La gran mayoría de los partidos del Real Madrid este año seguirán un mismo patrón: el equipo rival se encerrará atrás y tratará de convertir las inmediaciones de su propia área en un infierno para los merengues. Ya lo hemos visto en las dos primeras jornadas. Y lo veremos toda la temporada. ¿De qué otro modo podrías parar a semejante colección de lunáticos del fútbol?
Ocurre que lo primero que deberíamos hacer es asumirlo, asumirlo de verdad. Para el espectador sería mucho más divertido el juego de tú a tú con rivales valientes, pero es improbable que haya candidatos a participar en un suicidio futbolístico así. El cerrojazo del rival, para el madridista, por su ADN vertical, resulta exasperante. Obliga a menudo a los nuestros a jugar a velocidades y en horizontalidades que apestan a guardiolismo duermeovejas, y tan solo aparece el vértigo en los últimos metros, justo donde combinar rodeado de jugadores del equipo contrario se vuelve una pesadilla.
Partiendo de esta base, hay algunas consideraciones que, con discretísima humildad, me gustaría plantear. Ante el enjambre de rivales, si eres Mbappé o Vini Jr, por ejemplo, la tentación es el gran eslalon. Por un lado, desconcierta a los contrarios, por otro, levanta a la grada, y por otro más, crispa profundamente a todos los compañeros. El problema: las probabilidades de éxito de driblar a 7 u 8 jugadores son una entre un millón. Contra el Valladolid vimos a Rodrigo, Vini Jr. y Mbappé practicar varios regates infinitos, con la habilidad que les caracteriza, y estropear la jugada por querer rizar el rizo de hacer la madre de todos los goles. Es comprensible el ansia de gloria, para eso los hemos fichado, pero hay algo que hemos escuchado hasta la saciedad desde las pachangas del recreo en el colegio y que sigue vigente: suelta el maldito balón.
Las probabilidades de éxito de driblar a 7 u 8 jugadores son una entre un millón. Hay algo que hemos escuchado hasta la saciedad desde las pachangas del recreo en el colegio y que sigue vigente: suelta el maldito balón
Por supuesto, disponemos de seis o siete jugadores —¿debería incluir aquí a Militao después de lo del domingo?— capaces de lograr el eslalon más espectacular de la temporada, pero harían bien en comprender que la combinación de esa talentosa tentativa con el juego o la pared con alguno de sus compañeros, igualmente virtuosos, en los últimos metros resulta prácticamente infalible, aunque eso implique compartir el mérito, cosa que —no tengo dudas aquí— les resultará reconfortante.
Otro asunto a tener en cuenta, el gol de Valverde lo demuestra, es que hay dos maneras de abrir la lata de un equipo encerrado atrás: una, entrando con la pelota hasta la línea de gol en combinaciones veloces de precisión quirúrgica; otra, reventando el balón y a todo el que se ponga por el medio, desde cualquier lugar. Recordemos que la manera más rápida de que se termine la incómoda situación de jugar contra un equipo que ha puesto un autobús en su propia área es… marcar un gol. Con uno es bastante. Eso les obliga a abrirse y entonces comienza nuestro particular disfrute, el aluvión de ocasiones, y todo lo demás.
Y en tercer lugar, aunque no querría repetirme, el míster debe analizar bien qué jugadores tienen mejores condiciones para este tipo de partidos. Una vez más, me resulta incomprensible que, ante un equipo cerrado, un jugador desbordante, imprevisible, y eléctrico como Brahim haya visto la mayor parte del partido desde la grada; en su salida, logró en el primer balón que tocó lo que nuestro amado tridente ofensivo no había conseguido en el resto del partido. Por algo le comenté el otro día a Jesús que me gustaría publicar en La Galerna cada día el “Brahim debe jugar”, hasta que Carletto me lo conceda, a mí y al sentido común.
Recordemos que la manera más rápida de que se termine la incómoda situación de jugar contra un equipo que ha puesto un autobús en su propia área es… marcar un gol. Con uno es bastante. Eso les obliga a abrirse y entonces comienza nuestro particular disfrute, el aluvión de ocasiones, y todo lo demás
Aunque no lo parezca, mi comentario no es una crítica a los problemas que hemos atravesado para romper la fortaleza de los rivales. En realidad, un 3-0 no es precisamente un resultado muy criticable. Pero sí haríamos bien en admitir que, si el pelotazo de Valverde no hubiera entrado, podríamos habernos pasado los 90 minutos chocando contra un muro sin que nadie pareciera dispuesto a hacer nada diferente, más allá de los intentos maradonianos de genialidad individual, con los que también contamos, pero que no deberían constituir el centro de una estrategia de equipo.
No sé si he dicho ya que Brahim debe jugar. Pues Brahim debe jugar. Y no sé si he dicho también que salté un par de metros sobre el suelo con el golazo de Endrick. Y que nos lo vamos a pasar en grande esta temporada con este equipazo. Y que los pitos en el descanso en el Bernabéu son un síntoma de salud futbolística. Somos los mejores del mundo, queremos espectáculo y victorias desde el primer día, no excusas; eso se lo dejamos a los chicos de las lesiones leves pero graves, breves pero largas.
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Los pitos del descanso son síntomas de asquerosidad ,no de exigencia ,recordar que los dos últimos partidos del club eran dos títulos internacionales,gusta mucho cubrirse con lo de exigencia con lo que es poca clase del aficionado, si todo el mundo fuese tan caprichoso el fútbol sería un concurso de consentidos y pataletas de niñatos malcriados
Ancelotti no seas tan cerril y pon más a los teóricos suplentes, que parece que la lista de los titulares está escrita en las tablas de Moisés o algo así.
Para Ancelotti sacar a Guler, Endrik y Brahim es dejar a uno o dos de estos tres Vinicius, Mbappe o Rodrigo y eso no lo concibe ni en sus peores sueños pero torres más altas han caído.
Pondrán jugar más o menos bien pero permitirles su egoísmo en beneficio propio y no en el del equipo es inaceptable . Eso se acaba cuando sean flagrantes con cartelon de sustitución en ese mismo instante. Pero claro hay que tenerlos bien puestos para llevarlo a cabo
Bajo mi punto de vista creo que Carlo siempre partira de un equipo titular con Mabppe, Vini y Rodrigo en ataque y luego sale la segunda unidad: Brahim, Guler y Endrick. Tiene su lógica, pues en el segundo tiempo normalmente hay más espacios. Sin embargo creo que no estaría de más que alguna vez las dos unidades se mezclarán, dando descanso a alguno de la primera unidad. Eso hizo con la entrada de Guler desde el principio, aunque ahí se pudo ver que Guler no lo tuvo fácil con el Valladolid en plenitud Física y táctica. Lo que está claro para mí es que los cambios debería hacerlos en el minuto 60-70 y no en el 85, como contra el Mallorca.
En todo caso, llevamos solo dos partidos y casi de pretemporada, así que habrá que esperar un poco a que el equipo fluya y los conceptos tácticos de esta temporada se asimilan. Y no lo olvidemos, seguimos en plena era Negreira-Tebas y ante cualquier jugada dudosa la moneda caerá del lado del Negreirolona.
Creo que Brahim merece estar por delante de Rodrigo, después ya veremos, al menos se ha ganado el año pasado y lo que va de este estarlo. Es difícil estar motivado cuando no recibes lo que es justo y en mi opinión lo es.