Todos los proyectos —ganadores o perdedores— se parecen unos a otros en su destino. Y hasta es posible que se parezcan en su origen y desarrollo. Si bien, ni ricos ni menos ricos han encontrado aún la fórmula que les permita ser felices. Chus Mateo busca la suya surfeando la ola que originó Pablo Laso, con equilibrios reseñables y algún chapuzón imprevisto.
Por lo visto hasta ahora la marcha del grupo es notable, brillante por momentos, con los lógicos vaivenes de una temporada que en los meses pasados no decide nada relevante. Vivimos la Euroliga más igualada, una tendencia acrecentada con el paso de los años, al ritmo de la certeza de que lo determinante no es la posición final entre los ocho primeros, sino el momento de forma en que los equipos acuden a la recta de meta.
En este nicho hay que analizar la trayectoria de un equipo cuyo timonel más visible es Chus Mateo. Hubo cambios trascendentales que obligan a un replanteamiento de la forma de jugar. La adaptación de Musa ha sido fulgurante, explicada por su conocimiento íntegro del juego. Hezonja no es tan completo, un tirador con gran poderío físico que se está esforzando en defensa y rebotes.
Vivimos la Euroliga más igualada, una tendencia acrecentada con el paso de los años, al ritmo de la certeza de que lo determinante no es la posición final entre los ocho primeros, sino el momento de forma en que los equipos acuden a la recta de meta
Yo sí creo que este Real Madrid tiene directores de juego. Para empezar, tiene al mejor generador de juego que ha dado Europa en los últimos decenios. Su clarividencia salta a la vista, y cada vez que pisa la cancha, como ayer en Berlín, la tendencia se dinamiza, la fluencia es el signo. Cuando escribo estas líneas es el mayor asistente por minuto de la Euroliga. Una estadística concluyente para alguien que no juega demasiado y desempeña un papel al que no está acostumbrado. Quizás sólo a su alcance.
También, para la posición citada, hay otros jugadores con características más defensivas, atléticas, incluso de anotación compulsiva, como Llull. Y no deberíamos olvidar la excelente temporada pasada de Hanga.
Por lo demás, hay que considerar los altibajos en la temporada —o en un partido— como propios de temporadas interminables. Lo acabamos de ver en la Supercopa de fútbol y lo mismo ocurre en baloncesto, donde los encuentros sirven para entrenar, para reservar fuerzas y para intentar que todos encuentren su ritmo.
Con el triunfo de ayer ante el Alba de Berlín, el Madrid consiguió su cuarta victoria consecutiva, en las que ha desplegado su polivalencia y facilidad ofensiva junto a un poderío físico inalcanzable para la mayoría. Un buen comienzo de año, prometedor, que ha revelado tanto órdenes de mejora como la progresiva cimentación de sus principios.
Fotografías: realmadrid.com
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