Es famoso el anuncio de una sombrerería madrileña en la postguerra que hace poco rescató Pérez-Reverte para uno de sus artículos en el XL Semanal: “Los rojos no usaban sombrero”. El eslogan aludía a una cuestión estética tan importante durante las turbulencias de los años 30 del siglo XX que en no pocos casos fue de vida o muerte. Con el enconamiento ideológico mundial que sucedió a la revolución rusa y al ascenso del fascismo y el nazismo, lo que un hombre llevara en la cabeza se convertía en una declaración de principios de clase ante el mundo: un sombrero delataba a un burgués, a un señorito; una gorra revelaba claramente la presencia de un obrero. Hay un chascarrillo, que lleva camino de convertirse en el nuevo “y el Madrid, ¿qué, otra vez campeón de Europa?”, y que dice que el Madrid no reina en Europa cuando los socialistas gobiernan en España. El Madrid de Zidane ganó su tercera Copa de Europa seguida en mayo de 2018: un mes después, Pedro Sánchez llegó a La Moncloa, Zidane abandonó el banquillo del Madrid y comenzó la peor temporada de la Historia del Madrid en el siglo XXI. Así que es inevitable pensar que a lo mejor, la Copa de Europa usa sombrero.
La Copa de Europa es una institución por sí misma dentro del mundo del fútbol. Tanto es así que la UEFA llegó a ella después, no al contrario. Aterrizó en algo que estaba en marcha, al husmo de su éxito. Entre Bernabéu y unos periodistas de L´Equipe se pusieron de acuerdo para crear algo nuevo que cambió para siempre el fútbol de clubes: un torneo que seleccionaría a una élite, que filtraría a los mejores de cada país y que los enfrentaría cada año para decidir quién sería el mejor de los mejores. No importaba el pasado, todos comenzarían de cero. Incluso, siguiendo esta línea, puede decirse que, desde un igualitarismo absoluto, se buscaba una nueva jerarquía, validada solamente por la capacidad de competir y vencer de cada uno de los clubes participantes. La Copa de Europa lleva sombrero porque se ganó el derecho a llevarlo y conserva algo todavía de esa autonomía de destino, que se manifiesta cada temporada, en cada eliminatoria: si alguien bautizó a la Copa del Rey como el “torneo del KO”, la Copa de Europa sería en este caso Dios atravesando un campo de batalla, destrozando todos los planes preconcebidos de los que en ella luchan, obligándoles, si quieren ganar, a intentar agarrarle el faldón de la levita mientras pasa, como dijo Bismarck. Para ser campeón de Europa no basta con tener los mejores jugadores, ni con jugar mejor. Ni siquiera con tener mucha suerte una vez o dos, como el Tottenham de Pocchetino, que eliminó al Manchester City y al Ajax gracias a una voluntad de hierro y naturalmente a varios azares que una mente impresionable pudiera haber confundido con la intercesión de Dios. A veces, es como si la misma competición eligiera a sus campeones. El Madrid es su favorito.
Hasta el Barcelona, que en ese sentido es la antítesis del Madrid, en el sentido de que disfruta de sus mayores éxitos bajo gobiernos de izquierdas en España, ha ganado una de sus cinco Copas de Europa con un presidente de derechas. El Madrid sigue sin romper esa tradición particular, a pesar de que con la Décima quebró aquella que decía que tampoco las ganaba sin un cántabro en la plantilla. Cabe preguntarse si no será verdad que cuando España sufre el Madrid padece, que como auténtico club-nación el Madrid, equipo del pueblo, refleja las turbulencias sociales y políticas del país. Que cuando gobierna la izquierda se discuten conceptos que pertenecen a un núcleo mitocondrial al que está adherido el Madrid y el madridismo español como una especie de membrana sentimental. Y que, cuando eso ocurre el Barcelona, encarnación de una aspiración real de romper España, suele vivir época de vacas gordas. Cuando se pone en duda la identidad nacional, el Madrid, institución consuetudinaria, ¡pueblo en armas!, siente también los temblores, y eso en la Historia reciente de España ha coincidido con gobiernos de izquierdas. Ahora que no sólo gobiernan en España los socialistas, sino que además lo hacen en coalición con comunistas y separatistas, es como si la realidad política española le tirara un guante blanco a la aristocrática cara de la mejor competición del mundo del fútbol. Pablo Iglesias ha afirmado que este gobierno “progresista” necesita al menos ocho años para cambiarlo todo. ¿Es que no la va a volver a ganar el Madrid hasta que Kroos se saque el título de entrenador?
Ganar la Copa de Europa supone por sí solo acceder a un nuevo estatus, a un club o a una aristocracia del mérito comparable a la Legión de Honor francesa que creó Napoleón para distinguir la nueva de la vieja nobleza de sangre. No hay más que verlo: un equipo gana el título y todo cambia, presume y exige ser tratado de otra manera, si gana varios títulos más puede exhibir un parque distintivo que lo dice todo sin necesidad de acudir a una explicación: el propio Milan, que es el segundo que más Copas de Europa tiene, por así decirlo, el más alto noble después del Madrid, lleva más de una década arrastrándose por el fango del infrafútbol luciendo, como esos grandes duques rusos que vivían en el exilio parisino tras la revolución en cuartuchos miserables, pero con un pedrusco en el dedo, agarrándose al último resto de su grandeza pasada igual que el náufrago se agarra a un madero flotando. Abramovich cuando compró el Chelsea o los petrojeques del PSG y del City lo saben perfectamente, sólo ganando la Copa de Europa sus proyectos de clubes-oligarquías o clubes-Estado adquieren carta de naturaleza. Legitimidad. Prestigio, lo que no se compra con dinero.
El Madrid de Zidane, rodeado desde que el gran hombre de club del Madrid moderno asumiera su dirección deportiva hace cuatro años, de un aura esotérica incontestable, tiene por delante un reto extradeportivo que parece más arduo aún que el de ganar la Copa de Europa sin Cristiano Ronaldo: ganarla gobernando la izquierda, con la nación en el alambre. Si este torneo tiene su código particular, nadie lo conoce mejor que el Madrid, y dentro del Madrid, nadie habla ese lenguaje como Zidane, quizá el numen que habita fuera del tiempo que este club necesitaba para sobrevivir y derrotar a Messi, a la época y al tiempo.
No me puedo creer lo que acabo de leer. Solo es creíble desde una voz incapaz de absorber la realidad cambiante, como algo coyuntural. La copa de Europa lleva sombrero, gorra, boina, calvas al aire, viseras... Intentar aplicarle un tocado único es una insensatez.
Un intento de elitismo burdo que no conduce a ninguna parte. Marquitos, Gento, Joselito, Enrique Mateos, Pachin, Puskas, Amancio, Distefano, Benzema, Raúl, Casillas, Ramos, Cristiano, Roberto Carlos, Juanito, el mismo Zidane. Todos estos tenían la alcurnia en las botas y el madridismo en la sangre. Ellos y otros 150 hicieron y hacen suya la copa de Europa.
España está donde quieren la mayoría de sus ciudadanos. Eso del alambre no es más que parte de una receta clasista que el madridismo auténtico, global y universal, no compra.
Hola, Mariano
Soy un convencido de la universalidad del Real Madrid en todos los ámbitos, no solo el geográfico, también el cultural, socioeconómico, de género etc... pero con independencia de lo que comparta o no con Antonio en ese sentido, es justo precisar que en su texto no menciona ningún elitismo referido a jugadores y/o aficionados, sino que solo se refiere al elitismo de una competición en sentido deportivo.
Saludos
Me parece un artículo muy forzado teniendo en cuenta la universalidad de nuestro club. Cómo se suele avisar en algunas obras, aquí también debería rezar que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Tema espinoso, pero gran artículo. Otro reto para nuestro Madrid
Me parece que está usted mezclando churras con merinas, o como dicen en mi tierra "que tendrá que ver el culo con las témporas".
Un artículo fuera de lugar respecto a lo que es la esencia del Real Madrid. Tantos años luchando contra aquellos que tachan al Madrid de algo que no es para que ahora vengamos a darles la razon.
Madridismo, sintaxis y un poquito de política? No me ha gustado ni el espíritu ni la letra del artículo. El Real Madrid es universal, es de todos los aficionados que sentimos este color blanco ganador.
Si el Real Madrid no ha ganado nunca una Copa de Europa con gobiernos de izquierdas, es una simple casualidad. No hay que darle más vueltas. No me gusta que se intente equiparar el devenir del club con el devenir del país, es decir, que se mezcle al club con la política (eso que tanto se le echa en cara al Barcelona).
Desde el mayor respeto a la opinión del articulista, me alineo con los comentaristas. El RM es universal, tiene esa vocación que lo sitúa por encima de adscripciones, incluso (disculpenme los discrepantes) locales o nacionales, asi que mucho mas politicas o ideológicas. Fue aquí, en La Galerna, donde lei a alguien que el RM no tiene un escudo, sino un logo. El RM es la excelencia, la épica, la gloria, el blanco donde se escribe cualquier letra. Son otros los que cogen la bandera del terruño, el agravio o la clase social. El RM no es eso. El RM es sólo el RM. Nada más. Y nada menos. Igualadlo.
Lo que tu escribes, que es cierto, no es incompatible con lo que trata de explicar el articulista. Al Madrid se le identifica con el clasismo, la prepotencia, la dictadura..., de una manera tan estúpida como arbitraria. Y los dirigentes políticos lo saben mejor que nadie. Por diferentes motivos, pero tanto gobiernos de derechas al uso , como gobiernos teóricamente de izquierdas, aunque de derechas en la práctica, procuran utilizar al club blanco como una especie de chivo expiatorio. Y el Madrid sale perjudicado o muy perjudicado.
Es un tema que me cansa tanto como me molesta; pero, está ahí.
A mi también me repatea esta situación, Floquet. Lo has explicado muy bien. Han hecho y siguen haciendo una gran labor de propaganda, que esta dando sus frutos. Y el club debería intentar contrarrestarla antes de que sea demasiado tarde, aunque me temo que lo tiene crudo. Me desanima mucho todo esto.
Coincido con la mayoría de comentarios, muy forzado el artículo, causalidades. Y de paso aclarar que no sé si hay algún comunista en el gobierno (Garzón, y muy light), lo que no hay es ningún separatista.
Visto lo visto, no se puede ser optimista al respecto. El Madrid lo lleva clarinete por lo que concierne a lo extradeportivo, en fútbol y en baloncesto. Lo que ha vivido esta tarde en Moscú es de juzgado de guardia. Y, sin embargo, los medios de comunicación callarán. Nadie se hará eco del criminal arbitraje sufrido en contra.
Yo también creo que un valor que desde el madridismo siempre se ha predicado es la universalidad de nuestro club.
En lo referente al tema que nos compete exactamente, yo creo que se debe a una mera coincidencia que no ganaramos con gobiernos de izquierdas ninguna Copa de Europa, pero por el entorno con el que me relaciono, una mayoría significativa de madridistas comulga más con la derecha que con la izquierda (con esto no digo que alguien de izquierdas no pueda ser madtidista, ni mucho menos)
Tampoco nadie había sido bicampeón ni tricampeón con el actual formato, nunca habíamos ganado en Alemania, y mucho menos en Múnich, ni en Turín, y nunca habíamos ganado en una final a un equipo británico,...
Por cierto, económicamente hablando, Franco ha sido más de izquierdas que cualquier otro gobierno posterior, de su dictadura (que lo fue, hay que decir tanto lo malo como lo bueno) sale toda la base del estado de bienestar en España, y fue el INI el que creó muchas empresas públicas (siguiendo primero una mezcla de corporativismo y distributismo (aunque muy alejado del nacionalsindicalismo original, ideología que deja a los podemitas como unos burgueses capitalistas) y tras la apertura, en un capitalismo de estado keynesiano, pero con mucha más cabeza que los endeudados socialdemócratas) , posteriormente privatizada no sólo por los neoliberales del PP, sino por los socialdemócratas del PSOE. Aunque eso de la izquierda y la derecha es muy caduco y no tiene ningún sentido, es una división creada por el sistema, ofreciendo productos prefabricados que no son más que falsa oposición.
A mi el articulo directamente me duele.Yo aquí hablo de fútbol, de política empiezo negarme a hacerlo cada vez en más círculos. Soy de izquierdas a más no poder, y ciertos pasajes del artículo no me gustan nada. Da igual lo que sintamos cada cual a nivel político, pero siempre se ha unido al franquismo y la derecha conservadora con el Madrid, y esto lo viene a refrendar.
Hablemos de fútbol, y nada más.
Soy de la opinión de que , con educación y honestidad, cosa harto difícil, debería poderse comentar de todo. Desafortunadamente el politiqueo está muy presente en el deporte . Y tengo el convencimiento que el Real Madrid es el máximo perjudicado en relación a.
Lo pongo por segunda vez, dado que entiendo que debe ser un error la censura de un artículo que he puesto hace como una hora más o menos, mejor no digo de quien es el artículo para que no se les caiga la cara de vergüenza, entre paréntesis
Sobre la identidad:
(Con esta previa delimitación de conceptos cabe reasumir la cuestión inicial: ¿qué fue la Reconquista?. Ya se sabe: desde el punto de vista infantil, el lento recobro de la tierra española por los españoles contra los moros que la habían invadido. Pero la cosa no fue así. En primer lugar los moros (es más exacto llamarles “los moros” que “los árabes”; la mayor parte de los invasores fueron berberiscos del Norte de África; los árabes formaban solamente la minoría directora) ocuparon la casi totalidad de la Península en poco tiempo más del necesario para una toma de posesión material, sin lucha. Desde Guadalete (año 711) hasta Covadonga (718) no habla la Historia de ninguna batalla entre forasteros e indígenas. Hasta el reino de Todomir, en Murcia, se constituyó por buenas componendas con los moros. Toda la inmensa España fue ocupada en paz. España, naturalmente, con los españoles que habitaban en ella. Los que se replegaron hacia Asturias fueron los supervivientes de entre los dignatarios y militares godos; es decir, de los que tres siglos antes habían sido, a su vez, considerados como invasores. El fondo popular indígena (celtibérico, semítico en gran parte, norteafricano por afinidad en otra, más o menos romanizado todo él) era tan ajeno a los godos como a los agarenos recién llegados. Es más: sentía muchas más razones de simpatía étnica y consuetudinaria con los vecinos del otro lado del estrecho que con los rubios danubianos aparecidos tres siglos antes. Probablemente la masa popular española se sintió mucho más a su gusto gobernada por los moros que dominada por los germanos. Esto al principio de la Reconquista; al final no hay ni que hablar. Después de 600, de 700, de casi (en algunos sitios) 800 años de convivencia, la fusión de sangre y usos entre aborígenes y bereberes era indestructible; mientras que la compenetración entre indígenas y godos, entorpecida durante 200 años por la dualidad jurídica y en el fondo rehusada siempre por el sentido racial de los germánicos, no pasó nunca de ser superficial.
La Reconquista no es, pues, una empresa popular española contra una invasión extranjera; es, en realidad, una nueva conquista germánica; una pugna multisecular por el poder militar y político entre una minoría semítica de gran raza -los árabes- y una minoría aria de gran raza -los godos-. En esa pugna toman parte bereberes y aborígenes en calidad de gente de tropa unas veces y otras veces en actitud de súbditos resignados de unos u otros dominadores, quizá con marcada preferencia, al menos en gran parte del territorio, por los sarracenos.
Hasta tal punto es la Reconquista una guerra entre partidos y no una guerra de la independencia que a nadie se le ha ocurrido nunca llamar los “españoles” a los que combatían contra los agarenos, sino “los cristianos” por oposición a “los moros”. La Reconquista fue una disputa bélica por el poder político y militar entre dos pueblos dominadores, polarizada en torno de una pugna religiosa.)
Salud
Es la primera vez va ya para 5 años que me planteó dejar de comentar en La Galerna,
Salud