Fue en junio del año pasado, durante la disputa de la Copa del Mundo femenina de Francia, cuando de improviso saltó la noticia que muchos esperaban. El Real Madrid contaría con una sección femenina tras la absorción del madrileño CD Tacón. El momento no pudo ser más propicio, dada la creciente atracción ejercida por el futfem en muchos aficionados que siguieron, quizás por primera vez, la cita mundialista en el país vecino.
Desde ese momento, ni los aficionados blancos ni la dirección podrían volver a ser avasallados sobre cuándo daría el salto el club a la competición femenina. Los interrogantes, en adelante, pasarían al terreno del cómo se llevaría a cabo; la crítica, al menos, tendría que empezar a centrarse en el detalle, en la gestión del día a día. A fin de cuentas, esto es el Real Madrid. No por despejar la ‘x’ inicial baja la marea.
Una vez dada por finalizada la temporada de transición del CD Tacón, y menos de un mes del nacimiento oficial del Real Madrid Femenino el 1 de julio, ¿en qué situación se encuentra el proyecto? ¿Qué podemos extrapolar de lo visto hasta ahora? Y, por encima de todo, ¿qué esperar de la primera temporada del club más grande del planeta en un terreno que hasta ahora le era desconocido?
La llegada del Real Madrid al fútbol femenino estaba llamada a levantar polvareda. De la misma forma en que los rovers de la NASA toman contacto con la superficie marciana para dejar su huella sobre el planeta rojo, la aparición de las Blancas debería entenderse en su propia singularidad, que es la del club en su conjunto.
Las jugadoras del recién ascendido CD Tacón, debutante en la Primera Iberdrola, pasaron de la noche a la mañana de vislumbrar una temporada con la permanencia como objetivo a eliminar por obligación la palabra descenso de su vocabulario. Para ello, a la jovencísima plantilla se le suministró una tanda de refuerzos de características contrapuestas. Futbolistas en el cénit de su carrera, con amplia experiencia internacional y capacidad de liderazgo.
Aunque la hoja de ruta fue la correcta, la revolución total -en cuanto a jugadoras y, sobre todo, en lo relativo a objetivos- estuvo marcada por plazos muy reducidos que desembocaron en lo que sería la tónica de la temporada: un proyecto en transición. Tanto para lo bueno —gratas sorpresas y mejora exponencial en el tiempo— como para lo malo —imprevisibilidad, descoordinación general.
Debutar en liga visitando al FC Barcelona no ayudó. Las costuras saltaron aquí y allá, empezando por la misma camiseta. Y es que las jugadoras del Tacón, enfundadas en la aburrida equipación genérica que lucirían durante la temporada, arrastraron consigo por primera vez el peso de la institución en forma de dorsales. La utilización de la serigrafía oficial del Real Madrid probablemente fue la gasolina que necesitaba el vigente campeón de Liga para marcar territorio y vapulear (9-1) a las recién llegadas.
Los dorsales dorados no volvieron a saltar al césped y, visto en retrospectiva, quizás fue la decisión correcta. Tras el estallido inicial, la plantilla podría centrarse en el futuro inmediato: construir la red neuronal necesaria para conectar a las jugadoras sobre el césped. El proceso es lento pero, al igual que en el cerebro, la naturaleza sabe marcar el camino: la práctica y la repetición terminan por desbrozar el terreno hasta construir verdaderas autovías de comunicación.
Así, y hasta que el coronavirus interrumpió el aprendizaje, los 21 partidos disputados confirmaron la dificultad de la tarea al mismo tiempo que permitieron ir apreciando que los chispazos eléctricos empezaban a construir un lenguaje común. El balance final de resultados (6 victorias, 5 empates y 10 derrotas) admite interpretaciones benévolas (equipo recién ascendido, plantilla nueva) pero también de signo opuesto (calidad no exprimida, vaivenes tácticos).
El mismo análisis se hace extensivo al técnico, David Aznar, conocedor desde un primer momento de la complejidad de la tarea asignada. Él fue el responsable de ensamblar un puzle de piezas diversas y es evidente que la simbiosis no terminó de funcionar. ¿Hasta qué punto tuvo en su mano extraer un rendimiento superior? Es una pregunta legítima pero entra en el terreno de la especulación y subjetividad de quien la responda. Su continuidad en el banquillo, pues, ha sido motivo de especulación y la incógnita permanecerá hasta el día en el que el club comience a anunciar novedades. En cualquier caso, es justo reconocerle la ya apuntada línea ascendente que comenzaba a vislumbrarse cada vez con mayor claridad. Su papel en el ascenso del CD Tacón, además, es parte fundamental en esta historia.
En lo que respecta a nombres propios, el galardón a la jugadora blanca de la temporada pertenece a Sofia Jakobsson. La sueca, convertida en principal referencia en ataque para el equipo (máxima goleadora con siete dianas), decidió ir un paso más allá demostrando a su vez un compromiso asombroso en tareas defensivas.
Repasando muy a vuelapluma, ninguna guardameta pudo consolidarse bajo palos; Ainoa Campo y Babett Peter demostraron, por el contrario, su fiabilidad en la zaga desde el primer momento; Kosovare Asllani, Chioma Ubogagu y Jessica Martínez se desempeñaron de manera notable aunque irregular de cara a gol; y Lorena Navarro, a sus 19 años, tuvo el descaro suficiente para encumbrarse como la revelación del equipo.
Tras acabar la temporada en una cómoda décima posición, el club afronta un mercado de verano clave que vendrá a definir las coordenadas para el próximo curso. Tratándose del Real Madrid, a nadie puede sorprender que la lista de supuestos fichajes sea ya innumerable. Para aquellos que comienzan a seguir ahora el fútbol femenino, cabe apuntarse el tremendo dinamismo del mercado. Los contratos cortos de un año son más norma que excepción, los clubes no dudan en anunciar la partida de jugadoras por decenas (en lo que va de mes tanto Levante como Valencia han hecho lo propio) y los movimientos son variopintos e inesperados.
Hasta el momento, el retrato robot de las futbolistas vinculadas con el Madrid responde a un perfil coherente: joven, nacionalidad española y ya asentada tanto en la Primera Iberdrola como en las diferentes categorías de la Selección. Maite Oroz y Damaris Egurrola (Athletic Club), Tere Abelleira (Deportivo), Eva Navarro (Levante) o Nahikari García (Real Sociedad), por citar a algunas de las relacionadas, comparten señas de identidad y encajan en el engranaje que necesita el equipo.
Si bien el Real Madrid lleva incrustado en su ADN el salir a competir por cada título, el escenario que se vislumbra durante el curso 2020/21 debería hacer redirigir la mirilla hacia otros objetivos. El primero, como ya han conseguido Barcelona y Atlético de Madrid, consiste en alcanzar la solidez necesaria para convertirse en un proyecto atractivo con el que captar al talento extranjero en futuras campañas.
En cuanto a resultados, y si se concretan las llegadas de al menos cuatro jugadoras de nivel, el Real podría centrar sus esfuerzos en hacerse con la tercera tabla de la clasificación. Y es que, por primera vez, la Liga Iberdrola otorgará tres billetes para participar en la siguiente edición de la Liga de Campeones. Si bien el cara a cara contra las dos potencias actuales del fútbol femenino español se antoja aún complicado, la batalla por el tercer escalón -ya de por sí interesante- adquirirá un acicate por el que clubes como el Levante llevan años trabajando.
En este escenario, una disputa con equipos como el propio Levante, Athletic Club y Real Sociedad será un reto de suficiente entidad durante el primer año en liza del Real Madrid. Conseguirlo al primer intento debería calificarse de éxito rotundo; no obstante, quedar fuera de puestos europeos no debe merecer el calificativo de fracaso.
De conseguir plantar cara en este segundo escalón de la competición nacional, los aficionados blancos tendrán garantizada una Primera Iberdrola con suficiente interés como para abrazar a su nuevo equipo femenino. A partir de ahí y a medio plazo, la dinámica propia del fútbol femenino regala al Real Madrid una oportunidad única: y es que la construcción de proyectos ganadores partiendo de cero no exige de un largo plazo tan exagerado como el acostumbrado en la competición masculina.
Si el equipo que firmará su génesis el 1 de julio acierta en la elaboración de su plantilla y en la selección de objetivos, el madridismo podrá disfrutar pronto de una nueva sección exitosa. Con un poco de fortuna, para cuando la renovación del Santiago Bernabéu sea una realidad el Real Madrid Femenino tendrá ya los mimbres necesarios de cara a aceptar la inexorable responsabilidad blanca de luchar por conquistar Europa. Por entonces, la nueva sala de trofeos estará esperando con las puertas abiertas.
Fotografías Getty Images.
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Muchas gracias por este artículo que nos permite saber más se nuestro equipo femenino. Estoy deseando verlas jugar con nuestro nombre y equipación. Pero que se preparen porque el Tinglao tiene las patas muy largas...
A tope con nuestras chicas. No saben dónde se meten, a partir de ahora serán el enemigo público número uno de los que exigían un Madrid femenino. Son nuestro equipo, hala Madrid!!!!!!!
The Tinglao ya se la jugó al - Tacón- que luego sería el Real Madrid de chicas , asignándole en la primera jornada de debut a farça. No fue nada casual, fue (todo) causal. Así se las gastan.