Seguimos en tela de juicio, aunque es un juicio cuanto menos extraño, como si lo hubiera escrito digamos que Lewis Carroll, pues subvierte espacios y tiempos para mostrar su absurdo. No negamos que haya indicios de delito, y algunos de ellos incluso alevosos, pero los jueces deberían saber que esto del fútbol tiene sus propios tiempos procesales y que hasta junio no cierra el curso judicial correspondiente. Pero no. Con el Madrid (contra el Madrid) la condena viene cocinándose a fuego lento desde la pretemporada -desde cualquier pretemporada- para lo cual no importa en absoluto ir manipulando un poco las pruebas y así, en cuanto incurra el sospechoso en flagrante error, poder encontrar en ellas las huellas de los jugadores, del entrenador, del presidente, de Chendo y de Herrerín, todos a una y sin distinción matando al comendador antes incluso de que ocupe su cargo en Fuenteovejuna. Por supuesto, en este proceso macabro la presunción de inocencia es una señal de tibieza. Si el Madrid es culpable incluso antes de encontrar el arma homicida en forma de un vergonzante 0-4 contra el Barcelona, cómo no va a serlo después, ya con las manos en masa tan espesa.
Si la separación de poderes resulta un principio básico de toda democracia sana, el sistema que domina el entorno madridista necesita de cierta reformas. No puede ser que determinados agentes, por ejemplo el diario As, actúen a la vez como avezados fiscales y como jueces, pero así ocurre. Hoy se celebra un juicio que son en realidad dos: el más literal sobre la reforma de los estatutos del Madrid y el más bien metafórico, pero tal vez más encarnizado, sobre el terreno de juego del Shakhtar Donetsk en la Champions. Sin embargo, para el Diario de la Ouija estas dos vistas son en realidad una y la misma, porque son en realidad la de siempre, la ocasión diaria de enseñarnos un Madrid en constante convulsión, al borde del precipicio, cayendo irremisiblemente desde la inalcanzable vara de medir que coloca cierta prensa.
Y no es que el Madrid no esté capacitado para superar esa vara, sino que esta es directamente insuperable, pues no es más que una trampa móvil, caprichosa, interesada y mortal. La alternativa, por tanto, no está en hacer ímprobos esfuerzos para cumplir con el nivel exigido desde fuera, sino en atreverse a desdeñar tal normatividad externa y así poder dejarla a la intemperie, predicando en el desierto de sus capciosas portadas, sus flamígeros editoriales y su, nos tememos, decreciente índice de ventas. Esa es, creemos, la clave, queridos galernautas, a la espera de que sea efectiva la separación de poderes y cierta prensa no ostente más poder que el de la buena información y la honesta y respetuosa opinión.
Dicho lo cual, no podemos mirar para otro lado tras lo sucedido el pasado sábado contra el Barcelona. El madridismo necesita ver señales de arrepentimiento y de propósito de enmieda para poder llegar a obtener el perdón de los pecados. La temporada es larga -lo sabemos y lo recalcamos- pero no es menos cierto que la estocada del 0-4 fue seria y costará que cicatricen sus varias y profundas ramificaciones.
En consecuencia, el partido de hoy en Ucrania es "el blanco de todas las miradas", tal y como destaca el titular de Marca. Una victoria hoy, acompañada de una buena imagen en forma de compromiso, esfuerzo y juego digno, no saldará la deuda contraída por el equipo con su afición (que no con la prensa, repetimos), pero sí sería un buen comienzo para que el temporal pueda ir amainando al ritmo del trabajo bien hecho, ese que precisa tiempos radicalmente opuestos a los exigidos por la portada de cada día y la tertulia de cada noche. Otra vez la vara de medir. No, no y no. Que no aparezca más esa vara. O mejor, que aparezca y seamos capaces de no tenerla en consideración, denunciando que se llama vara porque en realidad es un palo en las ruedas de nuestro carro.
El carro culé parece alcanzar velocidad de coche de alta gama y no nos duelen prendas en reconocerlo, advirtiendo -eso sí- que la carrera es aún larga, procelosa y llena de curvas. En alguno de esos meandros estaremos agazapados esperando el adelantamiento perfecto si es que somos capaces de centrarnos en lo que importa, al margen de juicios sumarísimos con condenas a lo Minority Report.
En Barcelona no saben lo que es eso. Sus fiscales y sus jueces son gente benigna, bienintencionada y hasta tierna -aunque en realidad perversa- en su impostada ingenuidad. Pueden acumulársele papeles, ficheros y expedientes sobre la mesa, pero ellos prefieren limpiar el polvo, regar las flores y escuchar música celestial antes de ponerse a la ingrata tarea de acusar y juzgar. Soplar a favor del viento es su tarea, arrimar el hombro, arrojar pétalos por donde pisa el més que un club, y de ahí que la obra culé no tenga que vencer tantas resistencias y así pueda oler siempre a colonia aun cuando nos parezca que a veces habita cierta suciedad bajo algunas alfombras.
Todo limpio y aseado, en perfectas condiciones para su disfrute, para entrar a vivir en La Masía, alicatado hasta el techo, vestidor, dos terrazas, armarios empotrados, calefacción central, garaje y vistas al mar. Lo que viene siendo un paraíso en la Tierra, que, sin embargo, sigue girando para que el Madrid -a pesar de los pesares- pueda seguir cantando incluso bajo tanta lluvia.
La Galerna trabaja por la higiene del foro de comentarios, pero no se hace responsable de los mismos
2 comentarios en: Separación de poderes
Y aún piensa Dani Alves que los malos son los de Marca y AS... ¿En qué mundo vive?
Pobre Daniel, de vez en cuando las horrendas lentes que suelen adornar su cara parece que le impiden ver la realidad. Marca y As (sobretodo As) no solo entorpecen el camino de un deteriorado Real Madrid, sino que ayudan a recoger las supuestas "Rosas" del camino del eterno rival, facilitándoles aun más si cabe la labor a la "objetiva" prensa catalana (sobredosis de sarcasmo). El Real Madrid necesita desligarse urgentemente de la envenenada prensa Madrileña y de darle un escarmiento en forma de triunfos y buen juego, para que de esta manera, Relaño y compañía, se atraganten con su propia bilis, esa bilis que derraman portada tras portada y que deja a entrever su tan dudoso e interesado Madridismo. Calumnias y más calumnias.