Buenos días, amigos. Ayer dijo John Falstaff en el chat de La Galerna que «la única fórmula para acertar con el Madrid es el optimismo». Si tenemos en cuenta que es el equipo que más ha ganado en la historia de la Champions, matemáticamente puede afirmarse que la máxima es cierta. De la estadística de la Copa de Europa se deduce que si uno no es optimista con el Madrid no puede serlo con ningún otro club.
Sin apenas darnos cuenta, hemos pasado de la pesadumbre general a un estado de optimismo incipiente, que es el mejor de todos los optimismos, porque es el que atesora más potencial, ya que la realidad aún no ha corregido nuestras ilusiones. Pero, como exclamaría Butragueño —o el doblaje de una película americana—, ¡diantres, seamos optimistas con el Madrid!
Habrá quien se pregunte qué diantres significa la palabra diantre, si bien muchos lo conocéis de sobra. Se trata de un vocablo importado del francés —allí apareció en torno al S. XVI—, con igual significado y escritura, empleado como eufemismo de diablo o demonio, ya que entonces se creía que si se nombraba al maligno podría ocurrir algo malo. Aplicando el mismo patrón a la actualidad, en el castellano del Real Madrid de la temporada 2024/25, podríamos colegir que diantres es un sustitutivo de lesiones. ¡Qué lesiones, seamos optimistas con el Madrid!
Porque, ¿qué club es capaz de sobrevivir a una plaga de lesiones como la que asola al Madrid —una o dos por partido— sin resentirse de forma considerable en cuanto a resultados y juego? Tenemos el ejemplo del City. Otro asunto es ahondar en la causa y poner remedio. Percances siempre va a haber, pero lo de esta temporada parece excesivo. Urge solucionar el problema.
Anoche cayó Mbappé, el mejor Mbappé desde que luce la camiseta del Real Madrid. Dentro de lo malo, Ancelotti descartó después del partido que se trate de una lesión de calado y rebajó el susto inicial a una sobrecarga en el isquio.
Diantres, a estas alturas de portanálisis aún no hemos comentado que el Madrid venció ayer a la Atlanta en el estadio de esta, aunque, salvo quien pasara la noche en un refugio nuclear o algún lector que haya llegado por casualidad a la web de La Galerna mientras consultaba el catálogo del Venca, el resto sabéis que la escuadra de Ancelotti se impuso 2-3 a la de Gasperini. Fue una victoria épica, como resaltó Ramón Álvarez de Mon en su crónica. Lograda a pesar del arbitraje taruguil de Szymon Marciniak. Leed aquí a Alberto Cosín.
As titula «Reaparece el campeón» e ilustra la portada con la celebración de un ciclópeo Jude frente a un erecto banderín de córner. El inglés volvió a jugar como los ángeles. Como los ángeles que se dejan el alma además de la clase innata en un ángel, lo que propicia goles sublimes como el de anoche. Bellingham domina el juego del Madrid y, como dice Manuel Matamoros, «maneja una hectárea». Podría afirmarse que Jude es un terrateniente vikingo.
El diario de PRISA destaca que «El mejor Mbappé marca y se lesiona». Ya lo hemos escrito antes, anoche Kylian nos embelesó con su mejor versión, su gol nos recordó a ese Mbappé nazariano objeto de deseo otras temporadas. Desde que se colocó los pantalones de cuello vuelto en Girona está en franca mejoría. ¡Qué diantres, seamos optimistas con Mbappé!
Además de Bellingham y Mbappé, el tercer goleador de la noche fue Vinícius, lo cual le sirve a Marca para utilizar de nuevo esas siglas que inventó para nombrar a los tres mosqueteros del Madrid: la BMV. No parecen haber tenido tanto éxito como aquella BBC usada para referirse a Benzema, Bale y Cristiano.
Vini anduvo a un nivel inferior lógico tras reaparecer de su lesión. Sin embargo, es tan determinante que aun en esas condiciones fue capaz de sacar petróleo de un rebote y convertir un balón suelto en el 1-2, un gol clave.
¿Y la prensa cataculé qué dice?
Que diga lo que quiera, a los madridistas lo que nos importa es acabar el año bien. En los próximos once días hay que confirmar la buena racha liguera en Vallecas y en casa frente al Sevilla. Entre medias, la Intercontinental.
Ante nuestra incapacidad para vaticinar el futuro, tenemos dos opciones: pensar que todo va a salir mal o confiar en este equipo. Nosotros lo tenemos claro. Además, es gratis. Los reveses llegan de igual manera, por lo que anticipar el mal es aumentar el sufrimiento inherente a la vida.
Seamos optimistas con el Madrid, ¡diantres!
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