El Madrid femenino vuelve a ser equipo de Champions
El Real Madrid femenino venció (2-1) al Rosenborg mediante una remontada en el partido de vuelta de la última ronda de acceso a la Women’s Champions League y, gracias a un resultado global de 5-1, estará en la fase de grupos de la competición continental. Caroline Weir y Athenea del Castillo anotaron los tantos blancos tras el gol inicial de Emilie Nautnes.
Del Real Madrid femenino se ha dicho y escrito mucho en sus tres años de vida. A menudo y sin quererlo, la sección más joven del club se ha visto envuelta en debates que escapaban al análisis del desempeño de sus jugadoras en el campo. Fútbol femenino sí o no, equipo con o sin aspiraciones, sospechas sobre los méritos de sus futbolistas… de todo se ha hablado. Quizás no importe, ni deba extrañar, considerando la repercusión del Real, siempre y cuando se escudriñe del mismo modo el anverso de la moneda. Y en él lo que ya hay grabado son dos participaciones en la Copa de Europa, de dos posibles. Un éxito rotundo.
Anoche en el estadio Alfredo Di Stéfano, tras haber dejado en la estacada al Manchester City antes de golear al Rosenborg en su feudo, el equipo de Alberto Toril volvió a ganar para certificar el objetivo que le había sido asignado. Quedaba lidiar con el partido de trámite —bestia mitológica en la mente de cualquier aficionado blanco— y pronto quedó confirmado que el viaje aún tenía en su trazado alguna curva cerrada.
Toril repitió el esquema y la mayoría de piezas con las que salió a disputar el partido de ida en Noruega, a excepción de la aparición de Lucía Rodríguez en el lateral diestro y de Maite Oroz en la mediapunta. El Rosenborg, que no varió nada, tampoco alteró su entrada al duelo: fuertes al choque y decididas a la presión en cuanto el Madrid optaba por jugar hacia atrás. Su apuesta no tuvo fortuna frente a su público, pero el esfuerzo se vio recompensado en Madrid.
Del Real Madrid femenino se ha dicho y escrito mucho en sus tres años de vida. Quizás no importe, ni deba extrañar, considerando la repercusión del Real, siempre y cuando se escudriñe del mismo modo el anverso de la moneda. Y en él lo que ya hay grabado son dos participaciones en la Copa de Europa, de dos posibles. Un éxito rotundo
El partido había empezado vivo, alegre y suelto, tanto que el marcador se movió antes de cumplirse el diez de juego. Por la banda de Sofie Svava, algo errática, la extremo Synne Hansen ejecutó los pasos del manual de instrucciones clásicos de su demarcación, buscando el centro al área en cuanto la danesa le dejó espacio suficiente. Mientras tanto las centrales madridistas, que todavía andaban tomándole la medida a su par en el área, llegaron tarde a la internada voraz de Emilie Nautnes y la delantera visitante celebró el gol que tanto llevaban buscando.
El 0-1 —y la extraña sensación de que la eliminatoria seguía controlada— le sentó fatal al Real Madrid. Unas y otras se fueron contagiando con cada acción fallada y con cada movimiento sin colmillo, por lo que desde el banquillo Alberto Toril intentó alterar la dinámica cambiando de posición al tridente que arriba escoltaba a Esther González. Maite Oroz pasó a la izquierda, Athenea a la derecha y Caroline Weir se hizo con el enganche. Aun así, los fogonazos de luz que producían las tres cuando se hacían con el balón no eran suficientes para iluminar el camino, y en nada ayudó la lesión desafortunada de Sandie Toletti en un mal apoyo.
¿Era definitivamente uno de esos partidos en los que los dioses del fútbol se empeñan en llevarte la contraría? Sí, lo era. Ocurre sin embargo que, en tan poco tiempo, el Real Madrid ha ido vistiendo de blanco a una serie de futbolistas de las que gustan en el Bernabéu: aquellos —aquellas— que se plantan cara a cara frente al destino y lo retan con una sonrisa de medio lado. Athenea y Weir, no cabe duda, nacieron para jugar en el Real. Entre las dos resolvieron el partido en Lerkendal y ahora, al borde del descanso, combinaron dentro del área cuando el tiempo se agotaba para redescubrir el camino al gol.
El Real Madrid ha ido vistiendo de blanco a una serie de futbolistas de las que gustan en el Bernabéu: aquellos —aquellas— que se plantan cara a cara frente al destino y lo retan con una sonrisa de medio lado. Athenea y Weir, no cabe duda, nacieron para jugar en el Real
El tanto fue antirreglamentario, pero no importó. El chasquido, aun sin materializarse, demostró que el fuego prendería. Ni tres minutos tardaron en encontrarse la ’22’ y la ’11’ tras la reanudación. Teresa Abelleira ejecutó un buen cambio de sentido hacia el costado derecho, Athenea controló de espuela y su centro tenso lo mandó a la red Weir sin despeinarse. Bastó una jugada acertada para que el resto del equipo recuperase el control del juego perdido, situación ante la que el Rosenborg no pudo responder.
Las visitantes, que harán bien en volver a casa con la cabeza alta, compitieron hasta alcanzar el tope de su potencial, pero sobre el verde les fue imposible defender los picos de excelencia de las blancas. En el minuto 61 llegó el definitivo. Caroline Weir lanzó un contraataque desde el carril central gracias a su elegante zancada larga —¿me permitirían los lectores de La Galerna trazar aquí una muy sutil comparación con Zidane? —, esperó a que la eléctrica Athenea ganase vuelo y en el instante preciso le cedió el balón. En cuanto la cántabra pisó área, sola contra el mundo, quedó visto para sentencia el duelo. Amagó hacia dentro, dribló hacia fuera con una bicicleta y, ya sin marca, remató duro a la escuadra larga de la portera Christensen para que las crónicas pudiesen usar —por una vez con criterio— el calificativo de golazo.
Sería imposible encontrar mejor broche con el que poner fin al periplo blanco por el sinsentido de rondas previas establecido por la UEFA. El fin del cuento, que no es sino un nuevo principio, vuelve a ser el mismo por segundo año consecutivo: a golpe de calidad, carácter y grandeza, el Real Madrid femenino sigue abriéndose camino.
Fotografías @realmadridfem
Para enmarcar el control orientado de Athenea en la jugada del primer gol. Magnífico.
He leído recientemente en La Galerna algunas afirmaciones sobre el fútbol femenino con las que no estoy de acuerdo. No me voy a hacer el ofendidito, pero debo recordar que aquí aplico el mismo criterio que con todo: Mientras sea el Real Madrid, aunque sea sección canicas, yo con ellos (en este caso ellas)
Abrazos madridistas
Después de las aberrantes insinuaciones de los ciudadasnos (no, no me he equivocado) periodistas sobre que las jugadoras del Madrid son unas enchufadas y por eso se ha montado el lío en la selección femenina, hacía falta esto para reivindicarse. Gran partido de Athenea (que alguien tenga narices de decir que esta va por enchufe) y otra participación en Champions, esperemos que esta vez tengan más recorrido.
Es evidente que el equipo femenino, en relación a la temporada pasada y gracias a la labor del entrenador conjuntando los fichajes que se han incorporado a la plantilla, ha mejorado significativamente. Enhorabuena al club, especialmente a toda la plantilla y a los aficionados que dan soporte. Queda mucho trabajo y mucha historia por hacer.
El club decidió crear otra sección una vez analizados pros y contras. Solo puedo decir que apoyo al máximo a todos y cada uno de los equipos que configuran el Real Madrid. Desde el infantil de baloncesto al primer equipo de futfem, pasando por los alevines de fútbol.