Tras varios días de bodorrio, nos cuesta ahora volver a las cosas del fútbol. La Galerna no estaba invitada al enlace de Messi y Antonela en Rosario -la boda del año, dice Sport- pero no ha hecho ninguna falta, ya que gracias a los medios deportivos (?) catalanes hemos podido disfrutar del evento -te lo juro, jo, tía, de verdad- como si hubiéramos estado allí mismo bailando Paquito, el chocolatero o su equivalente argentino si lo hubiera.
Todo lo bueno se acaba, si bien lo hace por todo lo alto con el álbum de la boda que, al unísono, nos ofrecen Mundo Deportivo y Sport en una muestra más de la labor de servicio público que tan responsablemente han sabido asumir ambos medios (dicen que) informativos. "Las mejores imágenes de un día inolvidable", dice una de las portadas y nosotros no podemos evitar morir, ay, de amor rosa; "suplemento especial 8 páginas" con "el álbum fotográfico de la boda del año", dice la otra portada y qué carajo nos importa ya aquello del fútbol cuando podemos deleitarnos con este oropel, degustar este bollito de crema y oler estos pétalos que no cesan; "Messi viajó a Barcelona tras el enlace para rematar su contrato hasta 2021", dice As y no se nos ocurre luna de miel más romántica, apasionamiento más lúbrico, entrega más absoluta a Antonela, quien iba tan blanca y radiante, tan radiante y blanca, que tal vez obligó a D10S a renovar como azulgrana tras cierto empacho de merengue.
En España parece estar perdiéndose aquella bonita costumbre de poner lista de boda y también aquella otra costumbre asociada a la primera de que hubiera ciertos enfrentamientos por conseguir llevarse el cenicero ese de cristal y tres kilos de peso, o la plancha (ahora centro de planchado), la licuadora o el exprimidor. Pero ya no se estilan estas pujas. Ahora ya todo suele solventarse con dinero y que cada pareja elija qué demonios hacer con la cifra conseguida (hagan juego), así que no otra cosa que un regalo de boda es la renovación de Messi, la número x concretamente y -máxima atención aquí- la más llena de amor, no vaya alguien a insinuar en nuestra presencia que D10S se ha casado para recibir el regalo del Barcelona. No, señor, por ahí no vayan. Piensa el ladrón que todos son de su condición. Tal vez alguno de ustedes, o una amiga, o un primo se casó en su día porque quería ir a Nueva York y no tenía un duro, o porque tenía el sueño de gozar de un centro de planchado y no le hacían descuento en Carrefour, pero ya nos dirán ustedes qué necesidad tiene Messi de urdir una boda -y menos una tan linda, corazones- para conseguir renovar con el Barcelona, ya nos dirán cuándo D10S ha tenido que hacer algo que no quería para conseguir un nuevo contrato, cuándo el Barcelona ha tenido alguna sartén de Messi (volvemos a la lista de boda) por el mango.
Es verdad que hay más temas en las portadas deportivas de hoy que las brasas, los rescoldos, la estela de la boda de Messi y Antonela. Es verdad que dichos temas ocupan incluso casi todo el espacio en las portadas y que centrarnos en lo que nos hemos centrado para hacer este portanálisis es un pelín sesgado y da una imagen algo distorsionada de lo que nos ofrecen la primeras planas deportivas. Todo lo anterior es verdad, pero no pedimos disculpas por ello, aunque solo sea porque también es verdad -una verdad suprema- que love is the answer, que love is all you need, que friday, I'm in love, que have I told you lately that I love you?, que love is blindness, que love is all around, que love boat y todos los love que se les ocurra, queridos corazones rosaditos y suavecitos.
Así pues, que nos perdonen los Mbappé, Marcos Llorente y Ceballos por ignorarles de esta manera, que nos perdone incluso Alejandro Valverde, a quien deseamos una rápida recuperación física y anímica, pero el corazón tiene razones que la razón no entiende y el vestido de Antonela era de cuento de hadas. Lamentablemente hay verano de sobra para ir perdiendo este estado de exaltación romántica y volver a aquello del fútbol que en la era pre-boda parecía estimularnos. No queremos, jo, pero lo haremos.
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