Ayer Alfredo Relaño tituló su columna de As: «El VAR entró a saco contra el Almería». Sin embargo, a la vista de las pruebas, da la impresión de que fue Relaño quien entró a saco contra el Madrid.
Relaño merece respeto y admiración —sé que hay quien no opina igual—, es educado, inteligente y escribe muy bien, sus columnas son el paradigma de la concisión, virtud poco ponderada hoy, cuando abundan artículos interminables y aburridos con el único objetivo real del lucimiento y autobombo del autor. Es uno de los grandes divulgadores sobre fútbol que hay en España, al margen de discrepancias inevitables.
Además, tuvo la valentía de alzar la voz hace décadas contra la mafia reinante en el fútbol español. Recuerden aquello del «villarato», término que recientemente remozó con brillantez incluyendo a Negreira en la ecuación: «villarato engrasado».
Ayer Alfredo Relaño tituló su columna de As: «El VAR entró a saco contra el Almería». Sin embargo, a la vista de las pruebas, da la impresión de que fue Relaño quien entró a saco contra el Madrid
Sin embargo, ayer no estuvo acertado, no escribió su pieza con la razón sino con las tripas, o tal vez con el poderoso e incomprensible complejo que acompaña a cierto madridismo. Si la lectura se acompaña con la visualización de las tres intervenciones del VAR, el artículo carece de sentido lógico.
Relaño expone como negativo que en tres jugadas de valor gol el árbitro de VAR llamase al de campo para hacerlo rectificar. Si hay algo negativo en esas tres acciones es la negligente actuación del colegiado Hernández Maeso, que no fue capaz de pitar bien las jugadas en directo, a pesar de que en alguna de ellas se encontraba a escasa distancia.
Después aborda el asunto de la corrección de las rectificaciones. Para él, dos fueron acertadas y una no. Sinceramente, habría sido de agradecer que hubiese especificado más, porque a la vista de las imágenes disponibles, ninguna de las tres ofrece dudas.
La mano es indiscutible. Brazo extendido y abierto. Según el reglamento: penalti. Que no se esté de acuerdo con la norma es otro tema cuya responsabilidad no es del Madrid, de hecho, se ha visto afectado, para mal, en más de una ocasión. Hay quien sostiene que Rüdiger comete falta, pero es el defensa quien recula y contacta con el central madridista cuando este se encuentra en el punto más elevado de su salto. La intención del jugador del Almería no es jugar el balón.
En esa toma se ve bien que es el defensor el que recula, cerrando el espacio con Rüdiger, que había saltado limpiamente.
El contacto se da cuando Rüdi está en la parte más alta del salto y el defensa no hace ni por disputar el balón.pic.twitter.com/uE2U3TPTTa https://t.co/n26HXvEMQb
— mr. mØnk (@soccermemoriess) January 22, 2024
La segunda intervención del VAR, cuando Hernández Hernández avisa a Hernández Maeso de que no ha señalado una falta evidente a Bellingham, cometida junto al propio colegiado, no ofrece duda. El manotazo en la cara es nítido. Es sorprendente que se critique que ha intervenido —bien— el VAR y no se le afee al árbitro el hecho de no haber pitado la falta en directo. De haber sido así, no cabría hablar de gol anulado porque no se habría producido.
La tercera jugada, quizá la más polémica, la del gol de Vinícius con el hombro, sí es susceptible de generar dudas. Y por varios motivos además, principalmente dos: por desconocimiento del reglamento y por desconocimiento del significado de la palabra hombro.
Para ilustrar lo que es y no es mano punible según normativa, lo mejor es mostrar la siguiente imagen:
La segunda derivada, la de la cuestión lingüística, provoca que haya quienes no tengan claro qué es un hombro. Según el DLE de la RAE: «Parte superior y lateral del tronco del ser humano y de los cuadrumanos, de donde nace el brazo». Cabe resaltar lo de «parte superior y lateral».
También es menester en esta ocasión aportar imágenes aclaratorias:
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Es curioso que no se comente el posible penalti que sufre Vinícius en esta jugada: dos defensas lo llevan en volandas.
Alfredo Relaño opina que dos de las tres acciones anteriores están mal rectificadas y deduce que como RMTV ha hecho vídeos con los errores de Hernández Hernández, quien avisó desde el VAR para que se revisasen porque estaban mal arbitradas, este ha terminado por ablandarse y por tal motivo metió «en tanto lío» a su compañero Hernández Maeso.
Es cierto que la actuación de Hernández Hernández es sorprendente, pero porque realizó bien su trabajo. Y cabe preguntarse si tal vez su acierto puntual no se deba al hecho de que está siendo investigado por la Guardia Civil tras experimentar un inusitado incremento patrimonial durante el negreirato.
Por otra parte, no se entiende que corregir errores sea meter en un lío a un compañero, salvo que arbitrar bien en lugar de acorde al guion establecido sea un problema.
También resulta incongruente el párrafo final. Relaño confiesa que pocas veces ha terminado un partido con esa sensación de disgusto, que le lastimó que el noble esfuerzo de Almería quedase sin premio y que se solidariza con Garitano, «un hombre despojado, como todo su equipo y toda su afición, de una alegría merecida». La tendencia a posicionarse a favor del débil es más antigua que el propio mundo, pero afirmar que un equipo debe ganar a pesar de que para ello sea necesario conculcar el reglamento no es de recibo.
¿Acaso el Madrid, por el hecho de ser el Madrid, no merece un trato arbitral justo?
Relaño concluye afirmando que la legión de enemigos del Madrid ha recibido alimento para un par de lustros, cuando precisamente es él quién está proporcionando armas al antimadridismo. La prueba es que el propio Xavi Hernández lo citó en rueda de prensa para cargarse de razones. Lo tildo de «muy buen periodista». Lástima que no pensase lo mismo cuando hablaba del villarato, teoría de la que Xavi se burla públicamente.
¿Acaso el Madrid, por el hecho de ser el Madrid, no merece un trato arbitral justo?
Es necesario hablar del principio de la columna: «Tres puntos para el Madrid, pero con el coste de un tremendo daño reputacional». La justicia no debe causar nunca daño reputacional. En cambio, lo grave es que un artículo como el de Relaño, en el que afloran algunas fobias y/o complejos, sí pretende causar un tremendo daño institucional al club.
Por lo demás, las palabras importan. Si lo de ayer es "daño reputacional", habrá que inventar vocablos nuevos para describir la acción de pagar durante 17 años al número dos de los árbitros, en busca del favor del colectivo. ¿Qué expresión ha usado fundamentalmente Relaño para referirse a eso? Exacto: daño reputacional. ¿Existiría alguna proporcionalidad en el uso del mismo término para ambas cosas, aun en la incierta tesitura de que el VAR se hubiera equivocado ayer a favor del Madrid?
He comenzado escribiendo que Alfredo Relaño merece respeto y admiración, pero más lo merece una institución como el Real Madrid.
Getty Images.
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