A los responsables de la cantera del C.D. Málaga Fernando Hierro les pareció enclenque. Esta historia nos sorprendería si fuese la primera vez que hubiera sucedido algo así. La historia de los grandes deportistas a menudo viene determinada por un principio como este. Es como si la suerte no sólo fuera esquiva sino débil. La suerte antes de florecer es frágil, y después poderosa. Florecer es una buena palabra. A Hierro había que regarlo, pero también debía crecer en una buena tierra a la que acompañara el clima. Málaga debía de ser un pedregal donde Fernando no podía prosperar. Ese joven futbolista delicado se fue a Valladolid, y allí no sólo no lo aquietó la cencellada sino que bien pudo librarse de ella como haciendo explosión y apareciendo a orillas del Pisuerga (y del Esgueva) como un buen tallo por el que empezaron a pelearse los grandes. Dicen que con la indemnización que tuvo que pagar el Real Madrid al Atlético por romper el acuerdo que tenían el club rojiblanco y el jugador malagueño, Jesús Gil hizo fabricar setenta mil relojes para regalar a los aficionados con el lema: “Regalo de don Ramón”. El Atleti se quedó con el populismo futbolero y a Concha Espina llegó Fernando Hierro para convertirse en uno de los mejores defensas centrales de la historia. Así que esta camiseta de Fernando es una de las mejores camisetas de defensa central de la historia y por eso (y por demasiadas preciosas razones) hay que pujar por ella. Es un objeto tan vulnerable como aquel joven Hierro, así que tengan cuidado con ella. Pujen con delicada firmeza. No dejen que se la lleven primero a Valladolid y luego (previo fallido intento colchonero) a Chamartín, por ejemplo. Llévesela usted. Este sí que es un “Regalo de don Fernando”.
Mensaje de Fernando Hierro
Pujen por la camiseta de Hierro
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