La capital del Taff (un locutor deportivo llamaba siempre a Valencia "la capital del Turia", y no veo por qué rara vez se ha seguido su ejemplo para otras ciudades con estadios de fútbol y ríos) está de gala durante toda esta semana, y lo estará en las semanas venideras. El martes pasado habría cumplido cien años Roald Dahl, de ascendencia noruega pero galés de nacimiento e hijo predilecto de Cardiff.
Dahl nació en Llandaf, que es justamente la zona de Cardiff donde vivo yo, dándose la circunstancia de que estudió en el colegio donde ahora estudian mis hijos. En su autobiografía, titulada Boy, no contaba el autor de Matilda cosas excesivamente lisonjeras de dicha escuela, si bien la única experiencia negativa que yo, como padre, he tenido que sufrir en el centro es la de ver, más de un día y más de dos, niños con camisetas del Barça compartir entrenamientos futbolísticos con quienes son carne de mi carne. Camisetas del Barça en la ciudad natal de Gareth Bale. Tócate los cojones, si se me permite la muy galesa expresión. ¿Cómo puede ser? Que Fuentealbilla esté -como de hecho está- plagada de camisetas madridistas es muy natural porque todo el mundo sabe que Iniesta era y será del Madrid, pero ¿a qué viene esta reciprocidad en la paradoja por parte de una región tan amable como ésta y que no ha dado al mundo más que cosas buenas como el propio Bale, Tom Jones, Anthony Hopkins, Dylan Thomas o el mismísimo Roald Dahl?
A mí me molesta un poco que la gente, de forma habitual pero especialmente en este aniversario, se acuerde siempre de la obra para niños de Dahl, maestro indiscutible de la literatura infantil y juvenil pero escritor capital también en el endiablado arte del relato breve para adultos. Hay vida (y también hay mucha muerte, porque se trata de un autor con una marcada atracción por lo macabro) más allá de Charlie and the chocolate factory o James and the giant peach. Algunos de los más tétricos cuentos de Dahl inspiraron a Hitchcock varios episodios de su legendaria serie televisiva Alfred Hitchcock presents, así como otra serie británica de capítulos independientes titulada Tales of the unexpected. Roald Dahl era por supuesto madridista lo supiera o no, dado que el amor por lo inesperado alienta el latir del corazón vikingo desde mucho antes de que Reyes (¡Reyes!) nos diera una Liga metiendo dos al Mallorca en el último partido de la 06/07 y hasta el infinito y más allá, pasando por el/los cabezazo(s) de Ramos en el 93 o el día en que un italiano que se parecía a Nicholas Cage como un huevo a una castaña se hizo una foto con una camiseta que ponía Nicholas Cage junto a un célebre expresidente del club, maestro asimismo de algún que otro inesperado.
Para encontrar ejemplos recientes de finales sorprendentes, para hallar nuevas muestras de twists in the tale que habrían dejado giratorio a Dahl no tenemos que ir muy lejos, claro. Con cuánto gusto habría firmado el genio de Llandaf un desenlace como el del miércoles ante el Spórting de Portugal. Morata iniciándose como mito del gol postrero en Europa (en Liga ya firmó algún tanto agónico que nos salvó el pellejo en su etapa anterior) y el antimadridismo que vuelve a encontrase boca abajo, con las máquinas paradas, en la desdichada montaña rusa emocional que lleva desde mayo pasado. Genesis and catastrophe, según para quién, obviamente.
Yo ya sueño con un final inesperado (aunque ¿puede seguir siéndolo pese a la recurrencia?) en la Final de Cardiff del 3 de junio, una remontada, sin ir más lejos, a ese Barça que Dios -lo sabemos todos- guarda en mente para alguna cita definitiva de Champions del futuro. ¿Por qué no ya y así lo vemos todos? Esta tarde la ciudad, tomada por gente disfrazada de personajes roaldianos y engalanada con motivos tomados de sus libros, era una pura fiesta temática. Bajo las almenas del castillo que simbólicamente defiende la esencia celta de este pueblo, hemos visto mis hijos y yo a Fantastic Mr. Fox, o a un sucedáneo muy logrado, caminar sobre el alambre desde una de esas almenas hasta la azotea del edificio que hace esquina con Queen Street. Los pantalones le quedaban largos y, en medio de un silencio que cortaba el aire de la multitud, pues no había red protectora abajo, todos temíamos que uno de los dos pies apretase por un segundo, fatalmente, la tela sobrante contra el cable. Esa angustia no ha hecho sino amplificar la emoción del aplauso cuando Mr. Fox se ha reunido con Mrs. Fox al otro lado, de igual forma que -quizá previo paso por un equilibrio semejante ante el vacío- el 3 de junio se abrazarán otra vez la gloria con la Historia.
Jesús, yo quiero ser tu amigo.
Buenas tardes D. Jesús, como siempre no suelo compartir sus gustos y sus caprichos ¿Qué otra cosa
puede ser querer a La Orga en la final de Cardiff?. Solamente la idea de tener que jugar una final
de Liga de Campeones con esa Organización de mafiosos, me pone enfermo, y no le cuento si
además me da por pensar que la perdemos, ignoro que proceso mental complejo e ignorado por mí
lleva a muchos madridistas a querer a este club malo, baboso y retorcido hasta la nausea para la final,
en lo que si coincidimos es en la admiración por DHAL, su último libro publicado en España es
un " tocho" de casi 1000 paginas de relatos breves es pura canela
Saludos, blancos, castellanos y comuneros
Yo tuve una vez un jefe que se llamaba Gareth. Era de Gales, y como todos los galeses, tenía aspecto de jugador de rugby, con una silueta que anunciaba fiereza en parte desmentida por la piel transparente y la mirada acuosa. Era tan educado como puede esperarse de un británico y, aunque no sé si alguna vez había leído a Dahl, también tenía algo de desconcertante.
Ya entonces Gales ocupaba un lugarcito en el rincón de mi corazón dedicado a las gestas improbables, como las que protagonizadas por el legendario equipo de rugby de los setenta. Ya entonces Gales guardaba la promesa de algo grande, otro Gareth de mirada limpia que nos daría entre muchas otras cosas el gol más madridista de la historia. Y este camino a Cardiff finde, sí, nos espera de nuevo la gloria.
Gracias, Jesús, por esta fenomenal serie.
Me gusta esta sección porque nos estás acerando a Gales y a su cultura, que no está de más.