Finalizando el estío
Cuando las tardes refrescan
Salió el Madrid al combate
Armado para la guerra:
Bien pertrechado, gallardo
Fiado en su buena estrella,
En la fuerza de su brazo,
En su valor y experiencia.
La espada lleva ceñida
La alabarda lleva enhiesta
Bien atacadas las bragas
Bien calzadas las espuelas
Las aristas de las armas
Al brillo del sol destellan
Y las bruñidas corazas
Ciegan a quien las contempla.
Al dejar el campamento
Alzó el vuelo una corneja
Que es ave de mal agüero
Cuando sale por la izquierda
Mas la tropa no se cuida
De supercherías necias
Y no cura del presagio
Ni de señales funestas.
Era la virgen de agosto,
Las tropas estaban frescas,
Una escaramuza pronto
Pone al Madrid en alerta:
La batalla se inclinaba
En favor de nuestras fuerzas
Cuando un oficial detiene
Un balón que sale fuera.
El error del lateral
El enemigo aprovecha
Y la suerte favorable
Tórnase de pronto incierta.
La casquivana Fortuna
Que antaño nos sonriera
Hogaño se muestra esquiva
Y nuestro triunfo cercena.
Ya las huestes madridistas
Medrosas se manifiestan,
El alférez Lopetegui
Su rumbo pronto endereza
Mas una nueva derrota
Seguida de una tercera
Precipita su caída
En deshonor y vileza.
Allí el capitán Solari
Que es de estirpe solariega
Asume el mando y propugna
Luchar con un par de “huevas”.
La testosterona afluye,
Presto las victorias llegan,
Pero una semana en marzo
Lo tira todo por tierra.
A un invicto general,
Todo un mito, una leyenda,
Reclaman en su retiro
Que venga a tomar las riendas,
La situación reconduzca
La tropa recompusiera
La retirada conduzca
De la más digna manera.
Todo es en vano, el desánimo
No hay Zidane que lo revierta;
El equipo, melancólico,
Los fracasos encadena,
En desbandada y desorden
Vuelven grupas y regresan
Humillados y ofendidos
A ocultarse entre las piedras.
Acabada la campaña
Al campamento regresan;
Traen la coraza abollada,
Las armas ya no destellan,
Las picas traen abatidas,
Las espuelas llevan sueltas,
Las monturas fatigadas
Y cuelgan flojas las riendas.
El silencio les recibe
Al trasponer la poterna;
Nadie viene a recibirles
Si no son las caras serias,
Las miradas que les culpan
Desde las torres y almenas
Y alguna voz iracunda
Que a su paso les increpa.
Otro ejército partió
Al tiempo por otra senda:
Son los célebres gigantes
Los que lanzan a la cesta,
Lo más granado de Europa
Y aun los mejores de América,
Que fusilan desde lejos
Y machacan desde cerca.
Si fue su lucha más brava
No supo hallar recompensa:
Una emboscada en Madrid,
Una maniobra aviesa,
Un escándalo patente,
Una trampa manifiesta
Hurtó la copa del rey
Con la mayor desvergüenza.
Una batalla mayor
En Vitoria les espera,
Y en Vitoria les derrota
¡Qué contradicción grosera!
El equipo moscovita
¡Malhaya la suerte negra!
De Vitoria, los colosos,
El bronce a cuello, regresan.
Los dos ejércitos blancos
Sufrieron la suerte adversa
Unos menos y otros más,
Sus magulladuras llevan
Y las heridas recientes
Todavía están abiertas
Y escuecen las cicatrices
En la piel y en la cabeza
Terminó la temporada
Basta de lágrimas, ¡ea!
Es hora de reponerse
De prepararse a conciencia
Para futuras batallas
Con que olvidar las pretéritas
Para devolver, doblados,
Los golpes que nos aquejan.
¡A limpiar las armaduras
Y lavar la sangre seca!
¡Bruñid las armas, sacad
Brillo a las espadas viejas!
¡Que el enemigo se aterre
Al sentir nuestra presencia!
Siempre vuelve el Real Madrid,
Siempre, ¡que tiemble la Tierra!
Delicioso
Magistral.
Una maravilla, una delicia absoluta incluso para los que no somos entendidos en poesía. Por suerte los hados del destino algo diferente depararon y los versos "Una trampa manifiesta/Hurtó la copa del rey" no se produjeron, y aun otra alegría espero, que "Terminó la temporada/Basta de lágrimas, ¡ea!", pero los hidalgos del baloncesto/lágrimas de alegría pueden devolvernos/si en buena lid derrotan a los infieles de Tractoria.
Solicito que se erija una estatua a este inspiradísimo vate madridista en el centro del Parque de la Galerna