Cuanto mejores sean los equipos se diría que peor les sienta perdonar, y de no ser porque el excelente Lautaro y algún otro interista no acertaron con alguna de las suyas, la victoria de anoche habría podido peligrar mucho. Eso pensaba ya algo antes, cuando con menos habilidad de la que acabó necesitando Perisic para marcar el segundo tanto Asensio como Valverde hubieran podido ponerse 3-0. Lo mismo me sugirió la malísima postura de Benzema cuando le llovió un balón aparentemente providencial, que habría sancionado el 4-2.
De ahí que la mejora quizá no consista tanto en ajustar el escalonamiento de dos centrales sin duda fabulosos –algo trastocado hace semanas por la ausencia del lateral derecho, aunque Lucas haya jugado muy bien-, sino crear y concretar ocasiones. Por ejemplo, virguerías como el taconazo de Barella que precedió al primer gol interista son lances que ocurren de uvas a peras, con mucho de imprevisible y otro tanto de irremediable, y para nada infrecuentes en ases de la plantilla blanca; pero hoy, y bastantes días más, lo que en otros grandes equipos se solventa sin exigir siempre golpes de genio en sentido estricto –como colocar el balón donde lo manda el cuello de Ramos en el segundo gol, o la progresión de Valverde y Vinicius terminada por el trallazo de Rodrygo-, se dirían menos frecuentes en el caso del Real.
No fue ese el caso del primer tanto, prologado por algo cercano al regalo, aunque causa fatiga ver cómo esta noche, y ante los alemanes, se diría preciso jugar más para conseguir lo mismo. Hoy debido a la ineficacia de Hazard y Asensio, el otro día porque los alemanes parecían tocados por una varita mágica, fue preciso remar y remar para empatar o ganar por la mínima. Pero sería ingratitud negar que los atolladeros van cediendo, y que el equipo legendario por no perder finales cumple por ahora muy dignamente en las fases iniciales de cada competición. Cuando la fatiga había promovido el empate, y amenazaba con algo peor todavía, los mozalbetes brasileños y Modric bastaron para darle al Pajarito el segundo aire requerido, y ocasión al míster para retirarse una vez más con lo buscado.
Ojalá Hazard y Asensio se recobren de veras, pero no olvidemos que esta noche pasará a la historia porque el camero metió su gol 100. Ya lo logró el sensacional Fernando Hierro, pero a Ramos le quedan tiempo y puntería para pulverizar ese récord.
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La admiración que siento por un buen escritor es , proporcional a la inversa , al hastío que me produce un ( cualquier ) orador .
Quede aquí , reflejada pues , mi antes mencionada admiración por su escribiduría ( léase , el buen arte de escribir ).
Mis respetos , caballero .