La fotografía ha dado la vuelta al mundo, soliviantando de manera justificadísima al universo anti.
En un lance de la semifinal de la Supercopa de anoche, en la cual el Real Madrid dio buena cuenta en la prórroga de un Atleti tan vistoso y alegre como es habitual, Antonio Rüdiger ¿masajeó? ¿pellizcó? durante unos instantes el pezón derecho de Morata. Desde Míchel y Valderrama, no se había visto en el fútbol de élite una imagen tan casquivana, soez e indignante.
Este episodio tiene encendidas, decimos, y con toda legitimidad, a las huestes antimadridistas, que han puesto de manifiesto sus muy fundadas dudas sobre la limpieza moral de la acción del alemán. Solicitan una sanción ejemplarizante para él, y no les faltan razones para hacerlo. Los más aventurados han llegado a dudar de la virginidad del alemán, y hacen muy requetebién. Un hombre que hace eso no es trigo limpio, y no se ajusta al señorío que los antis reclaman al Madrid desde tiempos inmemoriales, de nuevo con tantísima razón. Señorío que en modo alguno puede obviar el mal ejemplo para los niños que, en un país eminentemente católico como España, suponen los tactos torpes, los tocamientos indecorosos del gigante (sólo físicamente) teutón. Pezón y señorío no pueden ni deben, jamás, ir de la mano.
Desde Míchel y Valderrama, no se había visto en el fútbol de élite una imagen tan casquivana, soez e indignante
Del pezón no debería ni hablarse, cuánto menos sobreexcitarlo con aproximaciones chabacanas, aunque sea a través de las rayas rojas. Pezón. La propia palabra es inaceptable. Google penaliza extraordinariamente a las webs que se toman a la ligera el uso del vocablo. De ahí que para el título de este artículo (el título es lo que más mira Google) hayamos preferido poner “pez grande”. Sólo en el propio cuerpo del artículo nos permitimos usar el término en toda su crudeza, en aras del realismo, con la esperanza de no mover a escándalo al lector bienpensante.
Rüdiger debe pagar por esto, qué duda cabe. El pezón es sagrado, como el esperma en la película de Monty Python. No debe ver la luz del sol, y mucho menos ser magreado a la luz de los focos. El pezón es un límite sacrosanto. No sería la primera vez que una exhibición gratuita de pezón propio o (peor aún) un uso indebido de pezón ajeno acarrea multas y/o estigmas de gran severidad. Así debe ser. ¿Recuerda el lector la que le cayó a Janet Jackson por aquel descuido en la SuperBowl de 2004? Pues aquel NippleGate no debería ser nada en comparación con las consecuencias que debería acarrear al salaz Rüdiger su conducta licenciosa.
No son sólo los argumentos morales, insoslayables. Están también los estrictamente futbolísticos. El pezón es zona erógena que el reglamento consagra como intocable de manera taxativa. Las últimas circulares de Isaac Fouto no dejan resquicio a la duda. “La lascivia relativa al pezón será inmisericordemente segada de cuajo en todos los terrenos de juego del mapa de España aka La Roja, y quien osare violentar la castidad pezonil será estrictamente conminado a un padrenuestro y tres avemarías, convalidables en el catálogo de sanciones laicas por tres días de limpieza de las placas de jugadores que acabaron en el Madrid en los alrededores del Metropolitano. Quien no sepa comportarse, pezonilmente hablando, sobre la cancha, que se vaya al cine a la fila de los mancos”.
El pezón es zona erógena que el reglamento consagra como intocable de manera taxativa. Las últimas circulares de Isaac Fouto no dejan resquicio a la duda
Isaac Fouto tiene toda la razón. También la tiene David Bernabéu. Es intolerable. Y no se trata sólo de las acciones que ahora deba emprender sobre Rüdiger la justicia deportiva y/o ordinaria. Está el aspecto religioso también. En la película Amanece Que No Es Poco, cuando se aprestan a encarcelar al sudamericano por haber plagiado a Faulkner, de inmediato interviene el sacerdote del pueblo para hacer valer que al César lo que es del César, sí, pero también a Dios lo que es de Dios. “Oiga, ¿usted se ha confesado de esto?”.
Nos recuerdan por línea interna que Rüdiger es musulmán. Mecachis. No puede confesarse. Pensaremos en otra solución para aliviar la carga pecaminosa en su conciencia. De momento, que no juegue hasta que el pezón de Morata esté completamente recuperado.
Getty Images.
El pez grande se come al chico, que es lo que pasó ayer, lo demás son cosillas que no dejan de ser pecata minuta en comparación con las patadas que le dió uno del paleti a Bellingham cuando estaba en el suelo por ejemplo.
La conducta de Rüdiger es temeraria. ¿Y si Morata se siente mujer y hace constar esto en el Registro Civil?
Estaríamos perdidos. Tendría que salir Davide a jugar de central. Con Camavinga de portero, mejor que Kepa, por Dios.
En el minuto 18 supongo que no sería el único televidente en tener una sensación al ver el enfoque sobre un corner que iba a sacar Modric -finalmente en corto sobre Rodrygo- y me imaginé el empate rematando de cabeza Tchouaméni o Rüdiger. Ocurrió un par de minutos más tarde. El gol de la décima...al Patético. La pesadilla rojiblanca.
Eso jamás lo habría hecho un jugador de un club modélico como el Barcelona, que ya había advertido a sus socis y simpatizantes que evitaran muestras de afecto, especialmente entre personas del mismo sexo en Arabia. Gravísima la conducta de la entidad blanca no tomando medidas preventivas como sí hizo, repito, una entidad modélica como el FCB.
Pezón diestro bajo banda roja, pezón amoratado . Peor aún.