Allá por el mes de marzo de 2004 cometí la osadía de inaugurar un blog titulado Intangibles y Deporte para poder escribir sobre unos de los aspectos de la comunicación que desde hace ya muchos años más me interesan profesionalmente: los intangibles. Y deseaba hacerlo desde su influencia innegable en el mundo del deporte, en origen una actividad lúdica que se ha transformado en un imparable fenómeno de masas y en creciente industria económica, que cada día profesionaliza más a sus actores principales, a veces sin exigir el debido respeto a las esencias deportivas. Difícil relación esa —entre los intangibles y el deporte— que llegué a definir entonces como un “binomio inestable”.
Aquel blog fue prolífico durante casi cuatro años, pero por circunstancias que no vienen al caso tuvo que callar su voz a comienzos de 2018. Los responsables editoriales de La Galerna me ofrecen ahora retomar aquel enfoque esencial y centrarlo en el Real Madrid, el equipo de nuestros amores. El reto me parece fascinante y lo afronto con la misma pasión e interés que ante aquel primer proyecto… consciente, eso sí, de que aún será más complejo sacar a la palestra aquellos aspectos del club, del equipo o del madridismo que no son juego ni espíritu competitivo en sentido estricto, pero que cada día influyen e inciden más, tanto en el uno como en el otro.
Asumo plenamente el precepto de que “la realidad no existe” sino que es como cada uno de nosotros la ve (es “nuestra realidad” o “nuestra verdad”). Partiendo de esa premisa, trataré de apelar a la reflexión, frente a la furibunda emocionalidad que hoy preside el debate deportivo, intentando presentar la información desde el análisis subjetivo (claro que sí), pero sin ánimo de manipular, pues a nadie hay que vencer siquiera dialécticamente.
Se trata de poner esos asuntos encima del tablero y de que todos los madridistas (o no) podamos reflexionar sobre ellos con la mínima —pero necesaria— serenidad y opinar desde el respeto a la opinión de los otros. Aplicaremos un poco de empatía (para ver si somos capaces de ponernos de acuerdo en algo); y nos afanaremos en aportar formas diferentes de mirar las cosas, con el mero objetivo de enriquecer el análisis y el debate.
Nos interesaremos en el periodismo deportivo mientras no deje de ser ejemplar en sus manifestaciones y comportamientos; no es nuestro objetivo, pero como ejercen tanta influencia en los intangibles, nos centraremos en los medios siempre que cumplan su función y no pierdan el norte. No debemos olvidar que hoy tenemos demasiada opinión y poca noticia (salvo la que emana de los meros resultados); rumores abundantes, suposiciones o burdas manipulaciones se erigen a menudo en materia de información para un periodismo que los aficionados no merecen; existen intereses políticos y económicos que acaban barriendo las esencias deportivas; en nuestra mente hay periodistas más forofos de lo deseable o más “anti” de lo tolerable… que, a menudo, alimentan este “circo mediático-deportivo” únicamente en beneficio propio; en fin, demasiados “agentes nocivos” que deberían quedar al margen, porque poco aportan a la cadena de valor de esta industria llamada fútbol.
En esta sección, el lector encontrará, probablemente, más preguntas que respuestas, más dudas que certezas, más ideas que hechos… Le vamos a hablar de pecados, más que de pecadores (a fin de cuentas, es lo que más importa ¿no?); trataremos de hacerlo con un lenguaje claro y directo; con rigor, respeto, ponderación… y equilibrio (esa es la esencia de este proyecto). O sea, está claro que queremos que se nos entienda, pero sin ánimo de molestar a nadie, pues lo que nos mueve no es agitar la polémica de manera ficticia como hoy tanto prolifera.
Sr. Carlos Agrasar, me encuentro expectante ante la futura publicación de sus artículos; seguro que serán muy buenos.
Ánimo a todos y ¡HALA MADRID!
Pues, el estreno me ha parecido prometedor en cuanto a declaración de intenciones. El estilo también es atractivo, veremos a partir de ahora. Esperemos que pueda abordar los intangibles con valentía. Estaré atento; creo que no seré el único.