Buenos días, amigos. Debemos empezar reconociendo que anoche fuimos ingenuos. Debemos reconocer que lo fuimos incluso mucho y que no tiene ningún mérito que ahora escribamos estas líneas de manera cabal y analítica, como quien ha abierto los ojos a la verdadera realidad, como quien se ha caído del caballo camino de Damasco, como quien ha tenido la alumbradora fortuna de encontrarse al despertar y como despertar con la portada de Mundo Deportivo.
No podemos más que agradecer al citado medio informativo (?) nuestro actual estado de consciencia tras haber vivido horas atolondradas en la noche de ayer. Podría disculparnos aquello de la fiebre del sábado noche, en la que Tony Manero se acicalaba frente al espejo para brillar y olvidar por unas horas su proletaria vida de empleado de ferretería. Pero es bueno que llegue el domingo por la mañana tras las luces de neón y los mejores bailes de tu vida. Es sano que esto ocurra para evitar el embeleso permanente y la caída en un mundo de lentejuela que suponga a la postre la pérdida de sentido, la errancia y el descalabro.
Anoche vimos a Vini no parar de intentarlo y de conseguirlo (sus dos asistencias de gol fueron brillantes, especialmente la primera). Anoche vimos a Modric inaugurar el baile, vimos a Tchouaméni pedir el carné en la entrada del local a todo aquel que no llevara invitación, vimos a Kroos pinchar la mejor música del momento, vimos a Valverde en esmoquin concitando de nuevo todas las miradas, vimos en suma a un Real Madrid pleno de vigor y talento, bien es cierto que con alguna desconexión en los minutos iniciales de la segunda parte para ir al baño o hacer cola en la barra para pedir otra ronda.
Y ese haber visto nos ofuscó la mirada. Tanto, que fuimos también nosotros al baile y nos olvidamos de nuestra prosaica vida cotidiana, esa que se impone en la resaca de esta mañana de domingo, en la que el café ayuda menos que la portada de Mundo Deportivo, gracias a la cual hemos sabido que todo aquello que anoche brillaba no fue más que "el típico triunfo merengue", jalonado por un "penalti obviado" y un mero "arreón final". Eso y nada más, amics. Ni ética ni estética. Nada de lo que enorgullecerse, nada que contar a nadie, incluso algo de lo que avergonzarse fue lo de anoche. Un error, una falta de todo lo que debería caracterizar a las personas de bien. No hubo virtud alguna. Fue todo un defecto disfrazado, un trampantojo, una burla, el típico triunfo que esconde una derrota severa, más o menos como viene ocurriendo desde que el Real Madrid gana algo, allá por el siglo XX, época aciaga que forjó la leyenda de un club con triunfos típicos y arreones finales.
La prensa madrileña sigue de fiesta. Han sacado sus portadas desde el after más cercano y aún no han visto la luz del sol sus hacedores. Qué pena da pensar ahora en ellos cuando hemos alcanzado a saber que todo lo que reluce no es oro sino pintura de carnaval, confeti, atrezo, máscara y fachada. Lo que As llama "fiesta interminable" no es más que el pretexto del iluso para no afrontar la vida de verdad. Lo que Marca define como trueno no es más que el resonar en los oídos de los altavoces de la discoteca cuando ya todos se han ido y toca limpiar los baños y fregar los vasos y encender la luz amarilla que ciega y duele.
Válganos Mundo Deportivo como esa luz, que luego, tras el impacto primero, apacigua el ánimo y reconforta con el relato real, con la salida de la caverna, con la pastilla roja de lo que no hemos querido saber y sin embargo hemos sabido (siempre con nosotros Javier Marías). Allí sí que saben hacer bien las cosas, ver bien las cosas, ganar bien los partidos incluso cuando los pierden.
Porque ganar no tiene nada que ver con ganar, amics. Ganar es más que ganar. A veces perder es la mejor (o la única) manera de ganar. Es la posesión, estúpidos. Es el balón, el césped, el toque, el ADN, el estilo y los valors. Salvo cuando no lo es, y entonces lo que es, lo que vale, lo que dicta el sumo sacerdocio de la realidad más real y de la verdad más verdadera es todo lo contrario. Porque ganar es lo que diga Mundo Deportivo y Mundo Deportivo dice que el Real Madrid tiene triunfos típicos y penaltis obviados y arreones finales. Punto.
Poco más hay que decir, salvo que haga lo que haga hoy el Barcelona contra el Athletic todo será para bien. No habrá nada típico en ello. Todo será excepcional, como todas las portadas de Mundo Deportivo, como todo lo que diga y haga Xavi, como todo lo que venga de la luz y hacia la luz vaya. Koeman sonríe al fondo. Nosotros vamos a por otro café. No volveremos a salir otro sábado noche hasta el próximo sábado noche. Es lo que tiene una vida de triunfos típicos y arreones finales. Rezad por nosotros.
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