Buenos días, amigos. ¿Qué es ser el mejor? Y, sobre todo, ¿a qué viene esta pregunta casi metafísica en un portanálisis ya casi navideño, cuando el cuerpo y con él la mente se preparan para poco más que una ingesta desorejada de peladillas bañadas en champagne?
Sin embargo, no nos negaréis que lo de “el mejor” es la comidilla futbolística de los últimos tiempos. El ejército messiánico, a resultas del mundial peligrosamente preparado y finalmente alcanzado por Argentina, lleva días tratando de compulsar como dogma de fe que Messi es el mejor futbolista de todos los tiempos. Ya lo hemos dicho otras veces: las verdades resplandecen; los dogmas no.
Hoy, a la portada de Mundo Deportivo, vienen varios de “los mejores”. Viene el propio Messi, sobre quien el culerío, debido a su proverbial complejo de inferioridad con el Madrid, siente la necesidad de que reciba el título oficial (por desgracia no existe) de mejor futbolista de la historia, el premio Nobel de la Paz, el Óscar de Hollywood y el trofeo al ganador del torneo Tigres vs. Leones del mítico Torrebruno. De otra manera no habrá paz para el culerío, tan perentoriamente necesitado de reafirmación. Dice Mundo Deportivo que Messi no solamente ya no es del Barça sino que se aleja la opción de que vuelva a serlo, lo cual resulta sumamente lacerante para un culerío sociológico abonado a la nostalgia. Es lo que les queda.
El otro protagonista de la portada del diario de Godó, grande de España, es Laporta, no porque también sea “el mejor”, sino porque le atribuye tal condición a Xavi, de quien dice eso, que es el mejor. Pero no el mejor de cualquier lado, oigan, sino el mejor del mundo. Hace falta tener un concepto descarnadamente subjetivo de eso de “el mejor” para decretar que Xavi Hernández lo es en lo suyo, porque suponemos que Laporta se refiere a lo suyo, a lo de Xavi, es decir, a entrenar, aunque bien podría estar diciendo que es el mejor en la jardinería o, por esquivar el chiste fácil, en el macramé, la taba o la sexación de pollos, dado que no especifica y, al fin y al cabo, Xavi reúne los mismos méritos (es decir, títulos homologables al fútbol de élite) en la disciplina del entrenamiento futbolístico que en las muy honrosas que acabamos de detallar.
Pero esto de los decretos que especifican quién es el mejor en lo que sea tiene algo de serie de muñecas rusas, porque el propio Xavi tiene opiniones fuertes sobre quién es, por ejemplo, el mejor extremo del mundo.
Ved, ved.
Otra opinión respetable sin duda, pero cargada asimismo de brutal subjetividad. Dembélé, que es como un peluche entrañable que lleva seis años (¿o son más?) a la sopa boba en Can Barça. Dembélé, que salvo ocasiones contadísimas en las que muestra su indudable calidad es una rémora financiera de pésimo rendimiento deportivo para la entidad que le paga. Dembélé, cuya indescriptible actuación en la final de Catar aún llevamos en la retina. Ese Dembélé (¿o hay otro?) es el que Xavi llama “el mejor extremo del mundo”.
No cabe duda de que el concepto “el mejor” es siempre discutible, amics. Siempre salvo cuando te refieras a Rafa Nadal. Ahí la subjetividad adquiere ciertos caracteres científicos. As y Marca nos traen a Rafa, lo que supone un modo idóneo de cerrar la sección por hoy, y de hacerlo con los mejores deseos navideños.
Pasad un buen día.
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