El Madrid sigue persiguiendo al Barcelona
El FC Barcelona derrotó al Real Madrid femenino (0-4) en el primer duelo liguero de la temporada disputado en el estadio Alfredo Di Stéfano. Los goles de Ana Crnogorčević, Patri Guijarro, Aitana Bonmatí y Fridolina Rolfö recordaron al Madrid la todavía clara superioridad de su máximo rival.
Durante un mes y medio de competición y siete jornadas de liga, el Real Madrid femenino ha ido dejando muestras de su salto competitivo tras el verano. Semana a semana, los partidos disputados por el equipo de Alberto Toril mostraban signos de optimismo y una dinámica ascendente. Todo ello sigue vigente, pero un nuevo cruce en el camino con el FC Barcelona bastó para comprobar cuánto recorrido queda por completar para llegar al lugar que el aficionado blanco anhela.
Este Real Madrid 3.0 cuenta con nuevos registros, más calidad, más envergadura y mayor profundidad de plantilla. Sin embargo, su mejora queda empequeñecida por el empuje de un Barça decidido a evitar que ningún rival le recorte terreno. Y menos aún, el Real. Un ejemplo esclarecedor: si el verano comenzó con la salida gratis de Caroline Weir del Manchester City al Madrid, la ventana de fichajes terminó con el eterno rival catalán rompiendo el récord pagado por una transferencia en el fútbol femenino para llevarse del mismo club a la fantástica Keira Walsh. La plantilla azulgrana era ya temible el año pasado, y ahora lo es aún más.
En cualquier caso, el Real Madrid acudió envalentonado al Clásico. Las seis victorias y un empate en siete duelos con las que se llegaba al partido en el Di Stéfano podían hacer soñar con un envite igualado, y quizás por ello el equipo femenino pueda apuntarse el primer ‘no hay billetes’ de su corta historia. Los nubarrones aparecieron en cuanto el balón echó a rodar.
Este Real Madrid 3.0 cuenta con nuevos registros, más calidad, más envergadura y mayor profundidad de plantilla. Sin embargo, su mejora queda empequeñecida por el empuje de un Barça decidido a evitar que ningún rival le recorte terreno
Aunque Toril no arriesgó con experimentos —a excepción de dejar a Olga Carmona en el banquillo—, el Barcelona salió con el modo rodillo activado. Por un lado, la exuberancia física de sus futbolistas les permite presionar a campo completo y ganar cualquier duelo por alto. Incapaz de hilar el juego en corto desde el saque de puerta, el Madrid se vio obligado a lanzar balones largos mandando a Caroline Weir y Athenea del Castillo a una guerra aérea perdida de antemano.
En ocasiones, el vuelo del balón introduce un elemento de moneda al aire del que el rival inferior puede sacar rédito, pero esta vez el Barça firmó un partido casi perfecto en cada intervención con el cuero. A lo largo de los noventa minutos apenas dejaron dos fallos en la construcción de jugadas: en uno disparó blando Esther González; en el otro se encontró con la madera Claudia Zornoza. El resto del tiempo, jugadoras como Weir se vieron obligadas a vaciar los pulmones persiguiendo sombras.
El área local, mientras tanto, bien podría haber servido de plató para rodar un cortometraje en el que se diese respuesta a la ya famosa pregunta «¿Qué es Halloween?». Fruto de la presión asfixiante ejercida por las culés, el balón rondó continuamente los dominios de una Misa Rodríguez obligada a achicar agua a base de gritos y paradas. La canaria lució con orgullo el brazalete de capitana que tan bien le queda, pero fue incapaz de solventar todas las averías ocasionadas por la zaga.
Primero fue un cabezazo de Ana María Crnogorčević sobre el punto de penalti tras centro cómodo de Patri Guijarro; después, un remate a bocajarro de la centrocampista balear tras lloverle a la bota un balón servido de córner; tras el descanso, dos despejes que no salieron más allá del área chica brindaron a Aitana Bonmatí el tercero; y finalmente, repitiendo secuencia, otro puñado de intentos baldíos por alejar el peligro regalaron el último gol a Fridolina Rolfö en un rebote. Pudieron ser más, pero Misa —ya indiscutiblemente la portera española más en forma— resolvió con éxito cada uno contra uno al que quedó expuesta.
Si bien la manera de perder mantendrá en vilo a Alberto Toril durante las próximas noches, igual de cierto es que el desafío al que se enfrentaban es el mismo que ha acabado con 42 victorias consecutivas para el Barcelona en las últimas 42 jornadas de liga. El Real Madrid, en este contexto, ha empezado su partida del videojuego en el modo de dificultad máxima. El monstruo final sigue siendo inabordable, pero el resto de rivales han dejado de serlo. Habrá que seguir practicando.
Fotografías @realmadridfem
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