El Real Madrid y su flor oculta

Varios candidatos hacían cola en la sala de espera para ser entrevistados. Se abrió una puerta y una secretaria habló en voz alta.

- Puede pasar el siguiente.

El siguiente se levantó y pasó al despacho en el que le esperaba el entrevistador, que era al mismo tiempo el director de la empresa. Se sentó ante él después del saludo de rigor y esperó en silencio mientras el directivo ojeaba su currículum. Había otro hombre sentado en un sillón en un rincón, que se limitaba a observar. Finalmente el director dejó la hoja sobre la mesa y miró con curiosidad al candidato.

- De su currículum me han llamado la atención dos cosas. Una es su nombre. ¿De verdad se llama usted Real Madrid?

- Así es. Mis apellidos son Madrid García. A mi padre le pareció interesante ponerme Real como nombre de pila...

- Curioso. Muy curioso. La otra cosa que me ha llamado la atención es la brevedad de su currículum. Apenas un par de líneas para decir que prácticamente no sabe hacer nada, pero que tiene usted una suerte extraordinaria...

- Cierto. Mi suerte se sale de lo común. Gracias a ella saco adelante con éxito cualquier actividad o tarea que me proponga.

El entrevistador tamborileó distraídamente con los dedos sobre la mesa.

- Tendrá usted que reconocer que eso resulta bastante extraño. Y difícil de creer...

- Lo reconozco. Pero le aseguro que si decide contratarme no se arrepentirá.

El director se levantó de su asiento y se paseó brevemente hasta la ventana para otear el paisaje de la ciudad. Con las manos a la espalda y sin girarse comenzó a hablar.

- En circunstancias normales, lo que yo haría inmediatamente sería mandarle a paseo y hacer pasar al siguiente candidato.

Se volvió y dirigió la mirada a Real Madrid con una siniestra sonrisa en sus labios.

- Pero he de confesar que me pica la curiosidad. Voy a hacerle un contrato de prueba de una semana y luego decidiremos. Le presento a Martínez -dijo dirigiéndose hacia el hombre del sillón- Es uno de nuestros principales encargados y él se cuidará de supervisar su trabajo. Nuestra empresa se dedica a diversas actividades y quiero que pruebe su suerte en algunas de ellas. Transcurrida esa semana, Martínez me presentará un informe y tomaremos la decisión pertinente. ¿Podría usted empezar a trabajar este lunes?

- No hay problema -respondió Real Madrid García.

Durante la siguiente semana, el director se dedicó a sus habituales quehaceres y prácticamente no había vuelto a pensar en aquel peculiar candidato, cuando el lunes siguiente Martínez se presentó en su despacho.

- Le traigo el informe acerca de Real Madrid.

- ¿Cómo dice...? ¡Ah, sí! Casi lo había olvidado... Avánceme algo de ese informe, haga el favor.

- ¡Hay que contratarle, señor director! No podemos permitir que la competencia se haga con sus servicios.

- ¿Tan bueno es?

- ¡Jamás he visto una suerte semejante!

- ¿Y no importa que no sepa hacer nada, o que lo poco que sepa hacer lo haga mal?

- No importa en absoluto. Sus éxitos son inverosímiles gracias a su tremenda fortuna.

- Cuente, cuente... Ahórreme leer el informe.

- Bien. Como usted me sugirió, le fui encomendando las tareas más difíciles y enrevesadas para ponerle a prueba. El primer día le envié a realizar una importante venta de nuestros paraguas en stock a Almería.

- ¿Paraguas en Almería? ¿Consiguió vender alguno?

- Nada más llegar él, comenzó a llover de una manera torrencial y de modo ininterrumpido durante veinticuatro horas. Vendió más de cinco mil paraguas y otros tantos pares de botas de agua, que optimistamente también se había llevado consigo. Prácticamente se los quitaron de las manos. ¡Consiguió unos beneficios del cuatrocientos por cien!

- ¡Extraordinario!

- La siguiente prueba fue en nuestra compañía de prospecciones geofísicas. Extendió sobre una mesa un amplio mapa geológico de la región de Murcia. Cerró los ojos, levantó un dedo y lo dejó caer al azar en un determinado punto. "Hay que cavar aquí", dijo. Esa zona ya la habíamos sondeado sin ningún resultado. Pero siguiendo sus instrucciones, señor director, hicimos lo que él nos sugiriese y procedimos a excavar en aquel sitio.

- ¿No me diga que hallaron algún mineral valioso?

- Una importante veta de Taaffeíta.

- ¿Qué coño es eso?

- Uno de los minerales más raros del planeta, señor director. Una especie de piedra preciosa.

- ¡Increíble! ¡Qué potra tiene ese Real Madrid!

- ¡Pero mucha! Lo siguiente que hice fue comprarle un billete de avión para el Golfo Pérsico. En ese avión viajaban los más prestigiosos directores comerciales de la competencia para vender sus productos a los árabes en un simposio tecnológico. Pero debido a un atasco de tráfico, Real Madrid perdió el vuelo.

-¡Maldita sea! ¡La competencia habrá hecho su Agosto vendiendo de todo y nosotros a dos velas! ¡Eso demuestra que Real Madrid no tiene tanta suerte como nos quiere hacer ver!

- Todo lo contrario, señor director. Lo cierto es que ese avión cayó al mar. Aún lo están buscando en algún lugar del Mediterráneo. Real Madrid cogió el siguiente vuelo y fue el único comercial que se presentó en el simposio. Y entre eso y que su nombre resultó simpático y sugestivo a los árabes, acabó con dolor de muñeca de tanto firmar contratos de venta...

- ¡Increíble! ¡Caray con Real Madrid! ¡Menuda suerte tiene!

- Cuando regresó le llevé a visitar una de nuestras fábricas. Y como es tan patoso, estando en la sala de máquinas se le derramó un refresco de cola sobre una de ellas.

- Y habrá quedado inutilizada, claro.

- ¡Al contrario! Por pura casualidad descubrió que ese refresco es un excelente lubricante para ese tipo de máquina. Y mucho más económico que el convencional. Ahorraremos mucho dinero con ello. Él ya ha patentado el descubrimiento.

- ¡Pero cuánta chorra tiene ese tipo...! ¡Es inaudito!

- Le aseguro que estoy tentado de bajarle los pantalones a la fuerza por ver si tiene una flor en alguna parte...

- ¡No se hable más! Le haremos un contrato de por vida.

- El problema va a ser el precio. Tendrá que ser muy elevado, pues le acaba de tocar el gordo de la lotería. Y por error compró muchos décimos...

- ¡Esto es el colmo! ¿Cómo se puede tener tanta suerte..?

- Yo sólo conozco a alguien que la tenga aún mayor.

- ¿Quién?

- Su tocayo; el equipo de fútbol.

- Debí imaginármelo... ¡Ahora entiendo por qué el Madrid tiene tantos trofeos...!