Vean la expresión de Cristiano. Esforzada, convencida, álgida de la tensión necesaria para comenzar a competir hoy como siempre. Una cosa asombrosa lo de este hombre, programado para no cesar de querer más y luego otro poco más y más tarde todo lo demás. Queremos gente así siempre en nuestro equipo, queridos galernautas. Tanto es así, que hoy nos hemos levantado con esa misma expresión. Nos hemos tomado el café desafiando a la taza, hemos paseado al perro con el cariño acostumbrado pero advirtiéndole en cada esquina olfateada de que esto va en serio, hemos dado los buenos días al vecino del tercero con ademán casi marcial... hasta la barra de pan que acabamos de comprar sabe que hoy vuelve por fin la Liga y que nos la vamos a comer no porque sea sano desayunar bien, no porque tengamos consolidada esa rutina, sino porque aquí mandamos nosotros, con mantequilla o sin ella.
Efectivamente, tenemos "hambre de Liga", tal y como titula Marca. El menú de estos días pasados, con Liechtenstein cual verdura hervida, se nos ha hecho particularmente desabrido e indigesto. La dieta de este vil calendario, que interrumpió la bacanal solo tras dos jornadas para ponernos a discutir sobre Diego Costa, nos ha dejado famélicos. Necesitamos un chute de calorías y Cristiano siempre ha sabido atender nuestras necesidades de rock'n'roll.
En la portada de Marca -ecuménica y pastoral- acompañan Alcácer y Torres al portugués, pero vean qué diferencia de miradas. Vean qué escasa determinación refleja el reciente fichaje culé, lacónico y absorto, tal vez pensando en esa afición del Valencia que deja atrás, no tan colérica ni tan desconsolada como hubiera quedado de haber fichado por el Madrid, cosa que todo el mundo sabe que es pecado mortal. De hecho, tal vez pase que uno se va al Barcelona porque lo fichan, mientras que solo acaba en el Madrid como consecuencia de un robo. Mientras lo pensamos, fíjense ahora en Fernando Torres, algo más en acción que el nuevo azulgrana, pero mirando al suelo, levemente desgarbado incluso, poco armónico, un día más en la oficina, sin la convicción que refleja Cristiano en cada músculo de su cuerpo, sin la determinación que estamos demostrando ahora mismo tecleando con brío este portanálisis.
No negamos que a veces caemos en la melancolía de Alcácer. Tampoco negamos que más de una vez cumplimos expediente tal y como parece hacerlo la cierta desidia que muestra Torres. Pero hoy no. Hoy juega el Madrid tras lo que parecen incontables días sin hacerlo y estamos como Kevin Bacon en Footloose. Más incluso sabiendo que tenemos disponible a la BBC al completo, y todavía más sabiendo que la actual plantilla es lo suficientemente amplia y fiable como para permitir ir repartiendo descansos que se nos antojan decisivos para llegar con la misma expresión de Cristiano a los meses finales de competición, para llegar a comprar el pan en el mes de mayo con la misma cara que lo hemos comprado hoy.
Cándido aparece Ter Stegen en la portada de Mundo Deportivo. Es cara de chico simpático, pero levemente temerosa, suponemos que motivada por la baja que hará debutar al nuevo portero azulgrana. Así no hay quien vaya a comprar el pan. Pero aún menos con el gesto que nos enseña Neymar en la parte izquierda. Así sí que no podemos ni salir de casa. Hasta el perro nos afearía la conducta, por no hablar del vecino del tercero, que nos saludaría por compromiso mientras le sobreviene una sonrisa burlona. ¿Qué hace con las manos el hijo del padre de Neymar Jr.? ¿Qué le pasa en los ojos, que parecen querer decir "soy el más guay", pero en realidad dicen algo pelín ridículo? Tal vez sean cosas de la edad, de los tatuajes, los pelos rubios o qué sabemos, pero en nuestro barrio costaría ganarse el respeto con esos aires. Pónganle ustedes el pijama del Barça -¡disponible en 4 tallas!- y ya nos dirán qué resulta del conjunto.
Por cierto, ¿qué demonios celebra el señor que aparece arriba anunciando la promoción? ¿Por qué salta tan feliz? Que baje Aldous Huxley y nos lo explique.
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Un comentario en: Retratos
El del pijama celebra que esta noche duerme en el sofá.
Booom!!!