La imagen del Clásico del 28 de octubre es una foto dinámica del pasado: Mick Jagger y Ron Wood, dos de las caras visibles de los legendarios Rolling Stones (faltaba el más mítico de todos, Keith Richards) en el palco del estadio de Montjuic, que, coincidiendo con y por la visita del Real Madrid, por fin se llenó esta temporada. Un síntoma de los tiempos que corren por la Ciudad Condal, donde el estadio en el que juega el Barça durante su exilio por las obras solo se llena con la visita del Madrid.
Wood y Jagger se lo pasaron bien. Al menos así lo parecía por el lenguaje gestual en sus conversaciones y por el bailecito que se marcó Wood en un momento dado y que ha hecho la delicia de las redes sociales. Hay que reconocer que Wood se mueve bien. Tiene flow, que diría un entendido.
Mención aparte merece la actuación del FC Barcelona. Está bien invitar a Jagger y Wood al palco del estadio coincidiendo con la madre de todos los partidos, pero el despliegue ‘marketiniano’ con el frontal de la camiseta marcada por el logo de la banda de música; las pancartas y el túnel de vestuario tuneado con la lengua stoniana es una sobreactuación fuera de lugar.
Si trasladamos esa acción al Real Madrid, mi opinión es clara: Por encima del Madrid, no hay nada. Que Jagger, Richards o Wood se quieren poner una camiseta del Madrid, ir al palco o calzar una gorra con el escudo de la entidad está bien, pero lo que no es de recibo es que el club se entregue de esa forma a una institución ajena a la entidad. Los Rolling o quien sea nunca pueden estar por encima del club. Allá cada uno con su forma de gestionar su casa. Así les va a unos y así nos va a otros.
El estadio en el que juega el Barça durante su exilio por las obras solo se llena con la visita del Madrid, un síntoma de lo que ocurre en la Ciudad Condal
Al margen de Jagger y el baile de Wood, el Clásico certificó el nacimiento de la Era Bellingham. Ya a nivel planetario y sin pega alguna, pese a los esfuerzos de Gavi y del poder mediático azulgrana, empeñado en vender las bondades de La Masía y las virtudes ‘maradonianas’ de jugadores como Pedri o Gavi, al que se le reconoce su entrega sin tapujos y su compromiso con la causa en forma de kilómetros y leña de reparto, pero que pierde por goleada en la comparación, que no le beneficia en absoluto, que se le quiere hacer con Jude o Camavinga.
Al margen de Jagger y el baile de Wood, el Clásico certificó el nacimiento de la Era Bellingham
El momento del fútbol mundial pasa por el futbolista inglés. Es el jugador bandera, por encima de Mbappé, y con unas cualidades muy diferentes a Haaland, que es un auténtico martillo pilón pero está lejos de ser el futbolista total en el que se está convirtiendo Bellingham. De Messi no se puede hablar. Es un jugador en estado de semirretiro que, sin embargo, sigue contando con el beneplácito mundial. Su octavo Balón de Oro es un torpedo en la línea de flotación del premio hasta ahora más prestigioso del planeta fútbol.
Con Bellingham empezando a construir los caminos que llevan a un futbolista de época, el Madrid camina sólido en Liga y en Champions. Líderes en el torneo doméstico y habiendo visitado ya San Mames, el Metropolitano, el estadio del exilio blaugrana, el Montilivi del increíble Girona y el Pizjuán. Es decir, ya ha pasado por varios de los estadios más complicados del campeonato para el Madrid.
El futuro pinta bien, Ancelotti está haciendo un buen trabajo con un plantel mermado por las lesiones de larga duración y, mientras tanto, Bellingham sigue a lo suyo, haciendo historia, sobrepasando hitos y fijando su mirada en la grada con los brazos abiertos en cada gol decisivo que hace. Bellingham está desafiando al mundo en este trimestre de ensueño que vive con el Madrid. Eso sí, no tiene pinta de bailar como Ron Wood. Alguna pega tendría que tener.
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A mí tampoco me parece mal que hagan lo que han hecho con el patrocinio, de hecho en un futuro el Madrid podría hacer algo parecido, el problema es presumir durante años que no vendías tu camiseta y cuando le pusiste algo fue unicef e ir dando monsergas sobre la superioridad moral culerda y luego venden el nombre del estadio y lo que haga falta.
Es como cuando el jardinero va a trabajar a un país como Catar, que no me parece mal, puede ir y cobrar bien pero luego no critiques España en contraposición a Catar cuando todos sabemos por qué Catar tiene el dinero que tiene y los fallos en democracia y derechos humanos.
En definitiva, lo que me parece mal es ser un hipócrita.