Héctor Rial: el socio argentino de Gento

Llegó avalado por Di Stéfano y fue el lanzador perfecto para que Gento luciese todas las virtudes por la banda izquierda. Estuvo presente en todo el ciclo glorioso del Real Madrid en la década de los 50 y pasó a la historia como uno de los mejores interiores que vistieron la zamarra blanca.

De padres españoles, su progenitor gallego y su madre castellana, nació en la localidad de Pergamino (Argentina) el 14 de octubre de 1928. Se desempeñaba como interior izquierdo y manejaba las dos piernas con gran brillantez. Dotado de una gran calidad técnica y una enorme visión de juego, era muy inteligente en sus acciones y tenía un poderoso disparo. Además su pase de tiralíneas buscando a Paco Gento fue una de las bases del ataque madridista de la época.

Poco después de la llegada de la ‘Saeta’ al club en 1953, Di Stéfano pidió a Bernabéu el fichaje de alguien “que cuando le diese el esférico se lo devolviera”. Le aconsejó el nombre de un compatriota con el que había coincidido en la liga colombiana, Héctor Rial. Conocido cariñosamente como el Nene se formó en la cantera de San Lorenzo, llegando a debutar en el primer equipo en 1947 y compartiendo vestuario con mitos como Pontoni, Farro, Martino o Zubieta. Participó en la famosa gira de los cuervos por España en 1948 y atrajo la atención de Valencia o FC Barcelona. Sin embargo su compañero Pontoni se lo llevó a Colombia.

En el país cafetero se enroló en las filas de Independiente de Santa Fe, que luchaba con el Millonarios de Di Stéfano por ser el mejor conjunto del país. Su estancia se prolongó dos años hasta que por problemas económicos de la entidad se marchó a jugar a Uruguay. Fichó por Nacional de Montevideo, donde estrenó su palmarés con una Liga en 1952 y un Torneo de Competencia hasta que entró en escena el Real Madrid en el periodo estival de 1954.

Su contratación fue muy discutida al principio y su sobrepeso no ayudó a silenciar las críticas de los aficionados blancos tras lesionarse en su primer entreno como madridista. Para muchos el jugador que había fichado Saporta tras una dura negociación era demasiado lento. Pero en dos meses dio la vuelta a la situación y convenció a sus detractores. Hizo su estreno con gol en Liga frente al Valencia y ya no dejaría la titularidad. Aquella campaña relegó al banquillo a su compatriota Roque Olsen y compartió frente de ataque con Joseíto, Pérez Payá, Don Alfredo y Gento. Consiguió 18 goles ligueros incluido un hat-trick ante el Sevilla, y además de levantar la competición doméstica, fue decisivo en la Copa Latina con un doblete contra el Stade de Reims en la final.

El curso siguiente de 1955-1956 el de Pergamino volvió a resultar clave para que el Madrid esta vez alcanzase la recién creada Copa de Europa. La Liga se escapó frente al Athletic Club pero en el continente reinaron por primera vez en el siguiente lustro. El interior ya firmó una buena primera eliminatoria contra el Servette al marcar tanto en la ida en Ginebra como en el Bernabéu. A continuación se pasó mal ante el Partizan en Belgrado, en el mítico choque con el césped nevado y helado donde casi los yugoslavos remontan después de que Rial enviase un penalti a las nubes. En semis tocó un gran Milan, al que el interior de Pergamino anotó el primero de los cuatro goles que recibieron en Madrid para un resultado de 4-2. En San Siro se dejó escapar el triunfo en los últimos cuatro minutos pero se pasó a la final.

Al igual que el año anterior, en la Copa Latina el adversario era un formidable Stade de Reims con Kopa, Jonquet, Hidalgo o Templin. El Madrid fue siempre por detrás y Rial hizo su primera diana de cabeza en el minuto 30 para igualar a dos. Pero su gol más importante llegaría a diez minutos del final cuando fusiló a Jacquet tras asistencia de Gento y dio la primera Copa de Europa a los blancos.

En su tercera campaña en la capital de España se cebó la mala suerte con él. Una rotura completa del ligamento lateral interno en Les Corts al inicio de la temporada le mantuvo en el dique seco durante casi seis meses. Disputó cinco encuentros de Liga, la semifinal de Copa de Europa ante el Manchester United, donde logra un gol en la vuelta en Old Trafford, y la final en casa contra la Fiore, que resuelven la ‘Saeta’ y Gento. Además, amplia su palmarés con otra Copa Latina tras imponerse los merengues a Milan y Benfica.

En el curso 1957-1958, con Rial plenamente recuperado, se obtiene otro gran doblete de Liga y Copa de Europa. La actuación del argentino es completísima y probablemente realiza su mejor campaña como jugador blanco. Firma 17 goles en el Campeonato Nacional con dobletes ante Granada, Jaén o Athletic Club, y en Copa de Europa le hace tres al Amberes en octavos y uno en la final al Milan tras superar a Soldan con un sutil toque con el exterior de su pierna derecha.

En el verano del 58 Bernabéu ficha a Puskas, que se desenvuelve como interior izquierdo y Rial ve comprometido su futuro en el club. Llega a pensar en irse aunque Di Stéfano le frena y le dice que seguirá como titular. Así es pero se traslada al carril del 8 como interior derecho. Sin embargo sus prestaciones bajan y no da el nivel de pasadas campañas. Aún así y con la extraordinaria delantera formada por Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento hace nueve goles en Liga, dos en Copa de Europa y el Real Madrid levanta la cuarta Copa de Europa con él como titular contra el Stade de Reims en Stuttgart.

En sus últimos dos años vistiendo la elástica blanca apenas tiene protagonismo tras arrebatarle su puesto en el once el joven Luis del Sol llegado del Betis. En Liga participa en cinco encuentros sin ver puerta y en la Copa de Europa solo tiene minutos ante el Niza en Francia donde, eso sí, marca un tanto. Sus otros tres partidos oficiales del curso se producen en dieciseisavos y octavos de Copa, uno ante el Barakaldo y los dos frente a la Cultural Leonesa.

Para la campaña 1960-1961 Muñoz únicamente cuenta con sus servicios en dos choques ligueros ante el RCD Español y el Mallorca, y su despedida tiene lugar el 16 de abril de 1961. Esa noche el club le tributa un merecido homenaje ante el Angers francés al que se vence por 7-2, marcando el séptimo y último tanto el gran interior argentino.

Rial abandonó la entidad de Chamartín tras 169 partidos y 85 goles con destino Chile; su nuevo club sería Unión Española. Sin embargo su estancia allí fue muy breve y pocos meses después firmó por el RCD Español. Con los pericos tuvo continuidad mientras estuvo al frente José Luis Saso en la parcela técnica y disputó seis encuentros de Liga saliendo como titular. Pero los malos resultados y el cambio de entrenador primero con Zamora y luego con Julián Arcas le llevaron al ostracismo. Solo se enfundó la camiseta blanquiazul en tres partidos más, dos de Copa y uno de la Copa de Ferias para poner punto y final a su etapa en la Ciudad Condal. En verano de 1962 fichó por el Olympique de Marsella, donde colgaría las botas un año más tarde tras jugar 22 encuentros con el cuadro galo.

Al disponer de la doble nacionalidad fue internacional con España en cinco oportunidades. Debutó de la mano de Ramón Melcón en marzo de 1955 en un amistoso contra Francia en el Bernabéu, cuya victoria fue para los visitantes por 1-2. Dos meses más tarde jugó su segundo encuentro frente a Inglaterra también en el coliseo capitalino, que terminó en tablas. Bentley adelantó a los ‘pross’ pero el Nene marcó su único gol con la selección tras batir al arquero inglés Bert Williams. Sus otros tres choques también fueron amistosos en los tres años posteriores. En 1956 España cayó ante Portugal, pero en 1957 y 1958 se impuso a Turquía y a los lusos por 3-0 y 1-0 respectivamente.

Tras su retirada siguió ligado al fútbol como entrenador, donde tuvo una dilatada experiencia. En la Liga española dirigió al Pontevedra del famoso ‘hay que roelo’, al Mallorca, al Real Zaragoza, a la UD Las Palmas, al Deportivo de la Coruña y al Elche, mientras que en su país entrenó a Estudiantes de la Plata y a San Lorenzo, al que salvó del descenso, y en México a Chivas de Guadalajara. Además fue seleccionador de Arabia Saudí, de El Salvador, de la selección española olímpica a principios de los 70 y auxiliar de la albiceleste en el Mundial de 1974 celebrado en Alemania.

En los años 80 volvió a Madrid para establecerse en la capital de España y ahí vivió hasta que se le detectó un cáncer que le produjo el fallecimiento el 24 de febrero de 1991.