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Creatividad es el concepto que se nos viene a la cabeza cuando glosamos la figura de un mito de otra generación llamado Mirza Delibašić, una auténtica mente privilegiada dotada de un físico algo alejado del que hoy en día se considera perfecto para jugar al baloncesto. A Mirza se lo definió como un poeta en pleno éxtasis creativo, y al mismo tiempo como un torrente de belleza plástica aplicado al juego, sin apenas parangón en otras estrellas de su época. Sus pases por la espalda o picados contra el parqué como muestras de su inigualable visión de juego se adelantaron a su tiempo.
Hablamos de una auténtica belleza poética no exenta, por otra parte, de su correspondiente dosis de tragedia personal. Que nunca se nos olvide que la vida a veces no es más que un sueño demasiado breve para cumplir todos nuestros anhelos. Esta es la historia deportiva y humana de un mito al que pretendemos modestamente redescubrir muchos años después de su muerte, así como exponer las premisas y las situaciones deportivas en las que creció y se desarrolló como persona y jugador.
La circunstancia que acerca a Mirza al corazón de muchos aficionados en nuestro país fue su permanencia en el Real Madrid durante dos temporadas, un período de tiempo escaso pero suficiente como para tocar la fibra sensible debido a una mezcla de buen hacer, estilo, elegancia y saber estar fuera y dentro de la pista. Muchos años después nadie habla mal de Mirza Delibašić, y eso es decir mucho. Quizá no fuera el mejor jugador de Europa en su tiempo, o quizá sí, eso es siempre debatible, pero lo que nadie puede negar es que jamás será olvidado por los que lo conocieron, y los que no intentamos escarbar un poco más en su legado.
Mirza disfrutó de la gloria, vivió en el infierno, la enfermedad y la guerra consumieron su cuerpo y su alma, pero fue siempre fiel a una personalidad peculiar a pesar de que acaso él mismo fuera muy a menudo su peor enemigo. El reconocimiento permanece y jamás desaparecerá mientras que este deporte exista y sus aficionados mantengan la capacidad empática de asombrarse.
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La clase se tiene o no.
🎂Cumple 33 años el hombre que le enseñó a Bellingham lo que significaba «chilena», el hombre tranquilo que no flaqueará jamás ante un penalti decisivo, el gran @Lucasvazquez91
¡Felicidades!
Lamine Yamal es muy joven.
Enormemente joven.
¿Y?
#portanálisis
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En el hecho de que @AthosDumasE llame a la que muchos llaman "Selección Nacional" la "selección de la @rfef" encontraréis pistas de por qué no la apoya.
La explicación completa, aquí
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Tal día como hoy, pero de 1962, Amancio rubricaba su contrato como jugador del Real Madrid.
@albertocosin no estaba allí, pero te va a hacer sentir que tú sí estabas.
Era uno de esos pocos jugadores que me daban la sensación de infalibilidad cada vez que se levantaban, como Brian Jackson o ahora Jaycee Carroll. Se buscaba el hueco, su posición y soltaba la muñeca con elegancia: dentro, dos puntos más. Le vi poco en acción, en aquellos tiempos en que empezábamos a aficionarnos al baloncesto, primero Mirza a solas, y un año después con Dalipagic. Hoy precisamente he visto un vídeo de Delibasic, cuando todavía no había línea de tres puntos y las defensas se cerraban más que ahora. Tener buenos fundamentos de bote, salto, dribling y tiro eran fundamentales, y más aún la visión de juego, el entendimiento del mismo, y en lo que a fundamentos se refería, la escuela de la antigua Yugoslavia siempre fue la mejor, y Mirza, uno de sus mayores maestros.
Totalmente de acuerdo. Excepcional jugador de baloncesto, de impresionantes clase y visión de juego. En Europa, además de los que apunta Amiguete Barney, también he disfrutado de otros dos jugadores con ese aura de infabilidad en el tiro: Oscar Schmidt Becerra y, en el Madrid, el gran Walter Szerbiak.
Excelente deportista. Un auténtico fuera de serie, lo que los norteamericanos etiquetan de “outlier”. Creo que ha sido el jugador que más me ha ilusionado por saberle jugador del Real Madrid. Jugador con unos fundamentos técnicos exquisitos. Su manejo de balón en dribling y pase extraordinario. Elegancia tirando y entrando a canasta. Recuerdo su tiro desde 3-4 metros , en posición escorada hacia el lateral,y
apoyado a tablero. Así como sus bandejas con efecto aprovechando el rectángulo. No recuerdo ningún jugador europeo con su creatividad y plasticidad. Estilo propio que dejó un sello inconfundible.
(*) Valoro y agradezco los artículos de “la Galerna”, especialmente sobre baloncesto.