Buenos días, amigos. Esta sí que sí. Esta sí que es la semana de la verdad, y no tiene que transcurrir gran parte de ella para que lleguemos al momento más trascendente de la temporada. Es mañana mismo. A partir de las 21 horas, en el Santiago Bernabéu, tendrá lugar uno de esos escasos partidos que están a la altura del Real Madrid. Real Madrid-Manchester City.
El contexto, por supuesto, la Champions League, la competición que ha convertido a nuestro club en un mito imperecedero, cosa que comenzó a hacer en la época de nuestros mayores, cuando aún era la antigua Copa de Europa. Después, ha sido el Madrid quien ha hecho grande la competición.
El escenario, el nuevo coliseo blanco, con su hipogeo como forja subterránea de la gloria (hola, inolvidable Antonio Escohotado) y su cubierta amplificadora del sonido de atávicos cánticos triunfales.
El rival, el temible equipo de Pep Guardiola, que empieza a ser popularmente conocido como City115 a cuenta del número de transgresiones de las reglas financieras que impunemente se le han contabilizado ya al club de los jeques. Entidad despreciable por este motivo, si bien admirable por lo que hace sobre el campo, este "equipo de Abu Dhabi con sede en Manchester" (como magníficamente lo define nuestro querido Rafa Barney) está casi a la altura del rival que tendrá enfrente. Con nombres de la inmensa categoría de Haaland, Foden, Walker, De Bruyne, Silva, Gvuardiol y tantos otros, representa la máxima amenaza en el camino de la 15, pues no en vano los amantes de la nomenclatura más rancia lo llaman "final anticipada". Hay por ahí, fuera de estos dos, otros contendientes muy dignos de jugarla, pero bien podría serlo.
As centra el duelo en las figuras de los respectivos técnicos de ambos equipos. Ancelotti vence en palmarés a Guardiola, bien es cierto que a lo largo de muchos más años de carrera, pero estamos hablando sin duda de dos de los mejores entrenadores de la historia. Ni el más acérrimo detractor puede escamotear esa condición a Pep, aunque habría que considerar una ponderación negativa de sus éxitos a la luz de las indiscutibles ventajas con las que ha competido (Negreira y BarçaGate en España, falta de competencia real en Alemania, todas las dudas financieras del mundo en la Premier), pero aun con ello seguimos hablando de un grande.
¿Cuál de los dos técnicos es mejor? Depende de cómo pondere cada cual, respectivamente, las ventajas y desventajas de ser un obsesivo (y magnífico) control freak y un gran entrenador que además da espacio al empoderamiento del jugador.
Mundo Deportivo, con la sabía opinión de Unzué (este hombre sí es admirable), prima en cambio —y no sorprende— todo lo relativo a la eliminatoria entre PSG y Barça. De modo harto antiestético, sin embargo, divide la portada en dos para dar su espacio principal al baloncesto, cosa que el diario del conde de Godó, grande de España, reserva para las ocasiones en que el Barça de las canastas gana al Madrid.
Tal cosa sucedió ayer en el flamígero Palau, pero no porque el Barça "dinamitara" a los blancos, como pasmosamente titulan, sino porque los colegiados se empeñaron en que así fuera arrojando una estadística rigurosamente imposible: Tavares y Poirier se tuvieron que ir del partido con diez faltas personales entre los dos, pero a ellos, supuestamente, ¡¡no les hicieron ni una!! Nuestro genial Tomás Guasch se pregunta hoy si habrá un Negreira de las canastas. No hace falta. El FC Barcelona es el nombre propio que lo contamina todo. El resto de nombres (Negreira entre ellos) sólo van pasando. Es el FC Barcelona el que permanece como la eterna central del mal, a la sombra de cuya corrupción perenne se aproximan arribistas varios, Negreira, Arminio, Villar, Soler, Tebas, Rubiales... y quienes correspondan en el baloncesto. Tenemos cosas más edificantes de las que ocuparnos que el identificarlos con sus apellidos.
Por ejemplo, ganar al City.
Os dejamos con Sport, que ya son ganas de dejaros, pero bueno.
Pasad un buen día.
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