El alboroto desatado el pasado fin de semana ante la divulgación de la inminente irrupción del Real Madrid en el mundo del fútbol femenino me hace sospechar que en mi condición de dama y galernauta se me impone echar algunos párrafos al respecto.
Imagino que estarán esperando algo del estilo “este paso marca un nuevo hito en el camino de la equidad de gén…bla-bla-bla…”, o quizá “estamos frente un golpe crucial que hace tambalear las anquilosadas estructuras heteropatriar…bla-bla-bla…”, o aun más lejos “esta consecución en el deporte hace justicia a la memoria de aquellas costureras neoyorqui…bla-bla-bla…”, o tal vez más simple pero no menos contundente “he aquí otra conquista histórica en la lucha de las mujeres por el empoderamien…bla-bla-bla”.
En tal caso, olvídenlo. Le sugiero sigan esperando, de preferencia sentados para su mayor comodidad. Lejos de mí teñir de un discurso ideológico, con el que -de paso- no comulgo, un acontecimiento que por otra parte a estas alturas se había convertido en una prioridad insoslayable.
Pese a no ser particularmente aficionada a esta categoría, creo coincidir con la mayoría del madridismo en que la formación de un equipo femenino era una de las grandes asignaturas pendientes que mantenía el club. Por ende, el anuncio de que por fin la decisión hubiese sido tomada y puesta en marcha no ha podido más que despertar mi ferviente aprobación. Creo también conocer lo suficiente la naturaleza de nuestros detractores organizados (y de los desorganizados también), como para que no me tomasen por sorpresa las reacciones destempladas que estallaron tan pronto se dio a conocer la noticia.
Sabemos que el Real Madrid va a estar siempre en el ojo de la tormenta, sea que reclute mujeres para jugar al fútbol, organice un torneo de mus, auspicie un desfile de modas o inaugure un parque acuático. Cualquier iniciativa que surja desde la Casa Blanca servirá de estímulo para las glándulas del antimadridismo que, respondiendo a una suerte de conducta pavloviana, comenzarán a segregar ríos de vitriólicas babas, al tiempo que lanzan al viento ladridos y tarascones en una torpe tentativa de satisfacer sus excitados instintos.
Ahora bien, la tormenta que se ha desencadenado en torno a la creación del Real Madrid Femenino es más artificial que la del Libro de Próspero.
Sabemos que el Real Madrid va a estar siempre en el ojo de la tormenta, sea que reclute mujeres para jugar al fútbol, organice un torneo de mus, auspicie un desfile de modas o inaugure un parque acuático.
El club debía hacerse cargo, y con premura, de incorporar una rama femenina a su organigrama futbolístico, por motivos de mucha mayor relevancia que el lucro, la propaganda, la adhesión a una causa o cualquier demagogia o corrección política. Eso o introducir discretamente una variante isabelina aprovechando el moño de Bale, las guedejas de Modric, los rizos de Marcelo y el rostro angelical de Kroos que con unos apliques de trenzas daría una Heidi de lo más lograda; de paso resolvería al menos momentáneamente el problema de los rumoreados prescindentes. Claro que esa alternativa estaba llamada al fracaso, a la primera prueba antidopaje quedarían al descubierto algunos detalles sospechosos.
Hablando en serio, en una serie de dictámenes emitidos a lo largo del pasado año, la FIFA instruyó a las asociaciones miembro a desarrollar, implementar y fomentar el fútbol femenino en todas sus divisionales tanto a nivel de selecciones como de clubes; previendo sanciones, inhibiciones y hasta la desafiliación de aquellos que no cumplieren con la disposición dentro de ciertos plazos establecidos. Asimismo estableció que las respectivas federaciones deberían articular las reformas correspondientes dentro de sus propios estatutos, de manera que esos lineamientos se viesen reflejados en sus respectivas normativas orgánicas.
Ante semejante filípica y sabiéndose blanco dilecto de cuanto francotirador ande suelto, bueno sería que justamente el Real Madrid, se diese el lujo de darle largas al asunto y quedase así expuesto a quién sabe qué reprimenda por causa de desidia, desobediencia u omisión.
Por otro lado, en el correr de las últimas décadas hemos asistido a un desplazamiento de los ejes culturales que ha permitido operar una flexibilización en cuanto a la concepción tradicional que se había mantenido desde los orígenes sobre la posibilidad de que las señoritas pateen una pelota y que además puedan hacerlo bien y ganar dinero y hacérselo ganar a otros. En ese sentido, el papel que jugaron las estadounidenses ha sido trascendental.
Con la irrupción de los EEUU en el mundo del balompié sobre finales del siglo XX, y el destaque que de inmediato adquirieron sus escuadras femeninas -muy por encima de sus equivalentes masculinos-, el acceso de las damas al universo del fútbol profesional cobró un impulso mucho más poderoso que los prejuicios, pruritos o resquemores que se albergaran al respecto.
Pero convengamos que el proceso americano tiene un detalle significativo, no se trató de la invención de un aparato publicitario y una estrategia de marketing sin asidero, ni de un capricho maniobrado por un consorcio de marcas comerciales, cadenas televisivas, redes de apuestas y magnates del deporte en pos de ganar de más dinero. Las chicas del norte venían jugando al fútbol desde hacía rato en sus barrios, colegios y campus universitarios. En USA es fútbol es eminentemente cosa de mujeres. Ningún niño de más de siete años, a menos que su origen migratorio o su contexto social lo condicione, admite voluntariamente la práctica de soccer mixto que le impone la curricula escolar, y raramente desarrollará vocación ni afición alguna. En cambio, para las niñas el fútbol vino a ocupar un nicho que venían dejando vacante lo deportes colectivos más populares entre los americanos, el football, el hockey en patines, el béisbol o el baloncesto, con sus imposiciones física y patrones de comportamiento típicamente asociados a los arquetipos varoniles.
No obtienen la mitad de las copas mundiales disputadas, ni se abre un mercado de pases propio, ni se gestiona esponsorización de primera línea, ni se labra fama internacional sólo con caras bonitas. Si hoy el women’s soccer es un pingüe negocio, se debe en gran medida a que ningún padre americano puso el grito en el cielo cuando su hija se calzó un par de botines con tapones largos y se lanzó a correr detrás de una pelota.
Para las que nos criamos en países donde las chicas que desafiaban el tabú no podían escapar de que les cargaran con el mote de ‘marimacho’ y sortear infinidad de dificultades, nacidas tanto de la mentalidad conservadora como de la más inocente improvisación, el cambio que se ha producido en este lapso relativamente corto es una acontecimiento para celebrar y si además somos madridistas, que nuestro cuadro se sume a la cruzada lo es aún más.
Sólo imaginar que Valdebebas abrirá sus puertas para dar la bienvenida a las chicas del C.D. Tacón suena celestial. Pensar que a principios de los ’90, en un país futbolero como la Argentina, a las mujeres las mandaban a entrenar a los complejos más inhóspitos que tuvieran los clubes, generalmente en terrenos auxiliares que ni tenían las líneas marcadas, y que para acceder a los vestuarios debían atravesar hileras de mingitorios, aunque por entonces Duchamp no era muy popular en esos ámbitos (ahora tampoco), y que la indumentaria que se les proveía -cuando se les proveía- incluía pantalones con suspensorio y zapatillas de tallas inusitadamente grandes que ni las medias ni los vendajes conseguían ajustar. Los cotejos solían disputarse en canchas ganadas a terrenos baldíos, donde un remate largo terminaba en las casas linderas y había que detener el partido para ir a pedirla a los vecinos o saltar el muro para recuperarla; y la mayor parte de las veces ni siquiera asistían las ternas arbitrales completas, llegándose a jugar fechas enteras con un sólo juez mustio y resignado.
A estas alturas, hagamos pues oídos sordos a las censuras, cuestionamientos y objeciones que emanan de las lenguas viperinas que ya conocemos y dediquémonos como afición a brindarle la mejor de las acogidas a estas nuevas atletas que vestirán la casaca merengue. Aplaudamos una de las medidas más encomiables que haya tomado Florentino en los últimos tiempos. Y de aquí a la Cibeles, que entre mujeres nos entendemos.
Bravo, Julia! Que nuestras chicas aprovechen las magníficas instalaciones de Valdebebas y empiecen a ganar. Nosotros a apoyarlas, igual que apoyamos a los chicos. Hala Madrid!!
Claro! Como corresponde a buenos madridistas. Haré mis esfuerzos, aun a la distancia, para poder seguir su evolución y consignarlo en estas páginas.
Tenian que unirse el Tacon, el Madrid club de fútbol femenino y el Real Madrid, ya que lo lógico era que el Real Madrid se hubiera unido al MCFF
En mi opinión el modelo de gestión a reproducir es el del baloncesto.
Lamentablemente, creo que solo si el Presidente hace como que no le importa la sección (entrecomíllese con abundancia), los carroñeros ciudadanos periodistas dejarían en paz a nuestras chicas.
No sé cuánto tiempo aguantarán sin echarles mier..., pero se evitarán recibir bastantes palos cuyo verdadero destinatario sea el Presidente.
Quizá la señora Rosell pueda ser la Juan Carlos Sánchez. Complétese el organigrama y a trabajar. Vamos.
Seguro que más temprano que tarde también a ellas les caerán los buitres de la prensa. Está en nosotros como aficionados y prensa leal apañarlas y hacerles justicia.
Con tu personal estilo, nos invitas a dar la bienvenida a las taconas y de la mejor manera, sin caer en argumentos sociológicos ni comerciales.
Son deportistas profesionales que se merecen todo nuestro respeto y nuestro apoyo. Como se dice en el Río de la Plata para demostrar la calidad de un equipo: "A la Real Madrid".
...Y le daremos aliento a las chicas y esperamos más notas tuyas sobre el tema. "Buena Julia!"
Eso mismo.
Gracias, che!
“... cuando parecía que no iba a ser...de pronto vino...” ; como dice una canción de Silvio Rodriguez. Pues, eso , tanto la buena nueva de su artículo, al nivel de las elevadas expectativas generadas, como el anuncio del club respecto al equipo femenino de fútbol, me han cogido de sorpresa - permítame emplear ese verbo en lugar de tomar-; aunque ya sé que hay que tener cuidado con la expresión.
Un matiz. En USA hay mayor afición al hockey sobre hielo, o como dicen ustedes, en hielo. También hay afición y práctica del “hockey en patines” , pero es menor.
“Cualquier iniciativa que surja desde la Casa Blanca servirá de estímulo para las glándulas del antimadridismo que, respondiendo a una suerte de conducta pavloviana, comenzarán a segregar ríos de vitriólicas babas, al tiempo que lanzan al viento ladridos y tarascones en una torpe tentativa de satisfacer sus excitados instintos.“ Este párrafo y el final me han entusiasmado, créame... y eso no es tan fácil . Je je.
Un cordial saludo ,ESCRITORA.
Aunque Silvio Rodríguez no sea cantautor de mi preferencia, esta vez la cita de sus versos, en su mensaje, me ha complacido sobremanera.
Sepa que no me escandalizo ante palabras o giros idiomáticos típicamente peninsulares, a esta altura creo haber desarrollado un cosmopolitismo idiomático eficiente para moverme si prejuicios dentro de diversos registros regionales o locales, y cuando no entiendo o me sorprendo, pregunto (y también me río si viene al caso).
A propósito, aquí también decimos hockey 'sobre' hielo, aunque no se practica casi nada por la ausencia de rinks. Cuando mencioné el hockey sobre patines, de hecho me refería a patines para hielo. Durante mi estancia en USA hace ya veinte años, padecí un consorte que practicaba como aficionado ese deporte y algo me interioricé al respecto. También de ese período proviene mi experiencia con el lady's soccer, merced a una hijastra de diez años que disfruté temporalmente y que era fanática del balompié. Mientras estuve allí, era fantástico cómo acudían sus amiguitas a jugar conmigo porque sabían que venía de un país futbolero. Aquí era una 'patadura' y en Louisiana una leyenda! Ja!
En fin, sus elogios inmerecidos me alientan a seguir este sacrificado vicio de la opinión deportiva. Algo me tengo entremanos, así que procuraré dedicarle algo más de tiempo, para no hacerlo esperar tanto.
Cordialísimo abrazo.
Muy buen e iluminador artículo. Interesantísima la explicación sobre el auge del soccer entre las mujeres en USA.
Que alguna figura, especialmente mediática, de la selección USA pueda jugar con la camiseta del Real Madrid sería una interesante inversión comercial en ese país.
Ah! Pero eso no había llegado pensarlo. Sería magnífico. Tanto como que pudiese enrolarse alguna veterana en el cuerpo técnico para transmitir experiencia y espíritu. Habría que hacer un poco de campaña para ver si llega a oídos de la directiva.
Hace unos días presencié en dos informativos de tv de distintas emisoras, el anuncio de un grupo de danza, dirigido por una joven coreógrafa y bailarina, que iba a realizar una especie de "performance", "flash mod" (como usted prefiera) callejera, en determinada zona de Madrid.
Lo peculiar del asunto es que las bailarinas (y también bailarines) lo hacían sobre zapatos de TACÓN de aguja. Nada de zapatos de claqué, flamenco, baile irlandés o botas de gaucho con boleadoras, no: zapatos de tacón de aguja.
Y la razón que daba la directora del grupo es que "cualquiera que se suba a unos zapatos de TACÓN de aguja, se va a sentir empoderado", eso sí, sin connotaciones indebidas.
Inmediatamente vino a mi cabeza la imagen de las chicas del C.D. TACÓN. Ellas sí que se van a sentir "empoderadas" (dichosa palabreja) en el momento en el que se calcen las botas (con tacos) y se vistan con el uniforme del Real Madrid.
Espero que no haya ningún creativo que diseñe un zapato de tacón de aguja con las tres bandas de la marca alemana que viste a nuestros equipos, y que las botas sirvan para lo que tienen que servir.
Por cierto, a mis años y con mis kilos, no pienso subirme a ningún tacón de aguja para empoderarme, no vaya a ser que me desempodere del leñazo.
Un gusto leerla.
Saludos.
Muy buena anécdota que trae a colación.
Pese a tener unas cuantas décadas de baile aún en curso, el tacón de aguja más quita que me aporta empoderamiento y ni imagine lo que es en una pasarela de moda!
Pero a qué negar que Tacón es de esos nombres que imponen. El verdadero empoderamiento lo absorberán de la casaca blanca que es como la capa de superman almidonada con kriptonita.
En español "peninsular", el tacón ha sido siempre un recurso tanto para el pase como para el tiro. Recuerdo especialmente a aquel gran jugador, Sócrates, brasileño, que nos asombraba a todos en el Mundial 82.
Quiero pensar que el nombre de este equipo juega con las dos connotaciones de la palabra.