Miren que es feo el mes de noviembre. Y sin embargo ahí está al Madrid floreciendo como si fuese primavera. La flor de Zizú era eso, no la suerte sino la floración de la que incluso algunos fieles empezamos a sospechar; como si la naturaleza pudiera ser objeto de duda. La floración era Valverde extendiendo la sombra de su zancada a los dominios de Modric, o Rodrygo, más que goleando sin parar, goleando con poso como para no dejar de hacerlo en una década.
Así como Vinicius es un joven jugador brasileño muy brasileño, apeleado, Rodrygo es un joven jugador brasileño muy europeo, arronaldado, y por eso ha llegado antes. Pero démosle tiempo a la floración viniciusiana, yo aventuro que será como si se cayeran los mangos y las papayas de los árboles de golpe. Y a más de uno le pillará debajo.
Más que una floración, será una frutación. Contundente, sonora. Cualquiera diría que este despertar de la naturaleza lo está trayendo Hazard, que está a punto de ser perdonado por los aborígenes como Robert de Niro en La Misión después de recorrer la selva cargando con un fardo de cascos y armaduras a modo de penitencia.
Hazard va a llegar mañana (y va a lanzar su carga por la cascada) donde ya llegaron Kroos y Casemiro, que anduvieron un tiempo angustioso perdidos. Hasta Courtois parece otro, no otro portero sino otra persona. Es en Courtois donde yo he sentido con más fuerza el cambio de viento para el Madrid. Despide ese hombre otro halo que va mucho más allá de sus buenas actuaciones.
A mí me parece que la catarsis de Courtois ha desencadenado el infierno para el antimadridismo. Yo imagino a Courtois asomándose como un sol tras el horizonte e iluminando a este Madrid cada mañana, como a un barco en alta mar en cuya proa está Karim Benzema con una pierna adelantada y una mano sujeta en la botonadura del pecho.
La maquinaria poética ya se puesto en marcha, y además de los versos que nos empiezan a levantar de los asientos, asistimos al despunte de nuestros jóvenes poetas por el mundo que un día no lejano volverán a casa: Henrik Ibsen Odegaard, Yukio Mishima Kubo... La floración está refrescando al madridismo en pleno noviembre, y una vez refrescado ya no le quedarán meses al Madrid para hacernos felices.
Si uno es feliz en noviembre ya puede serlo toda la vida y soñar con Bale y James in púribus, o con Mendy haciendo de su banda un callejón oscuro para el rival donde se producen ventoleras, como remolinos que remueven papeles y hojas secas que anuncian algo próximo; una especie de estética de Regreso al futuro: los vientos, el aviso de tormenta, un rayo, un destello en la noche que nos traiga como colofón a Mbappé.
Algo se está cocinando a fuego lento en el Bernabeu si, pero hay que estar prevenido, porque aún nos faltan por vivir algún petardazo más. Gran artículo!
Pues yo apuesto por la floración de Jovic.
EL MADRID SIEMPRE VUELVE
NO ES NADA NUEVO
HALA MADRID!!!!!
Bueno, me cuesta lanzar las campanas al vuelo porque este equipo ya ha dado varios petardazos cuando parecía que íbamos a ver algo de luz. Pero lo justo es disfrutar los momentos que lo merecen. Y tanto el partido contra el Galatasaray como, especialmente, la primera parte ante el Eibar son un gran rayo de esperanza. Eso sí, seguimos sufriendo un poco de falta de pegada (no tenemos un killer del área y dependemos de jugadores que adolecen de falta de acierto cara al gol -no se asusten, no es que no marque nadie, es que necesitamos muchas ocasiones para marcar y eso nos cuesta perder puntos como ante el Betis-). Pero, por otra parte, Benzema está imperial en el juego de equipo, Hazard está despertando y, con un centro del campo blindado con Valverde y Casemiro, las tornas cambian. Ojalá sigamos así, porque con un equipo que se vaya asentando y que gane en confianza es más fácil que las jóvenes promesas vayan entrando en el equipo y se desarrollen y se asienten.
Lástima de parón de selecciones. A ver qué sorpresas nos trae.
Mario, sublime como siempre. Madridismo y sintaxis siempre.
Gracias por esta lectura, amigo.