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Segundo premio. Antimadridismo

Segundo premio. Antimadridismo

Escrito por: Pablo Rivas4 junio, 2024
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Cartas de un madridista millennial

 

Hola de nuevo:

 

La semana pasada vivimos un momento bastante duro y allí estaban. Tras la derrota del Madrid de baloncesto en Berlín, de repente apareció la marabunta, militarizada como un solo hombre y con la gota deslizándose por el colmillo, dispuesta a ensañarse con el árbol caído. Llegaron el escarnio, la mofa, la vejación, el insulto… El antimadridismo, comprensiblemente asustado durante toda la temporada, habida cuenta del favoritismo del equipo blanco en la Euroliga, dejó escapar toda la tensión acumulada como si se tratase de una olla exprés. Una vez ya te expliqué que la alegría por la derrota del rival constituye un sentimiento natural e incluso hasta sano, en la medida en que se trata, después de todo, de una confesión de humilde vulnerabilidad; al fin y al cabo, el anhelo de revancha supone un reconocimiento a los méritos del adversario. Pero esta gente, en lugar de vivirlo como una satisfacción íntima, necesita verter su odio de forma explícita, categórica, absoluta, diría que catártica.

De modo que quise prepararme para una hipotética segunda oleada de inquina y aversión, y los días previos a la final de la Copa de Europa me afané en abstraerme de todo. Mientras a mi alrededor la conversación se iba monopolizando en torno al partido de Wembley, yo trataba de escabullirme. Con la mejor de mis sonrisas fui rechazando una tras otra las múltiples invitaciones para compartir la gran cita, refugiado entre novelas de Andrea Camilleri, listas de reproducción reconfortantes y alguna película inspiradora. Y precisamente a este respecto quería recomendarte la nueva cinta de Isaki Lacuesta y Pol Rodríguez, Segundo premio, sobre uno de los grupos de mayor impacto en el indie español: Los Planetas. Antes que nada he de decir que cualquiera que haya tenido relación, siquiera mínima, con Granada, apreciará la atmósfera del filme; no digamos ya si se han pasado en la ciudad andaluza los años estudiantiles o de juventud. Pero si traigo aquí la película no es por eso, ni tampoco por las indisimuladas pullas contra el Real Madrid que Los Planetas dejaron en algunas de sus canciones, sino por el tema principal, recogido en el título, cuya letra me dejó pensativo, y que creo que servirá para algunas consideraciones generales sobre el antimadridismo.

Los planetas

De los antimadridistas se podría escribir más de un tratado sociológico, si es que alguien quisiera perder el tiempo en algo así —aunque peores tesis se han visto, y con cum laude—. Sin ánimo de especial exhaustividad, podríamos estabular al movimiento de la siguiente manera: en primer lugar, hay un antimadridismo, acaso minoritario, que es puramente superficial, diría que cuasi adolescente. En esta facción se encuadrarían, por ejemplo, los mencionados Planetas: gente que a menudo no ha reflexionado lo suficiente y cuya manía hacia el Madrid tiene un carácter huero, responde a algún tópico trivial y en realidad no condiciona demasiado su existencia. Mirados con objetividad, la respuesta más apropiada al desafecto que este sector nos profesa es la indiferencia, o incluso cierta ternura.

En segundo lugar, existe otro antimadridismo mucho más visceral, cuyo odio hacia la institución los consume a diario, y siempre lo manifiestan de la forma más vulgar y chocarrera posible. Son personas atrabiliarias, avinagradas, cascarrabias, que frecuentemente recurren a la violencia —como mínimo— verbal, y cuya condición grosera los hace solo peligrosos en las distancias cortas. Sin embargo, hay aún un tercer tipo de antimadridista, diferente al insustancial y al bilioso. Se trata de ese espécimen semiculto que, encaramado a su atalaya —suele trabajar en los medios o ser muy activo en las redes sociales—, esparce su veneno insidiador desde una supuesta distancia, tratando de aparentar ausencia de apasionamiento. Se les reconoce por el empleo habitual de la ironía, que actúa como máscara particular para poder expresar sus bajos sentimientos sin sentirse culpables. Foster Wallace los hubiera desenmascarado de inmediato: son tan fanáticos como los coléricos, y sufren de igual modo los triunfos del club que aborrecen. En última instancia, ambos grupos, rabiosos explícitos y falsos condescendientes, vuelcan de manera enfermiza sus neurosis sobre el Real Madrid, sean estas más básicas o más alambicadas.

Hay un espécimen semiculto de antimadridista que, encaramado a su atalaya —suele trabajar en los medios o ser muy activo en las redes sociales—, esparce su veneno insidiador desde una supuesta distancia, tratando de aparentar ausencia de apasionamiento. Se les reconoce por el empleo habitual de la ironía, que actúa como máscara particular para poder expresar sus bajos sentimientos sin sentirse culpables

Pensaba en todo esto mientras sonaban los acordes de Segundo Premio. Qué terrible maldición la del anti. Si el Madrid es un Sísifo que en el fondo ama la exigente roca que arrastra, ellos no tienen ese consuelo; es más, se saben condenados de antemano a una sempiterna frustración: “Y todo el tiempo que he desperdiciado se vuelve de nuevo contra mí”. Uno ve la expresión de sus rostros con los triunfos merengues y sus miradas perdidas evocan otra frase que los fans de Los Planetas sabrán reconocer: las luces están encendidas pero no hay nadie en casa. Aunque, antes de que caigas en la tentación de la piedad, conviene escuchar lo que sale hoy de sus bocas. Tras la Decimoquinta, sin encontrar un clavo al que agarrarse, han llegado al paroxismo, rozando lo imparodiable. Y no hace falta que te recuerde que han sido capaces de justificar cualquier cosa, pagos indecentes incluidos, siempre que eso pudiese ayudar al primo de Zumosol en el que tenían subcontratadas sus esperanzas de que el Madrid no gane títulos —“ya que nosotros no podemos, jódeles tú”—. De modo que, llegados a este punto, uno se ve legitimado para colocarles un espejo donde reboten sus ofensas. Donde, en defensa propia, se refleje aquello que nos desean, tan crudamente parafraseado al final de la canción: “Si esto te hace daño, si te puedo hacer sufrir, ha servido para algo. Al menos para mí”.

Somos campeones de Europa. Felicidades, y nos vemos el año que viene. Saludos afectuosos.

Pablo

 

Getty Images.

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4 comentarios en: Segundo premio. Antimadridismo

  1. Tengo amigos que adoran a los planetas, nunca lo comprendí pero hace un par de años estuve en uno. De los peores conciertos en los que he estado. Me parecieron malos y aburridos. Encima antis, lo tienen tó, como bien dices, Vastic.

  2. Que hagan una canción del caso negreira.
    Para los antimadridistas, el fin justifica los medios. Apoyan la corrupción y cualquier cosa, si eso perjudica al madrid. Eso lo estamos viendo todos

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Lamine Yamal es muy joven.

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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.

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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.

@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.

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