escena en el informativo del medio día de Telemadrid, que presentaba hace muchos años la guapísima Teresa Castanedo y cuya parte de deportes, presentaba el incomparable Lama. La noticia se refería al "Maraton des Sables" que se corría cada año en Marruecos y era una de esas pruebas de extrema dureza maratoniana, 250 kilómetros en 7 días en pleno desierto. Pues bien, nuestro Manolo presentó la noticia de la carrera, como el "Maratón de los sables", quizá pensando que los corredores iban camino de las cruzadas provistos cada uno de su sable reglamentario. Teresa Castanedo, que sí sabía francés, se le quedó mirando con cara de pitorreo, y le preguntó algo así como "¿seguro que es de los sables?" A lo que el incomparable Manolo, no dio su brazo a torcer, y contestó, "pues claro, no ves lo que pone en los carteles de la carrera? El maratón cambió arenas por espadas.
Ahí lo tienen, una estrella de la radio deportiva española.
Saludos.